No hay en la historia de la música una adecuación tan bella entre piano y orquesta como en el desarrollo del drama de ese prístino motivo de nueve notas que inicia y cierra la pieza. Nunca una redención ha sido tan elegantemente expresada.
Contribuye a ello la versión más inteligente de la fonografía. La de Perahia. Háganse este regalo de la vida. Déjenlo todo y escuchen: