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domingo, 28 de octubre de 2018

"La condenación de Fausto" (una canción)

¿Alguien quiere saber qué cosa es cantar?... Que escuche esto. La Serenata de Mefistófeles de La Condenación de Fausto de Berlioz por Ruggero Raimondi.
Berlioz recoge la tradición popular francesa y crea una canción operística que van a copiar todos los compositores de escena franceses posteriores. Aunque la inmediatez de su estilo melódico y la brillantez rítmica del fraseo la hacen única e inequívoca.
Este tío fue especial. Lo vuelvo a decir aquí: Berlioz es ‘el’ romántico. Él solo. Él representa el Romanticismo. Berlioz es el estado de ánimo en música. El estado de ánimo de los héroes románticos. Berlioz te transporta a su época, a su instante, a sus escenarios enfebrecidos. Si algo tan formal e ideal como la música es apasionamiento y arrebato y vendaval en algún momento de su historia es con alguna música de Berlioz. Recuerden su Requiem ya tratado en este blog. Seguiremos con él.
Bueno. Esta canción-serenata es una de las más bonitas de la ópera del s. XIX. Poco conocida. La versión de Raimondi como Mefistófeles es insuperable. Perfecta, danzante, divertida. Devora cada compás con la fruición y el sarcasmo que requiere un texto malévolo que insinúa la pérdida de la pureza moral (paciencia, hay una introducción y empieza en el seg. 26):




sábado, 27 de octubre de 2018

Leyenda Negra y televisión basura



Un día de esta semana pasada fui a caer en un programa televisivo de la cadena barcelonesa 8TV. Era un documental histórico con imágenes recreadas sobre la conquista del Perú por parte de Pizarro. No llegué al final, tal era su infame documentación y su nulo sentido de la verdad. Pura Leyenda Negra.

En unas simplificaciones de los hechos verdaderamente pueriles sólo interesadas por destacar la crueldad y avaricia española se afirmaba que Pizarro y sus hombres, apoyados por una despiadada iglesia católica, dieron muerte por garrote sin más al jefe inca Atahualpa para seguir con su pillaje. Y olé.

En la vida, como en la realidad histórica no hay peor mentira que una media verdad y una narración montada en una selección interesada de los hechos. Ideología contra Historia.

La historia verdadera es que después de la derrota de los ejércitos de Atahualpa y el apresamiento de éste, los desconfiados soldados de Pizarro, conocedores de todas las conspiraciones indígenas, presionaron para que se juzgara al inca. Pizarro se resistió, pero acabó cediendo y exigió que el prisionero tuviera un juicio formal con todas las garantías. Un tribunal examinó las diversas acusaciones, de las cuales destacaron y se probaron crímenes como el asesinato de su hermano Huascar, a quien robó el trono de Tahuantinsuyo (por tanto fraticidio y usurpación), exterminio de tribus, tiranía sobre poblaciones, engaño con conspiración, incesto (se acostaba con sus hermanas) y adulterio (era polígamo). Estas dos últimas acusaciones no serían motivo de juicio hoy en día y como mucho supondrían escándalo, pero no, desde luego, las primeras. 
En fin, sí, finalmente se ejecutó a Atahualpa a garrote en la plaza de Cajamarca, y recibió sepultura al día siguiente en la iglesia de San Francisco después de una ceremonia solemne correspondiente a su rango. Seguidamente, Pizarro intentó  asegurar la tranquilidad de los incas manteniendo sus organizaciones políticas y nombrando a un nuevo jefe inca, Toparca. No se obtuvo el resultado esperado, aunque más tarde, y ya dominando Cuzco se realizó el nombramiento de Manco Inca como gobernador, y eso sí pacificó la situación. Sin embargo, las tribulaciones, peripecias y enfrentamientos externos e internos siguieron, ciertamente, hasta la muerte del conquistador trujillense. 

Pero bueno. Cierta quincalla histórica extranjera sobre la colonización de América se sigue comprando con dinero en nuestro país. Tal vez sí es cierto que cada país tiene la televisión (basura) que se merece.

martes, 23 de octubre de 2018

"Sangre sucia." Nacionalismo vasco.




Lo sabemos desde hace mucho. Lo hemos visto. Lo hemos leído. Nos lo han contado. Pero. Y 'pero' porque todo esto sigue. Sí. Se quiere lavar. Primero manipulando. Luego olvidando. Malditos sean todos los grupos políticos que están en ello, incluido el Gobierno.

Testimonio de una joven (Marina de Quevedo Pueyo, abogada) del País Vasco:

Sangre sucia es el término despectivo que inventó J.K. Rowling para describir a los magos nacidos de padres muggles, es decir, no magos. A lo largo de la saga, en reiteradas ocasiones se les señala como objetivos a eliminar, son víctimas de burlas y considerados menos aptos que los sangre limpia.
Sangre Sucia es un término que siempre he identificado con la realidad del País Vasco y con nosotros, la generación de Harry Potter. Sangre Sucia somos aquellos niños vascos nacidos de padres no vascos o de abuelos no vascos, a los que cuando nos preguntan cuántos apellidos en euskera tenemos, sabemos que, entre broma y broma, la verdad asoma.

No somos la generación de nuestros padres, no hemos vivido los años de plomo, pero tampoco somos parte de la generación que lo ve como pasado lejano y ajeno, somos la de en medio, somos los niños que sabían que se mataba y por qué se mataba, somos los niños que heredaron datos mezclados, gritos de lucha y rabia contenida.
Niños confusos y marcados. 
Una vez un compañero, en el pasillo del colegio gritó: “¡españoles, hijos de puta!”, a lo que otra chica le replicó: “¡pero si tú eres de Extremadura, gilipollas!”.
Y esa es la generación que somos, la generación equidistante, la generación perdida. Lo hemos vivido todo y queremos fingir que no lo hicimos, queremos fingir ser algo que no somos.
Aprendimos, bajo el peso del silencio estructural, que no debías ser señalado. Nos dejaron claro lo que valía la libertad.
Nunca juntes rojo con amarillo, ni por error, una vez lo hice, mis pinturas de palo acabaron juntas en la caja. “Qué asco, qué feo, eso es español”, dijeron.
“¿Por qué no llamas a tus padres ama y aita? Qué feo suena papá y mamá. ¿Eres española?”
Mi lengua materna es el español, perdón, el castellano. Hasta hace no mucho decir español era feo, de fachas, hasta ese punto llegamos, politizar una palabra. Hablo euskera con fluidez y como todos los nacidos en la última década del siglo pasado se entonar “Ilargia de Ken Zazpi”, pero no es suficiente.
Todas las semanas los profesores hacían un sorteo, si te tocaba la pegatina del mamu txarra tenías que apuntar qué compañeros hablaban en español, al final de la semana la lista se haría pública. Ellos serían castigados. “Es un juego”, nos decían, no se lo podíamos contar a nadie.
Somos vascos, pero nunca del todo.
Sangre Sucia.
Un día, en el supermercado, vi como un hombre se agachaba con la linterna para revisar los bajos del coche, mientras, una mujer esperaba a su lado.
– “Mamá, ¿qué está haciendo?” pregunté sin dejar de mirar fijamente.
-“Revisar que no tiene una bomba”, resolvió ella, me encogí de hombros y me acomodé en mi asiento. Era lógico, claro.
Una vez, algo más mayor, me bajé de un metro convencida de que un tipo que jugaba con una caja nos iba a hacer saltar por los aires, de hecho, esperé la noticia angustiada.
-“¡Ay no hija! esos no matan a los suyos y en el metro de Bilbao hay muchos de ellos.” Volvió a resolver mi madre con la misma rapidez que años antes había disipado mi duda sobre el coche.
Ellos. Nosotros. Vosotros
Aquí, si pensabas diferente, le dabas la vuelta al periódico, que nunca quedara a la vista lo que leías.
Aquí solo se permitía una única idea.
No hables de política. No te identifiques. Que no te señalen. No quieres tu nombre en su lista.
Llevamos con nosotros el peso del tiempo, por inercia, sigo susurrando al hablar de determinados temas, e incluso a día de hoy, me descubro a mí misma girando el periódico.
Recuerdo a una compañera hacer apología de ETA en plena clase, y a otro levantarse llorando porque su padre, político, estaba amenazado por la banda terrorista.
Recuerdo el dolor de tripa cuando, una mañana antes de que sonara la campana que indicaba el fin del recreo, me preguntaron si mi padre era guardaespaldas. Si no era guardaespaldas, era empresario. Esa historia tampoco acababa bien.
Recuerdo como se reían de aquel que ocultaba en qué trabajaba su padre, porque en el fondo todos lo sabíamos.
“Txakurrak”.
A veces pienso, si realmente nosotros, la generación Erasmus, ha vivido esto, si alguien más lo recuerda.
Sentada en la puerta de Santa Croce ,-Florencia, Italia-, un chico me preguntó si Bildu podía ser realmente un partido de izquierdas.
-“No”, contesté pensando en ellos como herederos políticos de un pasado aterrador. Cuando quise elaborar mi argumento ya había sido interrumpida: “en Euskadi tenemos pintxos muy buenos”. Ni siquiera fuera, lejos del Puppy, las Herriko Tabernak o Sabin Etxeak sabemos decir la verdad. Pero, ¿cómo íbamos a poder?
Una parte relevante de la construcción de cualquier identidad se produce accidentalmente. Nuestras características se desarrollan en interacción con el entorno y es así, como la mayoría interiorizamos y generamos la información que moldea nuestra personalidad.
Desde las instituciones nos dan lecciones de democracia. Desde el Parlamento Vasco impiden la aprobación de una declaración institucional sobre el fin de ETA. Y nosotros, aceptamos y callamos.
Y callamos, cuando en las fiestas de los pueblos se mantienen las amenazas, porque si eres sangre sucia se te ve de lejos y ya te lo han dicho, no vengas. Así que, si te pegan, te lo mereces porque te lo advirtieron.
Sangre Sucia.
Y si no hay papeletas de todos los partidos en tu colegio electoral, es porque votas mal.
Sangre Sucia.
Y si eres interventor de un partido no nacionalista, te amedrentan en grupo, no en los noventa, en las elecciones generales de 2016.
Sangre Sucia.
Lo hemos aceptado. Guardaremos silencio. Miraremos a otro lado.
Hemos pervertido la historia, acabando atrapados en una retórica perversa, una superposición de justificaciones que han subsumido la verdad creando una realidad hecha a medida de equidistantes y cobardes. Un artificio que permite que subyazca la idea de que, en el fondo, ellos tenían derecho a matar, que su causa era justa.
¡Qué valientes eran estos liberadores de la patria!
El tiro, te lo pegaban en la nuca.
Y la sociedad vasca ha quedado herida de muerte.”

jueves, 18 de octubre de 2018

“It’s too bad she won’t live. But then again who does?”, otra vez.



“It’s too bad she won’t live. But then again who does?”

Ver la película Blade Runner 2049 es como volver a una casa en ruinas. Una casa que fuera habitada por uno mismo en una apasionada juventud. 
Blade Runner 2049 no es tal vez una gran película, pero hay tal implicación con la obra maestra del año 82 que el efecto emocional es inevitable. Personajes, ambientes y música. Todo mezclado. 
Deckard viejo. Rachel, un recuerdo... una imagen. El nuevo Blade Runner que debe morir bajo la nieve lenta. La banda sonora dramatizada a puro de adensarla y exagerarla pero sin perder del todo aquel clímax original.
Toda una experiencia… el paso del tiempo… vivir con miedo, y ya sin esperanza. Inmensa melancolía. (Reconozcamos que el último minuto es una pobre concesión al optimismo made in jolibud.)

“Lástima que ella no pueda vivir… Pero, al cabo… ¿quién vive?” …






viernes, 12 de octubre de 2018

Más sobre América e Hispanidad



Domingo de Soto, filósofo-teólogo y científico (fue el primero en establecer que la caída libre de un cuerpo presenta una aceleración constante; idea que aprovecharon muy bien Galileo y Newton) subrayó con acierto que lo que se debatía en la célebre controversia de Valladolid (1550-51) era cómo debían quedar aquellas gentes sujetas a la autoridad del emperador “sin lesión ninguna de su real conciencia”. O sea, cómo debe desarrollarse el Imperio allí con su justicia sin que los indígenas pierdan sus derechos naturales de seres humanos.
El filósofo y jurista Ginés de Sepúlveda defendió, frente a un necesario pero sensacionalista las Casas, la soberanía civil de los españoles, diciendo que “(…) no hay que obligarlos [a los indígenas] a ser cristianos por la fuerza, pues si así se hiciera, sería nulo según el derecho natural y las leyes cristianas, sino que hay que llevarlos a observar las leyes de la naturaleza que obligan a todos los pueblos, y que los mismos indios violaban de muchas formas y vergonzosamente” (se refiere a antropofagia, torturas, sacrificios propiciatorios de hombres mujeres y niños, esclavismo extremo…).
Todo esto se debatió en España con frecuencia a pesar de que existían y se hacían por cumplir (con todas sus dificultades, procesos y condenas) las Leyes de Burgos del 27 de diciembre de 1512 y 28 de julio de 1513 en las que se reconocía a los indios como “hombres libres”.  
Con todos sus problemas y abusos particulares (recordemos que ya a Colón le encadenaron y metieron en la cárcel las leyes españolas precisamente por abusar del cargo contra los indios) la legitimación de la conquista de América fue la idea ortogramática de imperio generador en marcha, en el sentido en que su norma rectora fue buscar la acción benefactora de las sociedades que iba dominando (no olvidemos las instituciones civiles, más que religiosas, que se desarrollaron allí: fundación de impresionantes y bellísimas ciudades, escuelas, universidades, academias, virreinatos, audiencias, etc. ¿Qué instituciones dejaron los holandeses o los ingleses durante sus expansiones coloniales?) La marcha y el sentido de regeneración del proyecto colonial español con su funcionamiento político y legal permitió, precisamente, el proceso de emancipación y creación de las diferentes naciones americanas, no sin conflicto, puesto que una gran parte de las poblaciones indígenas (muy mezcladas con los blancos de España) no aceptaron de buen grado la separación de sus países y sociedades de la España originaria, y digo originaria porque toda América era España, ya que cuando la semilla de las emancipaciones la Constitución española (1812) (vuelvo a recordar la entrada de La Constitución de Cádiz) reconocía como ciudadanos iguales a los de aquí y a los de allí y hablaba de Las Españas. Todos, por tanto, eran ciudadanos españoles con iguales derechos. ¿Qué otro imperio contemporáneo se mezcló con los indígenas y les otorgó ese grado de desarrollo? Ninguno. La depredación salvaje de otros imperios estaba a la orden del día.
Hasta el más célebre científico-naturalista europeo de los ss. XVIII-XIX, el alemán Alexander von Humbolt (tan célebre naturalista como obscuro conspirador amigo de Simón Bolívar) tuvo que reconocer el grado de desarrollo académico-técnico de las sociedades que habían sido ‘colonizadas’ (inadecuada palabra) y el cuidado y la atención que el monarca de ese momento, Carlos IV (un rey no especialmente cuidadoso), ponía en sus tierras americanas. Prueba de ello eran las inversiones económicas en el estudio de la naturaleza, superiores a las de ningún otro gobierno europeo, tal y como demostró el mismo Humbolt. En este sentido, un detalle curioso que pocos saben: El primer tren español no fue el de Barcelona-Mataró -como ¡aún! se enseña en algunas escuelas e institutos-, sino que fue, once años antes, el que enlazaba La Habana con Güines, en la isla de Cuba.