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domingo, 30 de junio de 2019

Brideshead y el alcohol



Creo que la razón que hace de la novela y su serie Retorno a Brideshead algo especial, emocionante y cercano, a pesar del estiramiento y afectación de sus británicos protagonistas casi arquetípicos, es la generosidad nunca escatimada en palabras o en imágenes de su afición al alcohol en forma de vinos, champañas, licores, jereces, oportos, aguardientes, etc. 
No recuerdo ninguna obra de ficción en que la razón de ser de una amistad y su alegría esté tan sinceramente expresada mediante el alcohol, eje vertebral de unas vidas jóvenes, brillantes y prometedoras, que se irán modelando con y por el vino y cuya futura promesa de maduración (una) y tragedia (la otra) se adivina tempranamente en su relación con el alcohol, tal como revela premonitoria una de las mujeres más inteligentes (y discretas, of course) de la obra. 
Si hay un elemento que dé apariencia interesante de existencia real a esas figuras de ficción, es el alcohol. Gozosamente.
Esto lo entenderán todos los santos bebedores de este mundo. La alegría del vino. La tragedia del vino. La verdad. La vida.
Escuchen la música de Geoffrey Burgon titulada Sebastian contra el mundo. Oigan cómo la dulzura despreocupada e indolente del vino esconde al final una disonancia irreversible.

martes, 11 de junio de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación del planeta (XIV).


Navegación del estrecho. Salida al Mar del Sur, desde entonces, Pacífico.

“Este cabo fue llamado el Deseado porque, en efecto, deseamos verlo largo tiempo.
Viramos en redondo para reunirnos con los otros dos navíos de la escuadra, y no encontramos más que la Concepción. Se preguntó al piloto Juan Serrano qué le había sucedido al otro barco, y nos respondió que lo creía perdido, porque no lo había vuelto a ver desde el momento en que embocó el canal.
(…) En caso de que no hubiéramos descubierto el estrecho para pasar de un mar a otro, el capitán general había determinado continuar su ruta sur hasta los 75 grados de latitud meridional, donde durante el estío no hay noche (…) como no hay día en invierno. (…) Mientras estuvimos en el estrecho, no tuvimos más que tres horas de noche, y fue en el mes de octubre (de 1520).
(…) Le dimos el nombre de Estrecho de los Patagones [desde 1525 Estrecho de Magallanes].
(…) En el momento que desembocamos fuimos testigos de la caza curiosa que algunos peces daban a otros peces. Los hay de tres clases (…) que persiguen a los llamados golondrinas, especie de peces voladores. (…) Es un espectáculo bellísimo de ver. Estos peces voladores tienen más de un palmo de largo y son un alimento excelente.
(…) El miércoles 28 de noviembre (1520) desembocamos del estrecho para entrar en el gran mar, al que enseguida llamamos mar Pacífico.”

martes, 4 de junio de 2019

De Unamuno (I)



Como en todos, el paisaje del alma unamuniano, su vida y su agonía y su razón de ser, era la contradicción:

"¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi corazón, que dice que sí, y mi cabeza, que dice que no! Contradicción, naturalmente. Como que sólo vivimos de contradicciones, y por ella; como que la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción."

domingo, 2 de junio de 2019

Tiempo y arquitectura

Las condiciones de vida de la Edad Media eran durísimas en comparación con las nuestras, sin duda. Pero a nosotros la pérdida de la trascendencia y la sustitución de los dioses antiguos por otros seculares nos ha traído el monstruo de una arquitectura contemporánea sin tradición ni belleza en la que tienen que vivir y morir grandes masas de población.
Casi cualquier ruina medieval realizada por humildes artesanos anónimos inflige una humillante lección de dignidad estética a los habitáculos-colmena acaso premiados por el mundo académico.