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jueves, 30 de abril de 2015

Cabrones que hacéis ruido


El ruido, el espantoso ruido, la bestia que hiere el oído, la inteligencia y el alma hasta paralizarla. El ruido de todos, el ruido omnímodo… El ruido de los pijos en las terrazas soleadas, de los pobres en los baretos umbríos, de las motos en las aceras, de los coches en la cazada, de las teles en las casas… el ruido (sin previo aviso) de las obras en todas partes; el ruido de la clase trabajadora, ay!! La clase obrera no va al paraíso; la clase obrera también va de cabeza al infierno, como su correspondiente clase rica, por vivir de hacer ruido sobre ruido; por picar, golpear, machacar a base de ruido lo que sea mientras escucha (oye, en realidad) una radio abyecta que sólo produce ruido.

Es el ruido de los ricos
Es el ruido de los pobres
El ruido de los currantes
Es el ruido que destroza el paraíso a las puertas
Nuestro paraíso
La vida delicada
Hecha de silencios y de sonidos bellos
¿Quién os manda hacer esas obras enormes y totalitarias?...

Que el diablo se os lleve a todos los que hacéis ruido intenso y continuado… Por gusto, por inconsciencia o por trabajo. Que os jodan vivos, cabrones.

No voy a reproducir la famosa frase de Shopenhauer sobre la imbecilidad y el ruido; es de sobra conocida. Pero no la olvidemos. Es una guerra; es una guerra abierta y permanente. Es el fondo de la educación. Es la base de la educación.


Ya lo ven. El ruido enloquece.

sábado, 25 de abril de 2015

Gilgamesh. Tauromaquia.


No hay frase genuina popular que sea vana. Su raíz se puede remontar milenios.
En el verso 131 de la tablilla VI de la versión ninivita del poema de Gilgamesh, enorme fuente de inspiración primigenia, se dice (según una de las traducciones más directas, claras y eficaces):

“Y agarró al toro por los cuernos (…)”

Y, posteriormente, en una descripción de tauromaquia (VI, 150-151):

“Y Gilgamesh como un valiente (clavó)
su espada entre el cuello, los cuernos y
(la cerviz) del toro.”

Y, más allá, lo mismo que más tarde los toreros, los dos héroes después de dar muerte a la bestia (VI, 175-176):

“Gilgamesh y Enkidu se lavaron (después)
las manos en el Éufrates.”

… En gesto de purificación tras haber matado al toro sagrado, al Toro celeste creado por el dios Anu a instancias de la hermosa y despechada Ishtar.


Gilgamesh, epopeya conocida parcialmente por textos sumerios, luego completada por versiones acadias, etc., como origen de mitos y fábulas, de la Ilíada, de la Odisea, de la Biblia… De la tauromaquia.

viernes, 17 de abril de 2015

Gómezdaviliana (XXI)


Ay, Señor, Señor… ¿Me encontrará algún día la fe?:

“El hombre se vive a sí mismo como angustia o como creatura.”

… Y estas dos sólidas hermosuras; miguitas de pan y crimen y castigo:

“Fe es lo que nos permite extraviarnos en cualquier idea sin desasir la senda de regreso.”

“No conozco pecado que no sea, para el alma noble, su propio castigo.”


jueves, 16 de abril de 2015

Pac-Man a Eurovisión

Como ya sabe todo el mundo civilizado, el próximo 2 de mayo tendrá lugar el combate del siglo. Mayweather contra Paquiao. Los mejores libra por libra del mundo. Los mejores welter de la historia del boxeo.
El bueno de Paquiao, un tipo afable, natural y familiar, pero nacido para la lucha entre las 16 cuerdas, se ha sacado una cancioncita de la manga en la que dice que va a pelear por su sufriente pueblo. No sé si ganará al escurridizo May (yo creo que sí), pero, si no, Paquiao a Eurovisión, por favor. Esta pésima canción merece al menos un segundo premio en el susodicho festival. (Qué momentos más apasionantes de la historia nos toca vivir.) Ánimo, Manny:


sábado, 11 de abril de 2015

Rosset (II). El conocimiento imbécil.



Es casi un lugar común, pero seguramente demasiado olvidado, que el ‘saber’ y la filosofía -como observación y reflexión de todos los saberes- se mueve en un principio de incertidumbre imposible de remontar.
Olvidar esto puede llevar a la paradoja del exceso de actividad intelectual como idiotez.
Rosset nos recuerda el ejemplo ficticio de Bouvard y Pécuchet, los personajes de Flaubert, como paradigmas de obsesión por el conocimiento convertidos en símbolos de la imbecilidad. Serían parecidos y precedentes de los opinadores (conjeturadores) de hoy día. Esos que se ven con derecho a hablar de todo y a ‘decir’ cualquier cosa porque todo lo han tocado y todo les interesa… en un nivel de baja intensidad de usar y tirar.

“ El interés manifestado por las cosas de la inteligencia, como se dice en La bella Elena de Offenbach, es más a menudo indicio de una mente mediocre que de una mente sagaz.”

“Señalaré también que el absurdo inherente a esa voluntad de inteligencia consiste ante todo en conceder más valor a la representación de las cosas que a experimentar esas mismas cosas.”

Frase esta fundamental para discernir lo que es el saber (o sea, el ‘sabor’) de las cosas de la noticia de las cosas.
Y sí, con la edad uno comprende que sabe las cosas (algunas pocas cosas, muy pocas) porque tiene lugar un proceso sintiente o, por el contrario, que conoce las cosas, pobre y simplemente (prácticamente a nivel nominal).

¿Quién, que no sea un talento severo, claro y manifiesto, ha podido escapar a este género monumental de idiotez? …