Translate

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Surusoitto, Op 111b. Sibelius.

Despidamos el año que muere con una música fúnebre excepcional: Surusoitto para órgano, Op. 111b, de Sibelius. Su última composición instrumental. Es un breve pero intenso testimonio de lo que podía haber sido, en extenso, la octava sinfonía, obra en la que trabajaba atormentadamente, pero que acabó destruyendo.
Esta música funeral compendia la mente musical de su autor: armonías ásperas, elementales, que se van desarrollando y se acaban por fundir en compactas sonoridades plenas de austera belleza contemplativa.
Aquí, la franca marcha inicial se difumina en un complejo cromatismo algo decadente, muy del gusto del órgano de la época (años 30), pero en seguida aparece un profundo acorde de tónica (mi menor) que irá apuntalando la pieza, especialmente a partir del minuto 2,38, en que se convierte ya en una lenta sonoridad telúrica combinada con su mediante (sol) mientras por encima empieza a sonar una sincopada melodía gregoriana. La transfiguración es fascinante, poderosa; prístina como el aire helado de Finlandia. Luego, hay una recapitulación con nuevas y sutiles introspecciones cromáticas y cambios de matiz hasta acabar con una larga playa sonora de acordes graves mi-sol-mi. Me parece una de las partituras organísticas más sencillas, hermosas y con sentido de su tiempo. Su sonido, de principio a fin, desprende sinceridad, necesidad. Cosa muy rara en el ornamentado y ampuloso órgano del s. XX.

Feliz año nuevo. Con Sibelius.


martes, 29 de diciembre de 2015

Con el proletariado: contra el proletariado.



Gombrowicz, con su habitual gracia y sarcástica ligereza, deja meridianamente claro en una de sus entrevistas con Dominique de Roux cómo se puede sentir uno de extrema izquierda y estar por ello necesariamente a favor del capitalismo. De paso, indirectamente abre la reflexión sobre si a cierto izquierdismo populista actual le interesa realmente acabar con las clases pauperizadas o más bien las necesita para mantener sus privilegios:

“(…) ¡O, sí!, estoy con el proletariado, o más bien estoy contra él, puesto que quiero que desaparezca de la faz de la tierra. Sólo que… desaparece más deprisa en los países capitalistas de Occidente. En otros sitios las masas obreras hormiguean como hormigueaban, y no parece que puedan mejorar en un futuro próximo. Me resulta difícil adentrarme en discusiones económicas complicadas, para las que no estoy preparado. Lo que quiero es que se ponga fin a la vergüenza denominada proletariado. Por consiguiente, estoy de parte del sistema que lo hace mejor. Me hallo ligado a los comunistas por un objetivo común, sólo estoy en desacuerdo con ellos respecto de la elección de los métodos. Por eso me defino como de extrema izquierda. Y si llamamos comunista a aquel que desea abolir la explotación de clase, entonces el más temible conservador puede ser considerado un comunista si cree honestamente que una prudente política conservadora sirve mejor a ese fin que las revoluciones ruinosas y crueles.

Esto en cuanto a demostrar la relatividad de la noción de izquierda. (…)”

jueves, 24 de diciembre de 2015

Navidad


                            Detalle del Frontal de Avià (Barcelona, actualmente en el MNAC)



Jauchzet ihr Himmel, erfreue dich Erde  GWV 1105/53.

Cantata para el Día de Navidad de Christoph Graupner (1683-1760), uno de los más prolíficos y originales compositores en este género:


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Elecciones. Lo peor.



(Una de las cosas peores ya ha pasado: la desaparición de UPyD.)

A partir de ahora lo peor sería:

Que fueran incapaces de acercar posturas y llegar a pactos los dos partidos mayoritarios.

Que Ciudadanos quedara fuera de una coalición entre los dos partidos ganadores como referente de un liberalismo renovador, moderno, pragmático, legal y antinacionalista. 

Que la izquierda más razonable se descolgara de lo prudente.

Que llegara al poder una amalgama de la actual izquierda divagante, anti-sistemas descabezados y nacionalistas disolventes.

En un país donde las reformas educativas (Logse, especialmente), junto con las propagandas clientelar y regionalista, han ido creando nuevas generaciones de votantes casi del todo ignorantes de la historia, de la filosofía (práctica) y, por tanto, de la reflexión política no es extraño que en épocas de crisis la gente se empuje aún más al abismo recurriendo a partidos aparentemente protectores y especialistas en responsabilidades ajenas, pero no en méritos propios. Cuando las cosas van mal y surgen los ‘teóricos’ de la catástrofe, el rédito para los mesías políticos aumenta, mientras que el redil de las diferentes tribus de la comunidad se va cerrando en busca de calor y reconocimiento identitario.

Que aún se asocie de plano el concepto de ‘progreso’ con la izquierda y se contraponga a la derecha (derecha entendida desde la visión simplista de la izquierda actual) es una de las inercias ideológicas presentes más fascinantes por reductora y falsa. Pero funciona. Lo mismo se podría decir sobre la visión unívoca que cierta derecha actual tiene sobre la izquierda. 
Es necesario constatar que las mitologías del ciudadano que vota actualmente en nuestras democracias pueden ser acaso menos visibles, pero tan intensas como las del ciudadano que actuaba en el Antiguo Régimen o en la Ilustración. Y el mito que más se ha extendido a través del tiempo en cuanto a una perspectiva genérica de la política es la simplificación dualista izquierda-derecha. Desde un punto de vista materialista se trata de una visión puramente metafísica y por tanto incapaz de ver los procesos y condiciones políticas reales que se van sucediendo a lo largo de la historia así como los de ahora mismo. La metafísica política necesita eludir el pluralismo de la realidad y por tanto el esfuerzo necesario por conocer todos los elementos que entran en juego. Es el evangélico “El que no está conmigo está contra mí…”, que en aquel contexto se entiende al fin como mensaje escatológico, pero que en un contexto político determinado es inaceptable precisamente por convertirse automáticamente en totalitario y peligrosamente excluyente. El totalitarismo de los nacionalismos y de los izquierdismos y derechismos. Hoy es el pensamiento vago; el de lo políticamente correcto. Por eso, cuando todo un líder del segundo partido más votado (Pedro Sánchez) dice que de entrada no va a apoyar al líder del partido más votado y que quiere un presidente “progresista” (se supone que él), yo creo que, simplemente, no sabe lo que está diciendo.

jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Descartes?: Gómez Pereira.



La amnesia y el desconocimiento sobre sí mismo de este país es un vicio olímpico (y ahí va su política).
El caso es que todavía se sigue estudiando a Descartes en los programas de filosofía de institutos y universidades como el padre del cogito y de la “nueva filosofía”. Pues no, lo que simplemente hace descartes es copiar al médico y filósofo Gómez Pereira, nacido en Medina del Campo en 1500. Pereira escribió exactamente: “Nosco me aliquid noscere, et quidquid noscit est; ergo ego sum.” Que es lo siguiente: “Conozco que yo conozco algo. Todo lo que conoce es; luego yo soy.”
Descartes lo abrevió, pero no lo mejoró (“Pienso, luego existo.”) Es una clara copia recortada. No puede ser una simple casualidad pues el francés también desarrolló las teorías del automatismo de los animales partiendo de Gómez Pereira y sus ideas sobre la falta de facultades sensibles de los “brutos”.

¿Por qué se sigue acudiendo a la famosa frase cartesiana, de tanto predicamento, pasando por alto a Pereira? No hay mala intención, se dirá. Por simple ignorancia. Ah… pues eso.