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martes, 29 de octubre de 2013

La lección de Arístides



Plutarco, en el libro dedicado a Arístides de sus Vidas paralelas, llamó al ostracismo “consuelo de la envidia”.

Eso es lo que parece que ocurrió con este estratego y político ateniense apodado El Justo.
 Sobrepasar un nivel por encima de la media humana general, lo que llamaban ‘hybris’, era mal soportado por los  griegos, pues creían que podía provocar la ira de los dioses.

Y así era. Durante mucho tiempo no se enviaron al ostracismo a los injustos, ladrones o incompetentes, sino a los destacados en exceso, para que su fama no oscureciera en demasía a los otros y provocara desgracias llegadas del cielo.

Pues el caso es que se cuenta que Arístides, descrito por Herodoto en su VIII libro de historia como “el mejor y más justo hombre de los que hubo en Atenas”, cuando la votación para ver si se le desterraba de la ciudad, se encontró con un hombre que no sabía escribir bien, el cual pidió al político si le hacía el favor de escribir en el ostrakon (trozo de vasija donde marcaban el voto) el nombre de Arístides. Éste le preguntó si ‘ése’ le había hecho algo, y el iletrado respondió: “no, ni siquiera sé quién es, pero estoy harto de oír que le llamen siempre el Justo”. Entonces, Arístides, sin dudarlo, escribió su propio nombre en la cerámica.

Este tipo de corrección, esta ejemplarizante lección de humildad y de justicia aun contra uno mismo es lo que hoy deberían aprender ciertos servidores públicos sólo interesados en proteger sus privados culos. 

sábado, 26 de octubre de 2013

El fariseo y el publicano



La última lectura de este domingo (Lc 18: 9-14) nos retrata la soberbia, y más un tipo de soberbia, la soberbia religiosa, que es seguramente la peor de las soberbias y tal vez fuera el principal enemigo de Cristo.
Para ello, en una breve y aparentemente diáfana parábola, se enfrenta la clase social más respetada con la más rechazada de su tiempo; se pone en paralelo un fariseo y un publicano.

Los fariseos, los 'intérpretes' o 'separados' (en los sentidos originales del arameo perissaya y del hebreo perussim), eran esencialmente el ejemplo religioso a seguir por su celo y su pureza en el cumplimiento y el culto de la Torah, o sea, de la Ley.
Los publicanos (publicani o 'recaudadores públicos') eran los cobradores de impuestos que trabajaban para la administración romana, y eran generalmente despreciados por el pueblo.

El nervio de la parábola está en la exaltación que hace el fariseo de sí mismo con respecto a los demás para elevarse y justificarse mientras está orando. El publicano, por el contrario, medio retirado en un rincón del templo, acepta humildemente sus faltas y pide misericordia. Cristo acaba la parábola diciendo: “Todo el que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado”.

La posible disonancia de los versículos está en que se rebaja a un hombre que es correcto. No hay ni una falta en el fariseo… ni una falta formal. Todo lo que hace es adecuado, necesario y justo. ¿No existe, pues, algo de arbitrariedad en la sanción de Cristo? Sí, lo parece. Como en muchas parábolas, surge la paradoja.

Pero el mal del fariseo, como el de cualquiera de nosotros, está en ‘creérselo demasiado’, o creérselo siquiera un poco, y en hacerse él mismo centro de su creencia.
Cuando el comportamiento religioso se hace consciente de sí mismo corre el peligro de envanecerse y transformarse en gesto muerto, que es lo normal entre una gran parte de la gente religiosa y de la misma Iglesia. La religión exige demasiado. El Cristianismo exige demasiado. Quedarse a medias es lo normal entre creyentes. Es eso del mostrar pero no sentir y del decir pero no hacer.

Los sutilísimos equilibrios del Cristianismo a partir de sus fórmulas públicas y sus sencillos relatos evangélicos nos pueden meter en peripecias personales muy complejas. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Educación, mentiras y huelgas en vídeo.



Que con la nueva Ley de Educación haya más gasto en becas y más gasto por alumno (España es uno de los países de Europa que más gasta por alumno con menores resultados) no ha impedido que se incrementen las tasas y que se penalice a los estudiantes que suspendan repetidas veces en la Universidad.
Aquí está por ver quién puede ser excluido de los estudios superiores por estas medidas. Por ello, es posible que haya que hacer enmiendas fundamentales en ese ámbito.

Pero hay algo profundamente descorazonador en toda esta propaganda política grosera y torticera contra una ley que, por otra parte, es de lo más pacata en las correcciones de los errores de las nefastas leyes anteriores que afectan, por ejemplo y de forma demoledora, a la enseñanza secundaria.
Los que se manifestaban ayer contra los recortes, bien, es justo y necesario; pero los que se manifestaban contra las reformas que quiere introducir la Ley en la enseñanza media, una de dos, o tienen interés en seguir hundiéndose en la miseria (sobre todo, en hundir a los alumnos) o son unos perfectos ignorantes tanto de la Ley como de la situación de la enseñanza actual.
En una enseñanza seria, la integración e igualdad deben ser de partida y no de recorrido como piden muchos, porque la supuesta igualdad de recorrido no es más que una pantomima de educación, esa que se sufre en tantos lugares de este país desde hace décadas. A veces, la falsa igualdad no provoca más que la peor de las desigualdades: institutos llenos de semianalfabetos y adolescentes desmotivados (perfectos gamberros, en no pocos casos, que no quieren estar ahí y a los que mantienen en su sillas haciéndoles pasar de curso hagan lo que hagan) que impiden el desarrollo normal de las clases y el aprendizaje de los alumnos normales. Esta es la peor de las injusticias porque se está robando el derecho a ser educados e instruidos a los que realmente quieren y necesitan serlo.
Los que ayer pedían “no tocar la educación”, sin quererlo también estaban diciendo: ‘dejemos que se hunda de una vez por todas el nivel educativo de la educación pública española’.

Veamos sólo algunos tímidos puntos que quiere introducir la nueva Ley en la secundaria:
-Evaluaciones externas (objetivas) al final de la ESO. (Son necesarias para que no continúen las presiones sobre los profesores por parte de las direcciones y las manipulaciones en las notas a gusto de cada centro.)
-Oficializar y regular un 4º de ESO para el Bachillerato y otro destinado a la FP. (Una división que aclararía y mejoraría la situación general y el nivel académico en ese final de etapa y que, de hecho, muchos centros se ven obligados ya a aplicar.)
-En Catalunya habrá una prueba especial de catalán dependiente del Departament d’Ensenyament. (También permitirá saber con mucha más objetividad y precisión el nivel alcanzado por los estudiantes.) Pero en Catalunya, desgraciado caso aparte, los políticos nacionalistas no quieren informar de esto. Es algo que cae por su propio peso: sólo les interesa ocultar, engañar e intoxicar a la opinión pública para continuar con su demagógica autoadulación agraviada; han visto que la manipulación de las masas (perfectamente pecuarias) mediante mentiras (o chantajes dinerarios) les supone, de momento, un buen negocio. Por eso, no es de extrañar oír cosas como las que me decía ayer un profesor veterano de CC.OO: “En Catalunya, los sindicatos mayoritarios tienen la consigna de no hacer nada que pueda molestar las pretensiones identitarias de los nacionalistas.” Así mismo. Eso ya lo sabíamos muchos desde hace tiempo. Por eso sabemos, desde luego, que no saldrán a la calle para reclamar el dinero de la paga extra que, una vez más, va a robar la Generalitat a sus trabajadores (esto se aplica ya sólo en Catalunya), o que no protestarán ante la negativa, por parte de todos los grupos nacionalistas en el Parlament, a que el profesor sea una autoridad pública.
Huelgas, banderitas y reivindicaciones por la "igualdad"… ¡Sinvergüenzas! 

domingo, 20 de octubre de 2013

Miriam



La semana que viene hará cuatro años que murió Miriam, una de mis mejores amigas.
Murió de una enfermedad lenta y dolorosa; una enfermedad irremediable que la consumía por dentro y por fuera.
Jamás se quejó. Sólo luchó y vivió todo lo que pudo. Estuvo siempre en su sitio, con inteligencia y coraje. Nunca perdió el buen humor.

Murió… y fraguó el ejemplo. Esos raros ejemplos que uno quiere tener siempre presentes y ser digno de ellos en los momentos difíciles.
Pero la verdad asoma con el tiempo, definitiva: cada uno es como es y la reciedumbre vital no se pega por quererla.
Por eso, porque cada uno es como es y está más o menos determinado en su pequeñez, es necesario llevar consigo el recuerdo de estas personas como un icono sagrado.

En estos casos la admiración es una fuerza moral a la que estamos obligados.

viernes, 18 de octubre de 2013

Milagro penitencial. Schnittke (encriptado).



“Oh, hombre, pobre condenado,
cuya vida en la tierra está hecha para el fin.
En tu ocaso habrá un terrible juicio.
¡Mísera alma!
El sol cae, la luz se desvanece,
y el hacha cercena de raíz.
Oh, alma, ¿por qué lamentas tu mortalidad?
Tiembla.
Antes que tú estaba el hacedor
que vertió la copa fatal.
Deberás ver el rostro abominable del demonio
y el eterno tormento.
Pero, después…
Después, más tarde, Cristo,
Cristo liberará tu alma.
Él escuchará tu oración.”
                   (Canto penitencial-V. Anónimo ruso, s. XVI)

La moral estética de Schnittke suele ser, como ya sabemos en este blog, el palimpsesto irónico, artefacto del que es un insuperable maestro y en el cual alcanza unas cotas de encanto irresistibles.
No obstante, donde siempre se batió el cobre de la verdad artística fue en las obras corales ('serias') de carácter sacro. 

Schnittke, de origen judío, converso al catolicismo, pero influenciado hasta la herida por la tradición vocal ortodoxa, extrae de ella todas las consecuencias posibles para un fanático de la historia musical en acumulación.

Una de las series corales más turbadoras de toda la historia de la música es la de sus Salmos penitenciales (o de arrepentimiento); una liturgia marginal de viejos textos anónimos rusos del s. XVI recuperados en el s. XX.

Aquí presentamos uno de los salmos más breves; el V. 
Un sombrío despliegue semitonal silábico se va fundiendo en una declamación coral oscura, pesante, fría, que no alcanza nunca una decisiva determinación armónica. Una ansiedad de oración perdida, imposible.
Es un coro de almas errantes que avanzan con la gravedad de los que se saben condenados porque la vida y la muerte son una y la misma pena. Podría ser la representación del Sheol bíblico, imperio de unos muertos abocados al abandono y la tristeza. Por momentos, los timbres llegan casi a perderse en una sonoridad de grisalla flotante y luctuosa como postreros trazos de un grabado fúnebre.
Pero, sutiles, las voces femeninas van adquiriendo, poco a poco, una presencia algo más dramática, recuperadora, más expresiva en cuanto más humana. El canto se eleva en cada doliente palabra; no obstante, la abismada conciencia no empieza verdaderamente a ver la luz hasta la frase de los versos finales “Después, más tarde, Cristo…”. Entonces, sí, ascienden las voces del fondo de la Tierra.
La pujanza musical que tiene lugar a partir de ese momento (minuto 2.20) es un milagro de expresión artística imposible de hallar si no es por una inteligencia convencida de que algo extraordinario y esencialmente puro es posible.
La plenitud musical de esos últimos 50 segundos de tensión contrapuntística es la aparición de la belleza por la verdad, pues en ese instante, lo eterno que se oculta y que no sabemos -lo invisible- es mostrado con el fulgor del relámpago en la noche. La redención de Cristo revelada a un incrédulo:

(Como es imposible colgar el video, dejo la dirección; esta 'encriptación' lo hace más secreto y emocionante; quien no se sienta atraído por el texto, que lo deje, quien sienta la más mínima curiosidad quedará recompensado, lo juro:)

                                    http://www.youtube.com/watch?v=8ktctVvW4i0





domingo, 13 de octubre de 2013

Márquez vs Bradley



12 Octubre de 2013

El estadounidense Timothy Bradley venció muy ajustadamente por puntos al mexicano Juan Manuel Márquez en Las Vegas y mantuvo así el título mundial welter de la WBO.

Dinamita Márquez, al que aún se recuerda por el fulminante KO que le infligió al campeonísimo Manny Pacquiao en su último combate, se quejó amargamente de la decisión, pero el boxeador negro, conociendo el demoledor martillo que tiene el mexicano en sus manos, planteó una pelea muy estratégica, con mucho movimiento, distancias estudiadas y ataques seguros.

Una vez más, se demostró que el boxeo no es un deporte sólo de brutos.

martes, 8 de octubre de 2013

Aquellas lenguas vivas


Una de las razones para mantener en nuestros programas educativos las generalmente llamadas lenguas muertas podría ser, cuando menos, hacer conscientes a los estudiantes, y de una vez para siempre, de que lo que hablan habitualmente en su vida cotidiana es griego y es latín.
Vamos con el griego. Vamos, por ejemplo, a una de las expresiones más célebres del Antiguo Testamento, recordada en su transcripción griega en el evangelio original de Mateo y repetida en nuestro mundo con frecuencia:
La frase en griego dice: “ὀφθαλμὸν ἀντὶ ὀφθαλμὸυ καὶ ὀδόντα ἀντὶ ὀδόντος”; que se lee más o menos: ‘ofthalmón antí ofthalmou kai odonta antí odontos’.
Con un poco de atención, hasta el más despistado adivinará la frase. ¿Quién no ha ido alguna vez al oftalmólogo a mirarse la vista (los ojos) o al odontólogo a arreglarse los dientes?...
Sí, se trata de la formulación más exitosa de la Ley del talión:
“Ojo por ojo, diente por diente”
(Ah… ¿Que la gente ‘normal’ no dice oftalmólogo ni odontólogo y prefiere decir, en cambio, ‘oculista’ y ‘dentista’? Pues bien, entonces se han pasado del griego al latín: “Oculum pro oculo et dentem pro dente”.)
No acaben del todo con las clásicas, hombre.

domingo, 6 de octubre de 2013

Aragorn. Roy Campbell.



Una tormentosa tarde de octubre de 1944, J.R.R. Tolkien entró en la posada oxoniense Eagle & Child y no tardó en fijarse en un individuo que, en un rincón, apartado del grupo, escuchaba una charla amistosa de C. S. Lewis (autor de las Crónicas de Narnia).
Tolkien lo describe como delgado, alto, demacrado, con cicatrices, avejentado, ojos brillantes, nariz ganchuda, vestido medio a lo militar, con sombrero de ala ancha... Cuando el misterioso personaje decidió intervenir en la conversación, Tolkien descubrió un fascinante acento impreciso.
Parece ser que Tolkien no lo dudó más. Había encontrado, en carne y hueso, a ese Strider (‘Trancos’) del Prancing Pony (el ‘Poney Pisador’), futuro Aragorn de El Señor de los anillos que en esos momentos todavía no había acabado de perfilar en su imaginación.

Roy Campbell fue uno de los literatos más intensamente malditos en lengua inglesa.
De origen surafricano, aventurero prematuro, amigo y defensor de los zulús, luchador contra el racismo de su país natal, declarado anarca, bebedor empedernido, pendenciero… empezó a publicar en los años veinte.
Se unió al grupo de Bloomsbury, pero se separó al punto aburrido de su psicologismo y sus disputas de alcoba. Vivió una temporada en Francia y finalmente viajó a España, se enamoró de su paisaje, su gente y su poesía renacentista, y se puso a estudiar el idioma. Durante un tiempo fue ‘alumno’ de Rubén Darío en los bares Barcelona, o sea, fue fiel compañero de intensas borracheras.
Más tarde marchó a Altea, donde decidió, junto con su familia, abrazar el catolicismo en 1935.
Al año siguiente se instaló en Toledo, ciudad que le fascinó singularmente, y allí hizo amistad con unos monjes carmelitas cuya espléndida biblioteca visitaba Campbell diariamente.
Al estallar la Guerra Civil los diecisiete carmelitas fueron fusilados por milicianos comunistas. La biblioteca fue incendiada. Justo antes de la masacre, intuyendo lo que se avecinaba, los religiosos entregaron a Campbell unos valiosos manuscritos que poseían de San Juan de la Cruz. El poeta los escondió en su casa. Fue interrogado, golpeado y su casa registrada, pero no encontraron los manuscritos. Tiempo después fueron recuperados.
Campbell descubrió los cadáveres de sus amigos en un callejón en el que también había cuerpos colgados de otros religiosos. Desde ese momento se hizo defensor de la causa franquista y se ganó la animadversión de algunos colegas británicos que hasta ese momento le habían considerado mucho como poeta, especialmente los más cercanos a la izquierda, por ejemplo, los de la llamada generación Auden: Lewis, MacNiece, Spender y el mismo Auden. Cuando éstos escaparon a América tras los primeros bombardeos de Londres durante la II Guerra Mundial, Campbell los bautizó como “los poetas de retaguardia” y “carros blindados de pana”. Roy Campbell, a pesar de su paternidad, de su edad y de su mala salud, volvió a Inglaterra desde España y se alistó voluntario en el ejército para luchar contra los alemanes.
(Otro día hablamos de su poesía.)

miércoles, 2 de octubre de 2013

El viejo Csontváry


El húngaro Csontváry (Tivadar Kosztka Csontváry), uno de los más excepcionales pintores entre los siglos XIX y XX, se pasó la vida buscando la verdad del espectro místico de los colores solares. “El espectro de Dios”, decía él mismo cuando estaba arrebatado.

Esa búsqueda le hizo romper con el presente artístico de su época (y qué presente) y apartarse de toda moda para entrar en un círculo alucinatorio en el que la realidad eterna de la tierra se transformaba en símbolo de la riqueza divina. Un medieval, sí.

Sus megalómanas bizarrías pictóricas tuvieron su punto culminante en dos de los paisajes más extraordinarios del s. XX: las Ruinas del teatro griego de Taormina y Baalbek.
En la inmensidad de estas telas se transmite su elocuente amor por la antigüedad, una extraña pureza primitiva en la estilización objetual y un sentido del espacio capaz de encajar perfectamente escalas alteradas para componer naturalezas a lo grande. Su pulcro dibujo es respeto por las formas simples y su fabuloso cromatismo grandeza épica de una hipersensibilidad visual prácticamente enfermiza, pero admirablemente decorativa en sus resultados: