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lunes, 27 de mayo de 2019

Misterio de los días



Léon Bloy escribe, el 26 de abril de 1910, sobre un anciano que le visitaba asiduamente:

“Me hablaba mucho de la muerte: “Yo quisiera morir para saber lo que ocurre en el otro lado”, decía. Si uno fuese realmente profundo, se tendría la misma curiosidad en presencia del misterio de cada día. En realidad, lo que me sucederá mañana es tan oculto, tan grave como lo que me sucederá después de la muerte.”

Sustituyamos los términos “oculto” por desconocido y “grave” por apasionante, y nos ganaremos con esta frase tremenda y enfebrecida un merecido estado de exaltación saludable. Con permiso de Bloy, claro.

domingo, 26 de mayo de 2019

Sobre el "Protágoras". Gustavo Bueno (XIII).


Acerca de los sofistas de la educación pretendidamente científica sobre los que se discute en el Protágoras platónico, que son también todos aquellos que se lucran explotando la inseguridad de las personas o queriendo mostrarles un camino hacia su “realización personal” o hacia un supuesto “yo” perfeccionado y preexistente no se sabe dónde… escribe Gustavo Bueno:

“(…) El gran sofisma que Platón nos ha denunciado en el Protágoras creemos, que en sustancia es éste: el de quienes estiman que es lícito apoyarse en la evidencia axiomática de que el hombre sólo es hombre por la educación, para justificar la profesión del sofista como «científico de la educación», como maestro de humanidad y de sus virtudes más genuinas (la libertad, la formación, la creatividad, la personalidad, la realización de la propia mismidad).
Por supuesto, ni Sócrates ni Platón, a pesar de su implacable análisis, han podido acabar con los sofistas, en su sentido más estricto, ni es posible acabar con ellos, como tampoco la medicina puede acabar con las enfermedades. Tan sólo es posible intentar «mantenerles a raya». Pero los sofistas se reproducirán siempre, precisamente porque la multitud y los gobiernos necesitan estos científicos de la personalidad, estos maestros de la virtud. Por ello, tampoco negamos a los sofistas su «función social». En la Edad Media, por ejemplo, la función de los sofistas ha sido desempeñada por el clero, es decir, por un conjunto de «curas de almas» encargados de edificar a los individuos, de elevarles desde su estado natural (de pecado, de indefensión) hasta su estado sobrenatural. Pero en nuestro siglo, cuando el clero de diferentes confesiones va perdiendo su poder –no ya, en modo alguno, cuantitativamente, pero sí cualitativamente, ante las extensas capas sociales ilustradas por una educación científica– los sofistas renacen bajo formas nuevas. ¿Podemos identificarlos?. Con toda seguridad, porque estos nuevos sofistas son ahora los que se autodenominan «científicos de la educación», o bien aquéllos que siguen definiendo a la educación, al modo de Protágoras, como «el proceso de convertirse en persona» (Roger) o como la «educación liberadora» cuyo objetivo fuese la «concientización», el «hombre como sujeto», &c., &c. Lo que hace siglos fueron los sacerdotes son, pues, hoy, los pedagogos científicos (y, por motivos similares, los psicoanalistas, y tantos psicólogos). No desconfiamos del todo en que, después de meditar el Protágoras platónico, pudiera decir más de un científico de la educación, en la España de 1980, lo que González Dávila decía en la España de 1780: «Sacerdote soy, confieso que somos más de los que son menester». Porque son las llamadas «ciencias de la educación» indudablemente la versión que en nuestro siglo o encarna mejor a la sofística que Sócrates ataca en el Protágoras. Puesto que no siendo ciencia en modo alguno se presentan corno tales. Por nuestra parte, no criticamos la posibilidad de tratar científicamente amplias cuestiones relativas al aprendizaje, a la instrucción en virtudes positivas (las de Ortágoras, las de Fidias). Nos dirigimos contra la pretensión de un tratamiento global de la Educación (Skinner), de un tratamiento científico de la formación científica de la personalidad (las virtudes de Hermes) corno «tarea integradora en la educación humana del hombre» (Sucholdosky). Porque este tratamiento global, el de las ciencias de la Educación, precisamente por serlo, no puede ser científico, sino filosófico. Y es pura propaganda gremial el presentar planes generales de educación, metodologías pedagógicas globales, como algo «científicamente fundado»: las relaciones entre las diversas ciencias del aprendizaje, si las hay, no pueden ser científicas. Y, sin embargo, los nuevos sofistas, logran convencer a los estados y a los ciudadanos de su importancia y obtienen asignaciones económicas que, si distribuidas por cada científico de la Educación, no suelen alcanzar en general a las cien minas, en conjunto constituyen sumas muy superiores a las que podría obtener Fidias «y diez escultores más». No pretendemos aquí, pues, devaluar todo aquello de lo que se ocupan las ciencias de la educación, porque sin duda, ellas arrastran funciones más o menos oscuras, pero que son necesarias. Pero al arrogarse la función de «ciencias» se hinchan, se envanecen y desvían constantemente de sus fines sociales (acaso enseñar la mnemotecnia, y no la creatividad; acaso enseñar el lenguaje escrito, y no la capacidad de hablar; acaso enseñar la gimnasia y la danza y no la expresividad). Pero mediante su presentación como científicos, engañan a los poderes públicos, y a las familias, es decir, se convierten en sofistas, prometiendo, por ejemplo, mediante el cultivo de la libre creatividad o la expresividad corporal espontánea, [84] la auto-realización de la personalidad misma del individuo (cuando ya sería bastante que se atuviesen a enseñar la flauta como Ortágoras de Tebas o la pintura como Zeuxis). Y lo que ocurre es que, al arrogarse la función del maestro de la personalidad, no sólo se confunden y se desorientan, sino que producen daños irreparables a sus discípulos, sin perjuicio de lo cual, se atreven a percibir grandes sumas de dinero.”

lunes, 20 de mayo de 2019

"L'auca del senyor Esteve." Una lección.



Josep Pla ponderaba las grises virtudes del señor Esteve (protagonista de la célebre obra de Santiago Rusiñol L’auca del señor Esteve) de la siguiente manera:

“El señor Esteve es un patán, un poco ramplón, vulgarísimo, pero paga religiosamente sus deudas y hace honor a sus compromisos. No es juerguista, ni chismoso, no es un aprovechado, ni una persona que acostumbre a dar gato por liebre. Es vulgar, pero serio. Es insignificante, pero positivo. No es genial, pero sí eficaz… Sobre el señor Esteve y todos los señores Esteve que pueblan la tierra se ha construido ese poco de libertad que puede conseguirse en este mundo; ese trocito de tolerancia que hace posible la existencia humana, los progresos obtenidos y el bienestar que este país -y el resto- ha dado de sí.”

¿Dónde están hoy los buenos señores Esteve? Que vuelvan, por favor.

domingo, 19 de mayo de 2019

Gómezdaviliana (XLVII)



Con la debida humildad, ¿quién no se ha encontrado en una tesitura similar en algún momento de su vida, hoy más que nunca?:

"El hombre inteligente llega pronto a conclusiones reaccionarias.
Hoy, sin embargo, el consenso universal de los tontos lo acobarda.
Cuando lo interrogan en público niega ser galileo."


miércoles, 8 de mayo de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación del planeta (XIII).



Sigue la búsqueda del paso. Tormentas. Fugas. El hallazgo.

“Enseguida que entramos en sus aguas, que se creía que no era más que una bahía, el capitán envió dos navíos, el San Antonioy laConcepción, para averiguar dónde desembocaba (…) Por la noche sobrevino una terrible borrasca que duró 36 horas y nos obligó a abandonar las anclas, dejándonos arrastrar por la bahía a merced de las olas y el viento. Los otros navíos (…) esperaban encallar de un momento a otro; pero en el instante en que se creían perdidos vieron una pequeña abertura, que tomaron por una ensenada de la bahía, donde se internaron; y viendo que este canal no estaba cerrado, continuaron recorriéndolo y se encontraron en otra bahía, en la cual prosiguieron su ruta hasta que se encontraron en otro estrecho, del que pasaron a otra bahía mucho más grande que las precedentes. Entonces, llenos de alegría, en vez de ir hasta el fin, juzgaron conveniente volverse para dar cuenta al capitán general de lo que habían visto. 
Dos días pasaron sin que viéramos reaparecer a los dos navíos que se enviaron (…) por lo que creímos habían naufragado. Pero mientras estábamos en esa incertidumbre (…) los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados. 
Al entrar en la tercera bahía (…) el capitán general envió dos navíos, el SanAntonioy la Concepción, por el estrecho del siroco a ver si salía a mar abierto. El primero zarpó en seguida y reforzó las velas sin querer esperar al segundo (…) porque el piloto tenía la intención de aprovecharse de la oscuridad de la noche para deshacer el camino recorrido y volverse a España por la misma ruta que acabábamos de hacer.
Este piloto era Esteban Gómez. (…) Encadenaron y hasta hirieron al capitán del navío, Álvaro de Mezquita, primo hermano del capitán general, y así le condujeron a España. La San Antoniopor la noche dio la vuelta y se dio a la fuga por el mismo estrecho.” [Esteban Gómez fue encarcelado a su llegada a España. En 1524-1525 participó en una expedición de búsqueda del paso del Noroeste.] 
“Habíamos entrado en el canal del garbino con los otros dos navíos y llegamos a un río que llamamos de Las Sardinas, a causa de la inmensa cantidad que vimos de estos peces. Enviamos una chalupa (…) Los marineros de la chalupa volvieron al tercer día, y nos comunicaron que habían visto el cabo en que terminaba el estrecho y un gran mar, esto es, el Océano. Todos lloramos de alegría.”

sábado, 4 de mayo de 2019

Reencuentro


"Reencuentre usted el espíritu de los pueblos."
Para mí que es algo así lo que entiende el progreso como recuperación del mundo rural.