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sábado, 30 de noviembre de 2013

El McCarthy irredento



El huidizo Cormac McCarthy (sólo ha concedido una entrevista audiovisual en toda su vida por exigencias del premio Pulitzer) se está convirtiendo en uno de los escritores más cinematográficos del momento. Ya tiene seis adaptaciones al cine muy afortunadas en cuanto a éxito de público y reconocimiento de la crítica (Todos los hermosos caballos, No es país para viejos, La carretera, The Sunset Limited, El consejero e Hijo de Dios; la cuarta es una obra de teatro, la quinta un guión encargado y la última aún no se ha presentado en pantallas comerciales). Su épica de la violencia es tan intensa y evocadora que habría que ser un piernas para no hacer una película interesante con sus obras (algunos han estado cerca, y no me refiero a las dos últimas mencionadas porque no las he visto). Está claro que hoy es el escritor que todos los cineastas desean adaptar.

Pero hay una novela que se resiste. Y es su gran novela: Meridiano de sangre (Blood meridian), el gran western de la devastación. Todos los directores que lo han intentado en los últimos años han desistido, entre ellos un virtuoso de la imagen y amante de los desafíos cinematográficos como Ridley Scott.

Meridiano de sangre, que es tenida por Harold Bloom como la obra maestra apocalíptica de Estados Unidos, se resiste a una adaptación cinematográfica igual que se resiste una obra como La Ilíada, pero seguramente no tanto por la cruda exaltación de una omnipresente violencia, como en el clásico homérico, sino acaso por la combinación de   apremiantes descripciones con grandilocuentes visiones poéticas de funesto carácter profético. A menudo funde unas con otras. Entonces la barroca amalgama actúa como un magnético misterio en la mente del lector y es intrasmisible a imágenes concretas. Un ejemplo de lo primero, descripciones, y lo segundo, descripciones y visiones funestas (en la traducción de Luis Murillo Fort):

*“Glanton ordenó matar una cabra, cosa que hicieron en el corral mientras los caballos temblaban de espanto, y al resplandor de las llamas los hombres procedieron a asar la carne y la comieron con sus cuchillos y se limpiaron los dedos en el pelo y se echaron a dormir en la tierra quebrantada” 

*“Cruzando en plena noche aquellos áridos escollos de grava se los veía inverosímiles y privados de sustancia. Una conjetura que se presiente en la oscuridad. (…) Pues aunque todos y cada uno de ellos eran distintos entre sí, conjuntamente formaban una cosa que no existía antes y había en aquella alma comunitaria vacíos apenas concebibles, como esas regiones dejadas en blanco de los mapas antiguos en donde habitan monstruos y donde no hay del mundo conocido otra cosa que vientos conjeturales.”

Poderoso. Pues bien, el gran mérito de la novela es que mantiene este aliento durante cuatrocientas páginas. Y lo mantiene creando un mundo de extrañeza tal que, además, no nos permite ni por un instante la más mínima empatía con ninguno de los personajes del relato. ¿Cómo va nadie a arriesgarse a adaptar al cine algo así sin pervertir o perder del todo la naturaleza de la escritura?
Meridano de sangre es una obra maestra porque se atreve a especular sobre los rincones más siniestros de la Creación sugestionando al lector sobre lo que sería el mundo transmutado en infierno en un lugar y en un momento determinados.
Naturalmente, fracasa en el intento.
Pero ese fracaso es una literatura aterradoramente esplendorosa.

martes, 26 de noviembre de 2013

Pintura abstracta



El otro día estuve otra vez en un célebre museo de pintura abstracta.
Ya hace tiempo que uno no siente perplejidad ante ese tipo de cuadros. Pero lo que no deja de crecer es el tedio. Un profundo aburrimiento le invade al visitante casi desde la primera tela a pesar de la buena voluntad. Es casi el mismo aburrimiento que sintió cuando la primera vez, pero ya sin disimulo. Ni el argumento decorativo sirve. Bellos colores, sí.

El problema de la mayoría de los pintores abstractos no es su pretensión plástica o sus supuestas excrecencias conceptuales, casi siempre intransmitibles por ser su arte -por mucho que hablen de objetividad desnuda- pura logorrea muda, sino que se trata, más bien, de una oceánica falta de imaginación.
Una reverberación lumínica, una sutileza cromática… ¡Bah!
Lo que aquí ocurre es una enigmática (y sistemática) dedicación a obviar la realidad al tiempo que se pide contemplación (acto que se frustra en la triste anécdota de una materia, de un color, como mucho de esa reverberación, de esa sutileza de la que hablábamos…). Y detrás de todo ello palpita una pretensión de conjurar lo real a base de irrealidad, lo cual supone, por otra parte, la dramática contradicción de la pintura abstracta.
Lo que pretende ser una presencia no es más que un rodeo perdido, lo que quiere comunicar acaso espiritualidad no dice más que huida de las formas, el peor de los pecados para un artista verdaderamente espiritual. Recordemos la pertinaz evidencia figurativa de los clásicos y antiguos.
El misterio de ese contradeseo y carácter de renuncia habita en la naturaleza del hombre y es enemigo de la pujanza saludable del mundo.
Sin embargo, también forma parte del arte.
Es posible que a todos nos aceche. Incluso que nos llegue a poseer algún día. Y que a todos nos devore. 
(Joder!, no puedo dejar de mirar ese Rothko.)

martes, 19 de noviembre de 2013

Gómezdaviliana (IX)



Sobre el cabal entendimiento de nuestras ideas:

“Expresar ideas es fácil, pero es casi imposible comunicar el contexto que las hace inteligibles.
Quien no comparta nuestras experiencias se engaña creyendo entenderlas.”

                                                                          .…..

Como es de bien nacido ser agradecido, hoy celebramos el ‘centenario’ de un fuego amigo, de un seguidor de CyR, el del blog http://wilbpack.wordpress.com/ .
Se llama Bajo el agostadero, pues al parecer tenía intención de ser sólo ave de verano. Pero sigue, con pulcra prosa y a un ritmo de ataque troyano, levantando acta topográfica de sus recuerdos y sus ahoras. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

"Los enemigos del comercio"




Hay que celebrar la salida del segundo tomo (al final serán tres) de Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado.
¿Por qué? Porque hay muy pocos estudios de autores formados principalmente en el campo de la filosofía que traten de una manera tan intensa y extensa la historia de la economía occidental.
Cierto que Escohotado es un converso (así como antes su muletilla favorita era “conocimiento y prudencia”, referida a las drogas, ahora no para de decir “antes yo era más rojo que la muleta de un torero”); un converso del colectivismo revolucionario al mercado libre que reconoce que el estudio de la materia -de momento ha dedicado catorce años ininterrumpidos de trabajo a esta monumental obra- le ha permitido despojarse de prejuicios, errores, lugares comunes e ignorancias que acarreaba casi inconscientemente desde joven.
Es, pues, un denodado estudio (serán más de dos mil páginas), vívido y catártico, que le ha transformado y le ha permitido trazar (presumo, porque aún no he leído la obra, aunque la he ojeado) un panorama histórico excepcional en el que cualquier lector que se acerque se verá sorprendido por luces insólitas sobre rincones oscuros demasiado abandonados por la historiografía y la crítica, así como por un relato en el que la coherencia interpretativa es capaz de conectar con apasionada lucidez épocas y hechos aparentemente dispares. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cien

Esta entrada número 100 quiere celebrar el blog Candeales y rubiones por todo lo alto con una marcha militar alla turca de Beethoven (pertenece a la música incidental de Las Ruinas de Atenas y está tomada del tema inicial de las variaciones op. 76).

Nunca una marcha fue tan orgullosamente marcial. Y nunca una marcha ha sido tan delatora del genio y el carácter de un compositor.

Por los 100 artículos y por los cientos que vendrán. Y no digo nada más. ¡Que suene la marcha!:




sábado, 9 de noviembre de 2013

Grandeza. F.J. Haydn (I).


Si, como dijo Thomas Mann en su Doctor Faustus por boca de Adrian Leverkühn, el Clasicismo musical es grandeza, F.J. Haydn sería el representante más puro de esa grandeza. Digo “puro” entendiendo el concepto no como la perfección satisfecha, sino más bien como una energía particular que ha conseguido un estado de exposición exacta. La música de Haydn es el estado de esa energía mostrando claridad de ideas y profundo orden interno. Ningún otro compositor, aparte de Bach a su manera, ha revelado nunca ese tipo de compromiso formal.

La compleja mente de Haydn se ve obligada a ejercer un constante control sobre la expresión para que en ningún instante se pierda, por exceso, esa fabulosa energía de la que es capaz. Despojamiento.
Su orden geométrico y su simetría (muchas veces alterada por mor de la diversión) se desenvuelven con tal necesidad armónica, contrapuntística e instrumental (las sonoridades y tejidos tímbricos son absolutamente únicos hasta hoy) que sin que nos demos cuenta nos llevan en volandas sobre suaves andantes de ritmos pulsátiles a extremos emocionales inesperados.
Y tal llega a ser su objetividad que podríamos decir, siguiendo a Stravinsky, que es el músico del tiempo ontológico real, esto es, que su música permanece, se desarrolla y quiere encajarse en lo estable del ‘tiempo auténtico’. El tiempo de una inteligencia reflexiva que busca sus límites en la transparencia del aquí y ahora.

A menudo se ponía a prueba comprobando las posibilidades de realización de un material sonoro casi siempre encantador, pero selectivamente parco, ingenuo, evidente, a veces pobre. Su energía no necesitaba más. Y ese material lo desarrolla y combina entre la seriedad y la ironía, facultad que le distancia del ‘yo’ creador mediante un sutil juego de alusiones, hasta que decide llegar, quizás por un momento y no de forma definitiva (con Haydn ‘nunca se sabe’), a un estado de franqueza paralelo al tañido de una campana en un amanecer de primavera. Es ahí cuando el discurso del yo creador se encuentra con la objetividad.
Es una gracia poco común en un compositor. Tal vez por eso la extrañeza o distancia que puede provocar su música. De hecho, nunca seduce con artimañas, nunca adula al oyente o le pone las cosas fáciles; sólo le invita a entrar en su juego. Un juego musical para adultos serios con ganas de divertirse.

Un pequeño ejemplo de su sabiduría, entre otros cientos, se puede encontrar en este tercer movimiento (Adagio cantabile) en mi bemol mayor de la Sinfonía nº 68 en si bemol mayor.
Aquí, el efecto reloj tan haydiniano del acompañamiento, capricho obsesivo que estalla en intervalos irregulares, se acaba fundiendo con una melodía de los violines que empieza insinuándose irónica y sutil y se libera luego como expansión áulica de innegable nobleza. El adagio entonces se transforma en un andante irresistible hasta que vuelve al primer tema transfigurado para llevarnos otra vez al bello tutti. El finale-presto en 2/4, danza campesina despachada con un brío percutivo casi brutal entre el rondó y la variación, nos depara una humorada final absolutamente deliciosa.
La naturalidad y espontánea vitalidad que transmite esta música es resultado de un complejo, constante y esforzado decantamiento compositivo que dio, al fin, con ese ‘estilo’ que definíamos antes como grandeza. 


martes, 5 de noviembre de 2013

¿Pesimismo?



Como me han dicho que mis últimos posts son un poco negros y que últimamente se percibe una tendencia al “pesimismo” en el Blog (cosa que no creo), dejo esta paradójica y admirable frase del pensador antiutópico Roger Scruton que resume algo su pesimismo razonable y práctico:

“El mundo es, de hecho, un lugar mucho mejor de lo que están dispuestos a admitir los optimistas: por eso el pesimismo es tan necesario”

Pues eso. 
Señor, sálvanos de las veleidades de los optimistas mediante un alegre pesimismo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Triunfos, derrotas y muerte.



En combate celebrado en el Madison Square Garden de Nueva York, el kazajo Gennadi Golovkin venció por KO técnico en el VIII asalto al norteamericano Curtis Stevens reteniendo así el cinturón del peso medio de la WBA y la IBO.

El boxeador asiático, que pasó a Alemania y posteriormente a California para prepararse con el mítico entrenador mejicano Abel Sánchez (ojo al unamuniano nombre), es uno de los púgiles más temidos por los consagrados. Su gran envergadura, sus terribles ganchos y sus estudiadas estrategias de ahogo mediante una presión progresiva a lo largo de todo el combate le han llevado a lo más alto sin la pérdida de un encuentro desde 2006. Hasta ahora, la seguridad que ha demostrado sobre el ring es, desde luego, poco común.

Ya en el segundo asalto, un gancho zurdo sentó en la lona al fornido y agresivo Stevens, que reaccionó bastante bien en los tres siguientes asaltos; no obstante, el acoso técnico, con dosificadas combinaciones de golpes a la cara y al cuerpo del joven campeón kazajo, acabó por demoler el físico y las aspiraciones del luchador negro.
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Por otra parte, hay que recordar la cómoda victoria por puntos del estadounidense Bernard Hopkins frente al alemán Karo Murat en la categoría de semipesados para la Federación Internacional de Boxeo (27-X-2013, en Atlantic City). Y lo que merece la pena recordar es que Hopkins está a punto de cumplir 49 años de edad y que no piensa retirarse.
Para algunos, el esfuerzo físico, la disciplina, la mentalidad luchadora y el coraje permanecen intactos a lo largo de los años.
Del deporte más duro y peligroso pueden surgir los deportistas más longevos.
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Pero la otra cara, la cara más fatal de esta denodada práctica nos la mostró la muerte del joven mexicano Francisco Leal en un hospital de San Diego después del combate contra Raúl Hirales (25-X-2013). Fue noqueado en el VIII asalto y ya no se recuperó. Permaneció tres días en coma.
Se especuló y polemizó sobre su estado de salud previo y también sobre la deficiente atención médica recibida después de la caída.
Sea como fuere, no hay que olvidar que estas tragedias, aun muy raramente, pueden ocurrir en este hermoso y terrible deporte. Y los boxeadores lo saben.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de los Muertos. Cristóbal de Morales.


“Circumdederunt me gemitus mortis.
Dolores inferni circumdederunt me.”

Esta breve antífona de maitines del Oficio de Difuntos del ritual gregoriano, “Circumdederunt me”, con letra escogida del Salmo XVII, es tranformada por Cristóbal de Morales en el memento más incontestablemente perfecto de toda la historia de la música polifónica.

El juego de ecos y divergencias de las voces en un contrapunto que aparenta fusión constante, el estático y solemne discurrir de cada timbre falsamente canonizado con los otros, el exactísimo empleo de las bordaduras, la pujante y elegante tensión del ámbito armónico… ofrecen una plenitud expresiva que elevan a esta breve obra a cifra y epítome de todo el arte polifónico sacro.

Hay que oírla una y otra vez. Una y otra vez.

No hay mejor y más serio regalo para la noche del Día de los Muertos.

“Me envolvieron los lamentos de la muerte.
Los dolores del infierno me cercaron.”

                                   
Debería cerrar el Blog con esto.