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lunes, 28 de marzo de 2016

Contra la imbecilidad moral del "pero…"



Un definitivo artículo de Arcadi Espada contra esa ambigüedad tan extendida de los que posturean descerebradamente creyendo defender a los desfavorecidos y se cagan, sin darse cuenta, en las víctimas:

"En cuanto sucede una matanza pongo en marcha un reloj. Tic-tac, tic-tac. A ver cuánto tarda en aparecer. El que espero es un bobo solemne, adversativo, que tratará de aprovecharse de los cadáveres calientes. Desde que ha recuperado el habla, Arnaldo Otegi ejerce de nuevo una posición de privilegio. Y la verdad es que ayer ya rozó el éxito, dividiendo la sangre de los belgas entre 'flandrias' y 'valonias', sin que hubiera en sus palabras ninguna condena. Para Otegi y los de su jarcia el terrorismo es como un tsunami. Sólo cuando lo practican, el hecho se inscribe en la esfera moral. Bien es verdad que como celebración y no como condena, pero lo que importa es puntuar.
A pesar de su veteranía y su esfuerzo, Otegi ha tenido que ceder esta vez en beneficio del alcalde de Zaragoza, Pedro Santiesteve, miembro local del tumulto podémico. Lo primero que ha hecho el alcalde es llamar 'ataque' a la 'matanza'. Es una opción. Prefiere la acción a las consecuencias, lo que, sin duda, es más higiénico. Debe también de llamar 'ataque' a la violación. Luego ha puesto un par de adjetivos ligados al llamado 'ataque': «irracional e indefendible». Todo el que se fija sabe cuál es el problema de estos adjetivos tan sospechosamente hartos de balón: llevan cosidos sus antónimos. De tal modo que el alcalde, cuántico a la manera del gato 'schrödinger' que acaricia mi compañero Ignacio Vidal-Folch, está diciendo que el ataque es irracional, indefendible, racional y defendible. Yo no me invento nada, y la prueba del antónimo es que el alcalde ha concluido con la solemnidad que se espera del género: «De alguna forma nos vuelve esa violencia que hemos contribuido a sembrar en el mundo».

No hay necesidad de que ninguna persona sana pierda un momento en desactivar, cual tedax, la densa y bárbara colección de falacias morales, políticas, históricas, que se esconden debajo de cada una de las palabras del alcalde. Pero yo, en mi obligada insania profesional, quiero hacer una excepción. Hemos, dice. Ese 'nosotros'. La imprecisión del sujeto forma parte de su mangoneo. Pues bien: ha llegado el momento de decírselo, a él y a sus sectarios habituales. Dejen de ensuciar con sus sinécdoques. Y paguen de una vez por lo que hayan hecho. Por sus crímenes, que reconocen. Sin metáforas. Sin risitas. Y usted Santisteve, el primero. Pague por esa violencia que dice que ha contribuido a sembrar en el mundo. Redímase. Y cíñase el cinturón. En los Monegros es un buen lugar. O si le falta valor, o si cree, hombre, que no hay para tanto, elija otro modo menos traumático de callar para siempre."

miércoles, 23 de marzo de 2016

La Pasión (Según San Juan - J. S. Bach. Gerard David.)

La Pasión según San Juan de J. S. Bach, obra demasiado olvidada dentro de su producción, traza un arco musical sombrío desde el tumulto coral de su inicio hasta los conmovedores episodios finales, como este “Es ist vollbracht” (Todo está cumplido). Es una de las páginas más dolientes de la música de Bach. Viola y voz contralto se trenzan en la expresión de la vida y la muerte. Es la hora postrera. Un interludio agitado en Re mayor (contra el grave Sol menor) antes del final expresa el combate. Un último aliento: “Y finaliza la lucha.” Nunca el Gran Cantor mostró tan explícitamente la herida. San Juan era el poeta elevado del Evangelio. Bach lo arrebató en música para humanizarlo. Pero es un Bach que no gusta. Severo, desornamentado, seco.

Iesous eípen: tetélestai.
Iesus acetum, dixit: Consummatum est.”
“Jesús dijo: Consumado está.”



“Increíble es que Cristo haya muerto y resucitado de entre los muertos; increíble es que el mundo entero haya creído ese increíble… Más increíble de todo es que un pequeño puñado de hombres rudos, débiles, iletrados, hayan persuadido al mundo entero, incluso a los sabios y filósofos. El primer Increíble no lo quieren creer; el segundo no tienen más remedio que verlo, de donde no queda más solución que admitir el tercero.” …
Esto escribía San Agustín en uno de sus paradójicos y felices razonamientos. Lo dijo en el s. IV. Sirve ahora lo mismo.







jueves, 17 de marzo de 2016

Política y poesía. Solón.



Un político que encarnaría la dignidad del ‘centro’ sería el protodemocrático Solón. Legislador y poeta ateniense de los ss. VII y VI a. C. Sus medidas políticas, económicas y sociales fueron extraordinarias. Su arcontado empezó iniciado el s. VI y se caracterizó por la generosidad, el sentido práctico, la eficacia y la ecuanimidad. Fue un adelantado y por tanto un incomprendido. Él mismo decía que fue un hombre “del medio justo” (admirado por ello por Aristóteles) y seguramente ése fue su drama: todos los partidos acabaron yendo contra él. Y se fue. Y después llegó una tiranía.
En sus poemas encontramos versos muy sustanciosos como los siguientes exhortando a los ricos “a no ser ambiciosos”, tal como escribe el pseudo Aristóteles en La Constitución de Atenas:

“Vosotros, sosegando en el pecho
vuestro fuerte corazón;
los que de muchos bienes
hasta la saciedad llegasteis
poned en su medida
vuestra arrogante mente
que ni nosotros seremos obedientes
ni a vosotros os irá todo bien (…)”

Y sobre todo los que siguen, donde, dignamente, como hombre independiente, sensato y corajudo, advierte de la ecuanimidad y la distancia mantenidas tanto con los nobles como con el pueblo (¡el pueblo!!):

“Al pueblo yo he honrado tanto cuanto le basta,
sin quitarle su estima ni ensalzarlo tampoco,
y a quienes eran fuertes y ricos en extremo
he también indicado que razonables fueran.
De pie en alto sostuve fuerte escudo entre ambos
sin que injusta victoria consiguiera ninguno (…)”


Esto sí es poesía seria. Y que tomen nota los populistas.

viernes, 11 de marzo de 2016

"Anábasis de Alejandro Magno" (V)



Alejandro llega al río Gránico [que nace en el monte Ida y discurre hacia la Propóntide] y se dispone para su primera gran batalla contra sátrapas persas del Asia Menor. Los persas le esperaban bien dispuestos en la orilla contraria:


“(…) Púsose él mismo al frente del flanco derecho y arremetió en dirección a la corriente bajo el ruido de las trompetas y el grito de guerra al dios Enialio [uno de los nombres de Ares que pasó a tener un culto reducido]. En todo momento mantuvo una formación oblicua al sentido en que fluía la corriente a fin de que los persas no cayeran en columna sobre sus tropas cuando éstas salieran del río. (…) El encontronazo de la caballería fue brutal: unos intentaban salir del río, y los otros trataban de impedirles la salida; enorme fue también el número de jabalinas lanzadas por los persas, mientras los macedonios se defendían con sus lanzas. (…) En torno a sí [a Alejandro] se originó una violeta batalla, y mientras tanto iban poco a poco haciendo la travesía las diversas filas macedonias. (…) Se combatía arrollándose hombres con hombres y caballos con caballos (…). En medio de esta batalla rompió Alejandro su lanza (…) Fue el corintio Demárato, uno de los Compañeros, quien le dio su propia lanza; al tomarla Alejandro divisó a Mitrídates, el yerno de Darío, que se había adelantado cabalgando lejos de los demás al frente de un grupo de jinetes en formación de cuña. El propio Alejandro se adelantó a la cabeza de los suyos, y golpeando con su lanza a Mitrídates en la cara dio con él a tierra. En esto, el persa Resaces se lanzó contra Alejandro y le golpeó en la cabeza con su curvo alfanje partiendo el casco, que pudo sin embargo retener el golpe. Lanzóse Alejandro contra él y le hincó su lanza en el pecho después de atravesarle la coraza. (…) Alcanzados de frente los persas por todas partes, hombres y caballos, por las lanzas macedonias; atacados por la caballería enemiga y heridos por las tropas ligeras que se habían unido a la caballería, comenzaron a retirarse por donde Alejandro atacaba. Al ceder su centro se abrieron también a ambos lados las alas de la caballería, y se produjo una huida general.”

domingo, 6 de marzo de 2016

"Lo que pida el hierro."



Hace unas décadas le encargaron a un herrero riojano de Bañares una reja nueva para una capilla de la catedral de Burgos. Le pagaban bien y no le pusieron fecha límite. Pero pasaba el tiempo y no acababa la tarea. Siguió transcurriendo el tiempo y, aunque el artesano trabajaba entregado por completo a la obra, ésta no veía su fin. Al final fueron unas personalidades enviadas por el cabildo catedralicio a ver qué pasaba. Le preguntaron que cuándo iba a acabar la reja y el artesano respondió: “¿Yo?... lo que pida el hierro.

La entrega al trabajo, el gusto por lo bien hecho, el olvido de sí, el aprendizaje constante, el no dar nada fácilmente por acabado… “Lo que pida el hierro”. Qué gusto; qué digno.