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jueves, 30 de julio de 2015

En defensa de la lista Giovana Salazar


En la típica rueda de preguntas bobas durante la elección de miss Bolivia, fue la bellísima Giovanna Salazar, miss La Paz, la que más comentarios burlescos despertó en los medios.
Vamos a ver lo que dijo:
Pregunta: “¿Qué le dirías a la gente que critica y no está de acuerdo con los certámenes de belleza?”
Respuesta de Giovanna: “Los certámenes de belleza están hechos para las personas a las que les gustan los certámenes de belleza. Por ejemplo, a mí me gusta el fútbol y no el básquet.”
Ahí su respuesta… Al momento saltaron a la red los comentarios jocosos… E ignorantes.
La respuesta de la miss excluyó las cursilerías vagas y es de una precisión y simetría casi aritmética. Es una enunciación lógica que expresa una evidencia y luego es rematada en una segunda enunciación (semi)demostrativa. En fin, que esta doble ‘proposición’ -permitámonos llamarla como lo haría la lógica clásica- está más que clara.
Los que se han reído quizás esperaban la típica respuesta vacilante y escolar de niña mona y tontita porque ellos mismos no serían capaces de responder mejor. Pero Giovana les ha dado una lección.
Además de bella es lista. ¡Vivan los concursos de belleza!



martes, 28 de julio de 2015

Abuelos. (Contra el verano - VII.)


Desgraciadamente, desde hace ya mucho tiempo, exactamente desde la extensión de las vacaciones familiares a una mayoría de la población, la pregunta “¿y qué hacemos con los abuelos?” era el momento problemático del inicio del estío en los países avanzados. Los abuelos, que tanto juego dan durante el resto del año, se convertían de golpe, de la primavera al verano, en una amenaza y una rémora. Pero el hombre es sabio y todo lo que no puede destruir lo acaba aprovechando de la mejor manera posible. Por fin, las familias han encontrado la utilidad de los abuelos en verano:


viernes, 24 de julio de 2015

Fundamentalismo democrático. Aclaración.


Unas palabras sobre una objeción que me hicieron unos jovenzuelos fundamentalistas democráticos (sin saberlo) de buena fe a propósito de la democracia, y de ésta en la concepción de algunos célebres filósofos griegos.
Que sí, que la crítica a la democracia de los principales filósofos fue muy importante (¿ya no se os enseña en los institutos y universidades?); desde figuras ahora un tanto olvidadas como el socrático Jenofonte  y el orador y educador Isócrates hasta Platón y Aristóteles. Es cierto que la guerra demolió en los atenienses una confianza digamos definitiva en esta concepción. ¿Cuál era la alternativa? Bueno, para Aristóteles y Platón, especialmente para este último era el conocimiento, o sea, la filosofía. Y esta filosofía reconocía un gobierno tiránico. El gobierno era cuestión de sabiduría. Pero Platón fracasó en su gobierno de Siracusa. Aristóteles moduló la postura platónica, claro, y se decantó más bien por una democracia moderada para superar lo que consideraba degeneración inevitable de las democracias. Quería un modelo viable, humano, aceptable, un punto medio, como en su ética; pero sobre todo quería el respeto a la ley, nómos, como costumbre y como convención destinada a garantizar un cierto orden de justicia duradero, y defendido, si fuera necesario, por la fuerza. En cualquier caso, todos aprendieron de Sócrates que es imprescindible la confianza en el conocimiento individual más allá de la la suerte de los sorteos y los votos o las agrupaciones de gente que se supone piensa igual pero puede estar fanatizada y guiada por los demagogos que se arrogan una figura privilegiada inventada por ellos mismos: ser la voz del pueblo, y serlo para defender sus propios privilegios frente a otro tipo de poder o frente al mismo pueblo e incluso contra la ley democrática. Eso es el populismo.

Todo esto vino del post [“El ‘pueblo’. (Contradicciones políticas.)”] sobre las contradicciones de la política y la muerte de Sócrates por un tribunal democrático. Y no se trata aquí de impugnar la democracia, al contrario, sino de hacer ver a los más jóvenes cómo un sistema como el democrático ni antes ni ahora en una democracia desarrollada capitalista y pletórica en bienes de consumo puede resolver del todo las complejas contradicciones de las sociedades políticas. Precisamente quien así piensa es el fundamentalista democrático. Simplemente.

martes, 21 de julio de 2015

La inesperada caída de Kiko Martínez


En velada disputada el viernes pasado en Manchester, el británico Scott Quigg retuvo el cinturón mundial supergallo de la  AMB tras imponerse por nocaut técnico en el segundo asalto al español Kiko Martínez.
Martínez dominó el primer asalto con absoluta convicción. Pero un pequeño descuido en el segundo supuso un certero gancho que le hizo tambalearse. Ahí se rompió una confianza que hasta entonces era granito. El asimismo sorprendido boxeador inglés comprendió que con ese golpe el combate giró 180 grados y fue a por todas. El castigo al español fue inmediato e implacable, y el derrumbe de éste irrevocable. El réferi paró la batalla. En el boxeo se pasa de la seguridad dominante a la derrota en un suspiro. El arrojo puede acompañar, pero la fuerza cede. Relajar un segundo la guardia… y caer. ¿Quién era ese que ganaba hace un instante… quién ahora el que está en el suelo? Asimilar eso requiere mucha templanza.

lunes, 20 de julio de 2015

Larchant. Balthus.


Balthus fue también un paisajista excepcional. En este cuadro, una vista de Larchant, donde aún delata su gusto por Corot, exhibe una maestría ya conseguida.

Hay que ver con qué delicadeza pone todo en una media lejanía bajo un gran cielo y hace confluir la geometría general del cuadro en esa joya lineal de iglesia rural que se yergue en mitad de la tela y la concentra (en realidad, son los restos de la iglesia de Saint Mathurin). Es un paisaje abstracto, frío… se diría ‘mental’ por sus cualidades aritméticas. Pero hay una misteriosa sensualidad de conjunto que transmite una satisfacción plena y te absorbe la mirada. No se puede decir que sea exactamente por cómo se inscribe la obra del hombre (los campos cultivados y delimitados, y el pueblo) en la naturaleza, o por las formas de la naturaleza misma (prácticamente inexistentes), sino más bien por cómo se ve la humilde y digna obra humana bajo la inmensidad del cielo intemporal y a través de la belleza transparente de un aire casi táctil.