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martes, 24 de diciembre de 2019

A ti por siempre



A la memoria de un verdadero hombre; mi padre:


“Las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere 
y donde al más activo nacen canas; 

el que no las limare o las rompiere
ni el nombre de varón ha merecido, 
ni subir al honor que pretendiere (…)

El ánimo plebeyo y abatido 
elija en sus intentos temeroso 
primero estar suspenso que caído; 

que el corazón entero y generoso
al caso adverso inclinará la frente 
antes que la rodilla al poderoso.

Más triunfos, más coronas dio al prudente 
que supo retirarse, la fortuna, 
que al que esperó obstinada y locamente (…)

Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares (…)

Así, me enseña descubierta 
su esencia la verdad, y mi albedrío 
con ella se compone y se concierta (…)

¿Es, por ventura, menos poderosa
que el vicio la verdad? ¿O menos fuerte? 
No la arguyas de flaca y temerosa (…)

Ya, dulce hijo, huyo y me retiro 
de cuanto simple amé: rompí los lazos; 
ven y sabrás al alto fin que aspiro 
antes que el tiempo muera en nuestros brazos.”

(Andrés F. de Andrada)

domingo, 22 de septiembre de 2019

De Unamuno (III)


La verdad profunda e insatisfecha de Unamuno:

"Yo no digo que merezcamos un más allá, ni que la lógica nos lo muestre; digo que lo necesito, merézcalo o no, y nada más. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad y que sin ella me es todo igual. Yo necesito eso, ¡lo necesito! Y sin ello ni hay alegría ni la alegría de vivir quiere decir nada."

domingo, 15 de septiembre de 2019

El paraíso (en la tierra) era esto


(No puede pasar más tiempo. Tengo que hablar de este restaurante.)
El Bodegón Azoque de Zaragoza es un lugar para la felicidad. Su ambientación, de una ruralidad arcaica con colores ocres, maderas viejas y reflejos ámbar, te envuelve en un acogedor abrazo que te prepara para una extraordinaria oferta de maravillas gastronómicas. Platos elaborados. Y platos puramente caseros. Desde los tradicionales de cuchara que creíamos perdidos en restaurantes de categoría a los clásicos de pescados y carnes, pasando por todos los imaginables vegetales de temporada. La mejor materia prima. La cocina sabia sin excesivas complejidades. Los nombres claros, sin títulos que oculten su verdad. Y como no podía ser de otra manera, una gran bodega. 
En Azoque no tienes que gastar mucho para comer muy bien. Entre semana hay un menú asequible que es habitualmente grandioso: nunca he comido unas humildes borrajas tan deliciosas, tomates tan sabrosos, atún rojo tan en su punto o arroz caldoso de pescado con vegetales tan intenso; nunca he bebido vino de tanta calidad (y siempre botella entera) por tan poco dinero. Aquí he descubierto vinos de la tierra, a los cuales yo no era muy aficionado, que quedan en la memoria. Hay también postres para cualquier paladar y capricho; se lo pueden imaginar... sólo diré que tienen el mejor pastel ruso. Y, casi todo ello, repito, en el menú. 
El trato está a la altura de su calidad gastronómica; amabilidad sin afectación, simpatía discreta, acción precisa al servicio del cliente. Además, el personal es sumamente inteligente porque, por si fuera poco, nos regala -y se regala- la mejor música. Jamás he escuchado en ningún otro local gastronómico del mundo una selección de música clásica tan gustosa, ¡y de gustos hablamos! Polifonía renacentista del s. XVI, el primer laúd barroco, los conciertos más bellos de Vivaldi o Corelli, los cuartetos de Haydn más emotivos, joyas olvidadas de Mozart y Beethoven, etc. 
En fin.
Si uno tiene la suerte de ir en buena compañía experimentará la sensación de haber conocido el paraíso en la tierra. No mucho más se le puede pedir al mundo. 
Hemos sido felices en Bodegón Azoque. Lo seguiremos siendo mientras se pueda.

jueves, 5 de septiembre de 2019

"Notturno". Richard Strauss.

Notturno, poema sinfónico para voz (en diferentes tesituras, preferentemente para barítono o mezzo) y conjunto orquestal, y también para voz, piano y violín, fue compuesto por Richard Strauss el último año del s. XIX. Se basa en el poema Aparición de Richard Dehmel al que Strauss eliminó el principio y el final. Una de sus obras, sorprendentemente, menos conocidas.
La complejidad de Strauss es aquí interior y recogida. Se concentra en una voz que juega con unos lentos crescendos a partir de uno de esos secos y desasosegantes motivos interválicos marca de la casa. Su cohesión es total y teje una metamorfosis psicológica tan tensa y exigente que nos pone al límite de nuestra memoria y comprensión sonora. La experiencia auditiva es fascinante. Richard Strauss, ya en una obra ‘joven’ como ésta supera el wagnerismo en complejidad y sutileza discursiva. Como dejó dicho Glenn Gould: “Los puntos culminantes de Strauss, sus momentos de tensión y de reposo -aun siendo menos abrumadores que los de Wagner- indican mucho mejor las difíciles realidades de la creación.”
La capacidad de la música de Strauss es total de principio a fin. Y este Strauss secreto y espectral, realmente nocturno, se impone y conquista a la contra que el Wagner épico y viril: te atrae, sin embargo con más fuerza, como un conjuro femenino lleno de belleza y muerte, virtud de muchas de sus obras vocales. Es el placer contradictorio que hiere, cual amor fatal, en forma de música.



domingo, 11 de agosto de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación del planeta (XV).



Navegación por el Pacífico. Alimentación. Enfermedades. Derroteros:

"Navegamos por el Pacífico sin probar alimento fresco durante tres meses y veinte días. El bizcocho que comíamos no era ya pan, sino polvo mezclado con gusanos (…) y tenía un hedor insoportable por estar empapado por orines de rata. (…) Para no morir de hambre llegamos al terrible trance de comer pedazos del cuero con el que se había recubierto el palo mayor para impedir que la madera rozase las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos estaba tan duro que había que remojarlo en el mar durante cuatro o cinco días para ablandarlo un poco, y en seguida lo cocíamos y lo comíamos. Frecuentemente quedó reducida nuestra alimentación a serrín de madera como única comida, pues hasta las ratas llegaron a ser un manjar tan caro que se pagaba cada una a medio ducado. 
Mas no fue eso lo peor. Nuestra mayor desdicha era vernos atacados de una enfermedad por la cual las encías se hinchaban hasta sobrepasar los dientes (…) y los atacados de ella no podían tomar ningún alimento. Murieron diecinueve, entre ellos el gigante patagón y un indígena del Verzín que iban con nosotros. 
(…) Durante esos tres meses y veinte días recorrimos recorrimos cuatro mil leguas, más o menos, en el mar que llamamos Pacífico, porque mientras hicimos nuestra travesía no hubo la menor tempestad. (…) No descubrimos en este tiempo ninguna tierra, excepto dos islas desiertas en las que no encontramos más que pájaros y árboles, por cuya razón las designamos con el nombre de islas Infortunadas."

viernes, 26 de julio de 2019

Imperiofilia versus Imperiofobia


Una de las cosas que más sorprende en la reacción y réplica de un profesor tan reputado (y educado) como Villacañas al libro de Roca Barea es la vehemencia por momentos de mal tono y casi grosera (llega a tildar a Barea de oscurantista, demagoga, maquiavélica… ¡xenófoba!(?), etc.; o sea, todas las aparentes exageraciones que dedica la historiadora a los antiguos propagandistas hispanófobos le son devueltas, así, ad hominem). Villacañas reacciona como si le hubieran ofendido, como si le hubieran tocado ‘algo suyo’. 
El de Roca Barea no es un libro aislado en la visión digamos defensiva  o restauradora del imperio Español nacido y desarrollado en los ss. XV-XVI y de denuncia de una supuesta tradición negrolegendaria fomentada fuera y dentro de nuestras fronteras desde esos siglos hasta hoy (idea, la de hoy, descartada por tan antiguos estudiosos del tema como García Cárcel o Joseph Pérez). Ha habido, decíamos, otros trabajos anteriores y otros posteriores, extranjeros y nacionales. Pero el ataque de Villacañas ha sido exclusivamente sobre el libro Imperiofobia de Roca Barea. 
La explicación no sólo puede ser por su reivindicación ideológica de algunos imperios y particularmente del español, sino otra: el éxito de ventas. Un éxito de treinta ediciones y más de 100.000 ejemplares vendidos que además ha removido muchos complejos en una historiografía sobre España bastante decantada o cuando menos indiferente hacia visiones negrolegendarias en las cuales se podría situar, aun parcialmente, al propio Villacañas, el cual, aparte de tener una indisimulada tendencia historiográfica protestante y germana (no hay más que echar un vistazo sobre la obra que comentamos), no ha escondido sus simpatías políticas e incluso partidistas. (Y muy dueño es de hacerlo, sin duda.)
Evidentemente, no se negará que el libro de Barea ha surgido en un momento de aguda crisis política española, causa de encontradas reacciones de grano grueso provenientes de todas partes. Pero no es justo incluir ahí simplemente como fenómeno reactivo, aunque haya sido aprovechado por la corriente, el estudio de la autora malagueña. Más, cuando es un libro de historia con tantas cualidades… y también ciertos ‘defectos’. Defectos que podrían ser algunos de los que señala Imperiofilia en cuanto a la visión de hechos, no tanto sesgada, sino ‘seleccionada’: poner la cara, pero no la cruz; mostrar la luz, pero no su sombra, ver la parte soleada de la montaña y, al fin, “inventar” un fenómeno histórico como es el de la construcción de un imperio real (creo que es aquí donde Villacañas se acelera y yerra en la negación de una idea defendida por Roca Barea; y que no es suya, naturalmente). Pero es que son hechos, y si a hechos sólo se contraponen hechos, como hace Villacañas en su supuesta ‘refutación’, no solucionamos nada. Historia positivista. Y ahí vamos. 
Ahí está seguramente el quiz de la cuestión en esta polémica. 
Quien mejor lo ha expresado por el momento (por lo que yo he leído y oído) es el filósofo de la escuela materialista Luis Carlos Martín Jiménez, el cual puede criticar porque tiene visión y teoría clara del quehacer histórico (del historiador).
En suma, Martín Jiménez hace la crítica del libro, o mejor, de la perspectiva histórica de Barea para criticar la respuesta de Villacañas. Lo que dice es que, efectivamente, Barea presenta una visión básicamente positivista de la Historia. Y lo que le pasa a Villacañas es que hace lo mismo, y más intensamente aún, en una suerte de acto reflejo que puede ser efectista, pero que no es nada efectivo. Según Martín Jiménez, el profesor de la Complutense no es capaz de presentar una teoría de la historia (no hay ni una clasificación ni una definición en Imperiofilia) que pueda, digamos, ‘arañar’ el efecto Barea, la cual, aun siendo muy positivista apunta una filiación -y se diría que una deuda- con las teorías del materialismo filosófico que la ya célebre autora no reconoce explícitamente.
El problema del quehacer positivista histórico es que contrapone informaciones y datos que se quedan, en el mejor de los casos, en una dialéctica de los hechos que no tiene fin, que no tiene progreso ‘científico’. Los datos no existen puros y eso no es historia porque no puede serlo. Los datos deben estar envueltos en conceptos que se relacionan con otros conceptos. Ahí reside más bien la construcción, que no la ‘reconstrucción’, histórica. El historiador no puede re-construir nada porque no puede volver al pasado ni re-crear un pasado virtual. Eso lo hará la ficción de la novela o el cine si quiere. Pero sí puede el historiador -y debe- construir y teorizar según datos basados en relatos (documentos) y reliquias (restos). (Y esto está relacionado con la idea de las actividades alfa-operatorias y beta-operatorias de las ciencias humanas en las que insiste el materialismo filosófico.) Por tanto, Imperiofilia caería abducido por la estela positivista, y también psicologista, de Imperiofobia. En este sentido, observa Martín Jiménez, además, lo de psicologista por el sufijo de los títulos (uno filia-otro fobia) que indican categorías psicológicas evidentes que no deberían inmiscuirse en el resultado final del trabajo del historiador. 
En fin, el libro del profesor ha salido como un impreso en negativo del libro de la profesora, pero sin clara teoría histórica, cosa que sí se puede atisbar en el libro de ella.

sábado, 20 de julio de 2019

"Le feu follet" (II)

En junio de 2013 escribí el post siguiente:

-En 1931 Pierre Drieu la Rochelle publicó El fuego fatuo (Le feu follet), un libro sobre drogas y suicidio. Una novela sobre la tragedia de cuando la vida se nos pone del revés sin aparentes motivos.
Es una obra aristocrática, breve, seca. E hiriente como un escalpelo envenenado.

La brillantez del autor nos asalta en cada página con frases cuya austera elegancia formal sólo es superada por una lúcida y destructiva visión de la existencia que nos muerde el alma sin piedad y nos deja a la intemperie como únicamente las grandes obras saben hacerlo. 

El protagonista, al fin (esta obra es toda ella una radiografía del fin), es una máquina de despojamiento de lo que creyó que podría tener algún día y nunca tuvo. Todo aquello que postergó para el futuro se le muere repentinamente entre las manos cuando ya es tarde para vivirlo… Entonces su capacidad de acción se convierte sólo en capacidad de destrucción. Definitiva, total.

La droga ha sido para él, como para todos los que acuden a ella, el más eficaz medio de aislarse de la realidad, el medio de mantener inmóvil e inmune la ilusión de la juventud y el estado flotante de una vida sin caminos definitivos. Pero también ha sido la vía que le ha revelado, sincera y despiadada, la falta de amor sin remisión posible. Hay un momento en que Alain, el protagonista, reflexiona hacia sí mismo mientras se pincha el brazo… “(…) me mato porque no me habéis querido, porque yo no os he querido. Me mato para apretar nuestros lazos. Dejaré en vosotros una marca indeleble. Sé muy bien que se vive mejor muerto que vivo en la memoria de los amigos (…)”

Sin embargo, Alain, no actúa como una figura patética. A nadie molesta en la irrenunciable deriva de su larga despedida. La Rochelle escribe con aceleración pero magistralmente sobre el paso de la energía vital al morbo letal del personaje y la conciencia terrible que él tiene de eso, por ello: “(…) permanecía inmóvil, frágil, temiendo esbozar el menor ademán porque sabía que tal ademán sería su sentencia de muerte”. 

El estado que transmite esta última frase es el que recoge, creo yo, el espléndido Maurice Ronet  en la película homónima del director Louis Malle. Toda la película, muy fiel a la novela, se sustenta en el rostro de Ronet. Un rostro que debe transmitir todo el esplendor del pasado, todo el derrumbamiento del presente y toda la perplejidad emocional que supone no poder evitar entregarse a la muerte. Maurice Ronet lo consigue con una economía expresiva increíble, apenas con una imperceptible inquietud, con una mirada frágil y anhelante...
Esta escena muda muestra cómo el protagonista percibe cada detalle de su entorno como una herida puesto que ya nada puede vivir en él con normalidad, ya todo está infectado de muerte bajo su mirada a pesar de que la realidad aún le presenta sus dádivas.-

Pues bien, ahora dejo aquí toda la película (en versión original francesa, pero con subtítulos en inglés). La virtud de su director, Louis Malle, es intentar contar lo que cuenta sin juicio moral añadido ni mensaje final. El juicio que lo ponga cada espectador, si quiere. Una de las mejores películas que he visto nunca del cine francés:






miércoles, 17 de julio de 2019

El verdadero misterio del Apolo XI



Con lo que le gustan los misterios a la prensa y lo poco que se ha hablado del verdadero misterio del viaje norteamericano a la luna de hace 50 años.
Edwin Aldrin, el segundo hombre en poner pie en la luna celebró el misterio de la eucaristía con una hostia consagrada y un vino antes de salir del módulo para darse un paseo. Él mismo cuenta:

“Abrí la caja con el pan y el vino. Derramé el vino en la copa que nuestra iglesia me había dado. En la gravedad de la luna, una sexta parte de la terrestre, el vino corrió lentamente y con gracia llenó la copa. Entonces leí la escritura…”

Cuando dice “nuestra iglesia”, se refiere a la Presbiteriana de Webster (Texas), cuyo pastor dio vía libre a las intenciones del astronauta antes de la partida. En cuanto a “la escritura” se refiere al Evangelio de Juan 15, 5, que dice:

Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.”

Y Aldrin manifestó:

“El primer líquido derramado en la luna y el primer alimento fueron los elementos de la eucaristía. (…) Agradecí a la inteligencia y al espíritu que había traído a dos jóvenes pilotos al suelo de la luna.”

En fin, si esto no es milenarismo a lo grande dentro de un hito científico-tecnológico y si este héroe viajero no es una suerte de sacerdote de la era del espacio que venga Dios y lo vea.
La transustanciación en la luna como acto de agradecimiento. La mente tecnológica se funde con la de la fe evangélica. La fe del carbonero de los evangelistas (presbiterianos).

Después, muchos otros astronautas han llevado la representación de la Víctima (la hostia) al espacio para conmemorar su sacrificio. 

¿No sabían la historia?

domingo, 14 de julio de 2019

Sin contenidos


Cada vez hay menos dudas de que nuestras democracias posmodernas progresistas y progresadas (esto no tiene nada que ver con izquierda o derecha puesto que todo es progresismo; nadie en política reflexiona y valora el pasado) necesitan una educación que promueva el entretenimiento cultural-emocional y no la crítica mediante el conocimiento para extender (aún no sabemos hasta qué nivel cuantitativo) una ignorancia que mantenga este tipo de régimen exhibido en la gestión de un debate estéril perpetuo (la televisión y la libre efusión de ideas del “pueblo” es un paradigma de nuestra actual caverna platónica), incapaz de dar salida ni solución a los problemas reales, dado que una sagrada y por tanto intocable tolerancia sobre todo y todos se encarga de igualar y perpetuar los conflictos, aparentando, de paso, participación y libertad. 
Con una educación vaciada de contenidos nada hay que temer de los educandos que la han recibido. Tendrán toda la libertad de expresión que deseen porque nada problemático, pertinente o incómodo serán capaces de expresar contra el poder ni sobre ningún fenómeno complejo del mundo real. A lo sumo, emitirán quejas acerca de su situación personal en la vida y exigirán atenciones y derechos (o sea, terapia y protección) a los solícitos padres, educadores, médicos y administradores de turno, los cuales los atenderán complacidos en nombre del progresismo, la tolerancia, la solidaridad o cualquier otro mito contemporáneo. 
Quién les iba a decir a los jóvenes rebeldes de antaño, los del final de la Dictadura y de la Transición, por ejemplo, que las democracias iban a vaciar progresivamente de sustancia los sistemas educativos para sustituirlos por una pedagogía cuyo símbolo mágico es el sintagma duplicador “aprender a aprender”, un recuerdo (en esta nueva versión, debilitado) del pragmatismo metodológico norteamericano de acciones prácticas orientadas a la formación empresarial. Aún más, quién les iba a decir a esos jóvenes rebeldes que lo harían ellos. 
¿Para eso pedían más libertad?, ¿para ‘aprender a aprender’… nada, en una algarabía de educación asistencial que algunos ya quieren como obligatoria hasta la mayoría de edad? Olvidaron que la libertad es la peor trampa para el que no sabe. Más caverna platónica. 
Quizás no habían leído aún los diálogos de Platón. Ni de ningún otro. Pero es que ni siquiera era imprescindible leer a nadie. Había que mirar alrededor, y mirar hacia abajo, mirar el suelo, mirar la realidad. Eran inocentes. Entusiastas. Crédulos. Tenían fe; buena o mala, da lo mismo. Tenían ideología. 
¿Qué armas conceptuales poseerán hoy y mañana los jóvenes para entender y acaso luchar contra la nueva caverna web globalizada y las poderosas sombras de sus televisores, teléfonos, ipads, ordenadores, etc, que tan bien manejan?

miércoles, 10 de julio de 2019

Profeta maldito

¿Son chicas eso que veo en primera fila jaleando la canción?...
                                   Mirad, muchachada, lo que os prohíben los nuevos censores.
Loquillo y los Trogloditas y una de las canciones más carismáticas del rock español:


lunes, 8 de julio de 2019

"Good Sam"


Es una sensación interesante volver a la comedia americana clásica y comprobar que no sólo el tiempo no hace apenas mella en ella, sino que está mucho más viva que toda la comedia actual.
Good Sam, título considerado menor en la producción de Leo MacCarey, una película que trata el arquetipo evangélico del buen samaritano, es, ya desde los primeros minutos, una primorosa maquinaria de guión y dirección de unos actores de competencia y convicción absoluta, desde los niños al matrimonio protagonista pasando por unos secundarios que aparecen en delirantes episodios circunstanciales, en los que la película desprende algunos de sus mejores brillos cómicos.
Por la importancia del asunto se diría que el protagonismo se lo tiene que llevar el bueno de Sam (Gary Cooper); pero no, él será el desencadenante de una situación progresivamente grave cuyo peso sicológico recaerá sobre su esposa, una Ann Sheridan que enseña con maestría pocas veces vista cómo se puede reír de verdad, con una risa absolutamente contagiosa, a la vez que va cayendo en un proceso de desesperación del cual no hay salida. El bordado de gestos, contragestos, miradas, insinuaciones y comentarios de todos los personajes es un trabajo tan admirable que parece hecho sólo en momentos de especial inspiración. Pero más allá de la genialidad de los actores y especialmente de la maravillosa Sheridan, la vara firme de MacCarey está sin duda detrás marcando cada paso y encajando el conjunto.
Good Sam es, evidente, una de esas comedias con calado ideológico que se mira en el espejo de Qué bello es vivir (It’s a wondelful life) y a contrapelo de ella nos dice que no es conveniente hacer el bien sin mirar a quién porque no todo el mundo es bueno o de fiar y te pueden fastidiar la vida, que es lo que intenta hacerle entender la Sheridan a Cooper. Dando medio paso más, también se puede ver en clave de Guerra Fría e interpretar como una parábola anti-igualitarista y anticomunista en la que los capaces son igualados por abajo por los torpes y menesterosos, los cuales no dudan en abusar de la bondad de los buenos.
Aunque no importa; más allá de mensajes y lecturas, Good Sam se disfruta como una expresión a la vez amorosa e hilarante sobre la clase media provinciana estadounidense. Y es que el sustrato ideológico de este tipo de películas se diría más bien un pretexto de partida para conseguir divertir al personal de forma inteligente, un poco malévola y siempre elegante.


viernes, 5 de julio de 2019

De Unamuno (II). [Contra el verano, VII.]


Estas viejas palabras deberían resonar como lección práctica más allá del tiempo y del país. Pero son especialmente adecuadas para el verano:

"La imagen mejor es la que más excita la piedad, no la más bella artísticamente. Es una profanación la de convertir los templos en museos y que vayan los curiosos a escudriñar joyas de arte y perturbar el recogimiento de los que oran.
¡Belleza, sí, belleza! Pero la belleza no es eso, no es la del arte por el arte, no es la de los esteticistas. Belleza cuya contemplación no nos hace mejores no es tal belleza."

miércoles, 3 de julio de 2019

Noblezas

Va venga, estamos jodidos, sí… inauguremos el verano con cine. 
Escena final de El último mohicano
Nobleza, sacrificio y música (celta, sí; por una vez no pasa nada) de Trevor Jones. 
Contravalores para nuestro tiempo de mezquindad, cobardía y efectismo sonoro.


domingo, 30 de junio de 2019

Brideshead y el alcohol



Creo que la razón que hace de la novela y su serie Retorno a Brideshead algo especial, emocionante y cercano, a pesar del estiramiento y afectación de sus británicos protagonistas casi arquetípicos, es la generosidad nunca escatimada en palabras o en imágenes de su afición al alcohol en forma de vinos, champañas, licores, jereces, oportos, aguardientes, etc. 
No recuerdo ninguna obra de ficción en que la razón de ser de una amistad y su alegría esté tan sinceramente expresada mediante el alcohol, eje vertebral de unas vidas jóvenes, brillantes y prometedoras, que se irán modelando con y por el vino y cuya futura promesa de maduración (una) y tragedia (la otra) se adivina tempranamente en su relación con el alcohol, tal como revela premonitoria una de las mujeres más inteligentes (y discretas, of course) de la obra. 
Si hay un elemento que dé apariencia interesante de existencia real a esas figuras de ficción, es el alcohol. Gozosamente.
Esto lo entenderán todos los santos bebedores de este mundo. La alegría del vino. La tragedia del vino. La verdad. La vida.
Escuchen la música de Geoffrey Burgon titulada Sebastian contra el mundo. Oigan cómo la dulzura despreocupada e indolente del vino esconde al final una disonancia irreversible.

martes, 11 de junio de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación del planeta (XIV).


Navegación del estrecho. Salida al Mar del Sur, desde entonces, Pacífico.

“Este cabo fue llamado el Deseado porque, en efecto, deseamos verlo largo tiempo.
Viramos en redondo para reunirnos con los otros dos navíos de la escuadra, y no encontramos más que la Concepción. Se preguntó al piloto Juan Serrano qué le había sucedido al otro barco, y nos respondió que lo creía perdido, porque no lo había vuelto a ver desde el momento en que embocó el canal.
(…) En caso de que no hubiéramos descubierto el estrecho para pasar de un mar a otro, el capitán general había determinado continuar su ruta sur hasta los 75 grados de latitud meridional, donde durante el estío no hay noche (…) como no hay día en invierno. (…) Mientras estuvimos en el estrecho, no tuvimos más que tres horas de noche, y fue en el mes de octubre (de 1520).
(…) Le dimos el nombre de Estrecho de los Patagones [desde 1525 Estrecho de Magallanes].
(…) En el momento que desembocamos fuimos testigos de la caza curiosa que algunos peces daban a otros peces. Los hay de tres clases (…) que persiguen a los llamados golondrinas, especie de peces voladores. (…) Es un espectáculo bellísimo de ver. Estos peces voladores tienen más de un palmo de largo y son un alimento excelente.
(…) El miércoles 28 de noviembre (1520) desembocamos del estrecho para entrar en el gran mar, al que enseguida llamamos mar Pacífico.”

martes, 4 de junio de 2019

De Unamuno (I)



Como en todos, el paisaje del alma unamuniano, su vida y su agonía y su razón de ser, era la contradicción:

"¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi corazón, que dice que sí, y mi cabeza, que dice que no! Contradicción, naturalmente. Como que sólo vivimos de contradicciones, y por ella; como que la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción."

domingo, 2 de junio de 2019

Tiempo y arquitectura

Las condiciones de vida de la Edad Media eran durísimas en comparación con las nuestras, sin duda. Pero a nosotros la pérdida de la trascendencia y la sustitución de los dioses antiguos por otros seculares nos ha traído el monstruo de una arquitectura contemporánea sin tradición ni belleza en la que tienen que vivir y morir grandes masas de población.
Casi cualquier ruina medieval realizada por humildes artesanos anónimos inflige una humillante lección de dignidad estética a los habitáculos-colmena acaso premiados por el mundo académico. 





lunes, 27 de mayo de 2019

Misterio de los días



Léon Bloy escribe, el 26 de abril de 1910, sobre un anciano que le visitaba asiduamente:

“Me hablaba mucho de la muerte: “Yo quisiera morir para saber lo que ocurre en el otro lado”, decía. Si uno fuese realmente profundo, se tendría la misma curiosidad en presencia del misterio de cada día. En realidad, lo que me sucederá mañana es tan oculto, tan grave como lo que me sucederá después de la muerte.”

Sustituyamos los términos “oculto” por desconocido y “grave” por apasionante, y nos ganaremos con esta frase tremenda y enfebrecida un merecido estado de exaltación saludable. Con permiso de Bloy, claro.

domingo, 26 de mayo de 2019

Sobre el "Protágoras". Gustavo Bueno (XIII).


Acerca de los sofistas de la educación pretendidamente científica sobre los que se discute en el Protágoras platónico, que son también todos aquellos que se lucran explotando la inseguridad de las personas o queriendo mostrarles un camino hacia su “realización personal” o hacia un supuesto “yo” perfeccionado y preexistente no se sabe dónde… escribe Gustavo Bueno:

“(…) El gran sofisma que Platón nos ha denunciado en el Protágoras creemos, que en sustancia es éste: el de quienes estiman que es lícito apoyarse en la evidencia axiomática de que el hombre sólo es hombre por la educación, para justificar la profesión del sofista como «científico de la educación», como maestro de humanidad y de sus virtudes más genuinas (la libertad, la formación, la creatividad, la personalidad, la realización de la propia mismidad).
Por supuesto, ni Sócrates ni Platón, a pesar de su implacable análisis, han podido acabar con los sofistas, en su sentido más estricto, ni es posible acabar con ellos, como tampoco la medicina puede acabar con las enfermedades. Tan sólo es posible intentar «mantenerles a raya». Pero los sofistas se reproducirán siempre, precisamente porque la multitud y los gobiernos necesitan estos científicos de la personalidad, estos maestros de la virtud. Por ello, tampoco negamos a los sofistas su «función social». En la Edad Media, por ejemplo, la función de los sofistas ha sido desempeñada por el clero, es decir, por un conjunto de «curas de almas» encargados de edificar a los individuos, de elevarles desde su estado natural (de pecado, de indefensión) hasta su estado sobrenatural. Pero en nuestro siglo, cuando el clero de diferentes confesiones va perdiendo su poder –no ya, en modo alguno, cuantitativamente, pero sí cualitativamente, ante las extensas capas sociales ilustradas por una educación científica– los sofistas renacen bajo formas nuevas. ¿Podemos identificarlos?. Con toda seguridad, porque estos nuevos sofistas son ahora los que se autodenominan «científicos de la educación», o bien aquéllos que siguen definiendo a la educación, al modo de Protágoras, como «el proceso de convertirse en persona» (Roger) o como la «educación liberadora» cuyo objetivo fuese la «concientización», el «hombre como sujeto», &c., &c. Lo que hace siglos fueron los sacerdotes son, pues, hoy, los pedagogos científicos (y, por motivos similares, los psicoanalistas, y tantos psicólogos). No desconfiamos del todo en que, después de meditar el Protágoras platónico, pudiera decir más de un científico de la educación, en la España de 1980, lo que González Dávila decía en la España de 1780: «Sacerdote soy, confieso que somos más de los que son menester». Porque son las llamadas «ciencias de la educación» indudablemente la versión que en nuestro siglo o encarna mejor a la sofística que Sócrates ataca en el Protágoras. Puesto que no siendo ciencia en modo alguno se presentan corno tales. Por nuestra parte, no criticamos la posibilidad de tratar científicamente amplias cuestiones relativas al aprendizaje, a la instrucción en virtudes positivas (las de Ortágoras, las de Fidias). Nos dirigimos contra la pretensión de un tratamiento global de la Educación (Skinner), de un tratamiento científico de la formación científica de la personalidad (las virtudes de Hermes) corno «tarea integradora en la educación humana del hombre» (Sucholdosky). Porque este tratamiento global, el de las ciencias de la Educación, precisamente por serlo, no puede ser científico, sino filosófico. Y es pura propaganda gremial el presentar planes generales de educación, metodologías pedagógicas globales, como algo «científicamente fundado»: las relaciones entre las diversas ciencias del aprendizaje, si las hay, no pueden ser científicas. Y, sin embargo, los nuevos sofistas, logran convencer a los estados y a los ciudadanos de su importancia y obtienen asignaciones económicas que, si distribuidas por cada científico de la Educación, no suelen alcanzar en general a las cien minas, en conjunto constituyen sumas muy superiores a las que podría obtener Fidias «y diez escultores más». No pretendemos aquí, pues, devaluar todo aquello de lo que se ocupan las ciencias de la educación, porque sin duda, ellas arrastran funciones más o menos oscuras, pero que son necesarias. Pero al arrogarse la función de «ciencias» se hinchan, se envanecen y desvían constantemente de sus fines sociales (acaso enseñar la mnemotecnia, y no la creatividad; acaso enseñar el lenguaje escrito, y no la capacidad de hablar; acaso enseñar la gimnasia y la danza y no la expresividad). Pero mediante su presentación como científicos, engañan a los poderes públicos, y a las familias, es decir, se convierten en sofistas, prometiendo, por ejemplo, mediante el cultivo de la libre creatividad o la expresividad corporal espontánea, [84] la auto-realización de la personalidad misma del individuo (cuando ya sería bastante que se atuviesen a enseñar la flauta como Ortágoras de Tebas o la pintura como Zeuxis). Y lo que ocurre es que, al arrogarse la función del maestro de la personalidad, no sólo se confunden y se desorientan, sino que producen daños irreparables a sus discípulos, sin perjuicio de lo cual, se atreven a percibir grandes sumas de dinero.”

lunes, 20 de mayo de 2019

"L'auca del senyor Esteve." Una lección.



Josep Pla ponderaba las grises virtudes del señor Esteve (protagonista de la célebre obra de Santiago Rusiñol L’auca del señor Esteve) de la siguiente manera:

“El señor Esteve es un patán, un poco ramplón, vulgarísimo, pero paga religiosamente sus deudas y hace honor a sus compromisos. No es juerguista, ni chismoso, no es un aprovechado, ni una persona que acostumbre a dar gato por liebre. Es vulgar, pero serio. Es insignificante, pero positivo. No es genial, pero sí eficaz… Sobre el señor Esteve y todos los señores Esteve que pueblan la tierra se ha construido ese poco de libertad que puede conseguirse en este mundo; ese trocito de tolerancia que hace posible la existencia humana, los progresos obtenidos y el bienestar que este país -y el resto- ha dado de sí.”

¿Dónde están hoy los buenos señores Esteve? Que vuelvan, por favor.

domingo, 19 de mayo de 2019

Gómezdaviliana (XLVII)



Con la debida humildad, ¿quién no se ha encontrado en una tesitura similar en algún momento de su vida, hoy más que nunca?:

"El hombre inteligente llega pronto a conclusiones reaccionarias.
Hoy, sin embargo, el consenso universal de los tontos lo acobarda.
Cuando lo interrogan en público niega ser galileo."


miércoles, 8 de mayo de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación del planeta (XIII).



Sigue la búsqueda del paso. Tormentas. Fugas. El hallazgo.

“Enseguida que entramos en sus aguas, que se creía que no era más que una bahía, el capitán envió dos navíos, el San Antonioy laConcepción, para averiguar dónde desembocaba (…) Por la noche sobrevino una terrible borrasca que duró 36 horas y nos obligó a abandonar las anclas, dejándonos arrastrar por la bahía a merced de las olas y el viento. Los otros navíos (…) esperaban encallar de un momento a otro; pero en el instante en que se creían perdidos vieron una pequeña abertura, que tomaron por una ensenada de la bahía, donde se internaron; y viendo que este canal no estaba cerrado, continuaron recorriéndolo y se encontraron en otra bahía, en la cual prosiguieron su ruta hasta que se encontraron en otro estrecho, del que pasaron a otra bahía mucho más grande que las precedentes. Entonces, llenos de alegría, en vez de ir hasta el fin, juzgaron conveniente volverse para dar cuenta al capitán general de lo que habían visto. 
Dos días pasaron sin que viéramos reaparecer a los dos navíos que se enviaron (…) por lo que creímos habían naufragado. Pero mientras estábamos en esa incertidumbre (…) los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados. 
Al entrar en la tercera bahía (…) el capitán general envió dos navíos, el SanAntonioy la Concepción, por el estrecho del siroco a ver si salía a mar abierto. El primero zarpó en seguida y reforzó las velas sin querer esperar al segundo (…) porque el piloto tenía la intención de aprovecharse de la oscuridad de la noche para deshacer el camino recorrido y volverse a España por la misma ruta que acabábamos de hacer.
Este piloto era Esteban Gómez. (…) Encadenaron y hasta hirieron al capitán del navío, Álvaro de Mezquita, primo hermano del capitán general, y así le condujeron a España. La San Antoniopor la noche dio la vuelta y se dio a la fuga por el mismo estrecho.” [Esteban Gómez fue encarcelado a su llegada a España. En 1524-1525 participó en una expedición de búsqueda del paso del Noroeste.] 
“Habíamos entrado en el canal del garbino con los otros dos navíos y llegamos a un río que llamamos de Las Sardinas, a causa de la inmensa cantidad que vimos de estos peces. Enviamos una chalupa (…) Los marineros de la chalupa volvieron al tercer día, y nos comunicaron que habían visto el cabo en que terminaba el estrecho y un gran mar, esto es, el Océano. Todos lloramos de alegría.”

sábado, 4 de mayo de 2019

Reencuentro


"Reencuentre usted el espíritu de los pueblos."
Para mí que es algo así lo que entiende el progreso como recuperación del mundo rural.

domingo, 28 de abril de 2019

Balthus. Una pintura total.



 Extraordinaria la exposición temporal de Balthus en el Museo Thyssen de Madrid.
Balthus fue uno de los grandes resistentes al totalitarismo de las Vanguardias y la revolución artística del s. XX. Y fue un resistente seguro y a conciencia desde el principio. Sólo por eso puede ya caer simpático.
Su sentido culto y aristocrático del arte y su sensibilidad por lo atemporal trazaron desde muy temprano un camino en el que un idealismo formal puro, casi abstracto, ha luchado siempre por hermanarse con la sensualidad de los objetos e insistentemente con el cuerpo femenino púber. 
La figuración realista de sus lienzos tiene detrás un trabajo de estudio y decantación de siglos de pintura clásica; desde el muralismo romano y románico o los frescos primitivos renacentistas, hasta la fría estampa oriental pasando por el énfasis corporal del barroco más clasicista. Ninguna anécdota, ni siquiera en los paisajes más complejos, distrae su ojo esencialista de su búsqueda platónica de la forma ideal. Ningún deseo carnal inconfesable lo desvía de su amor por esa tradición inmortal iniciada por la escultura griega. Precisamente por esto, él puede pintar escenas tabú sin que la pacata burguesía bienpensante (antes) ni la ofendida progresía moralista (ahora) se le echen encima de manera excesiva. Sus desnudos pertenecen a todas las épocas. Sus adolescentes son arquetipos que cifran una turbadora belleza carnal con la solidez de la columna toscana. 
Balthus era un pintor lento y ensimismado; hechizado él mismo por la depuración de unas obras en marcha nunca acabadas, y que hechiza al espectador elevando su mirada hacia el universo de lo sólido, lo ordenado y lo inmutable. Esas ideas universales traducidas en imágenes pintadas. 
(La única pega a la exposición: es un poco parca en número de obras.)

martes, 23 de abril de 2019

martes, 16 de abril de 2019

Luz eterna

Últimamente el diablo se está paseando por diversos templos católicos franceses. El último, Nuestra Señora de París.
Queden estas imágenes y esta música del s. XIII perteneciente a la escuela de la catedral parisina (la cuarta parte del organum Sederunt Principes del maestro Perotin en versión femenina) para dar testimonio de que el genio cristiano es una flor eterna e indestructible.


lunes, 15 de abril de 2019

Lucha agotadora



Aquellos que, aun levemente y con una sonrisa irónica, nos identificamos con esto de Cioran, tenemos que librar una lucha agotadora todos los días de nuestra vida. Mundo, admíranos.

"... Toda presencia humana me inspira, según mis humores, molestia o terror. Nunca me siento natural ante un ser humano.
Si me quitaran uno tras otro todos los deseos que he podido concebir, en lo más profundo de mí seguiría afincada, intacta, inatacable, la nostalgia del desierto."

(Sí, ya lo había puesto en una entrada anterior. Pero es que todo se olvida, y el olvido es el hermano amado de la soledad.)

viernes, 12 de abril de 2019

Magallanes y Elcano. Primera circunnavegación de planeta (XII).



Tempestades. Embocadura del paso al Mar del Sur (Pacífico), futuro Estrecho de Magallanes:

[Septiembre de 1520] “Toda la escuadra estuvo a punto de naufragar a causa de los furiosos vientos que soplaron y de la mar gruesa. Pero Dios y los cuerpos santos nos socorrieron, salvándonos. 
(…) Continuando nuestra ruta hacia el Sur, el 21 de octubre, hacia los 52 grados de latitud meridional, descubrimos un estrecho que llamamos de las Once Mil Vírgenes, porque fue el día que la Iglesia les consagra. Este estrecho, como pudimos apreciar en seguida, tiene cuatrocientas cuarenta millas de largo, o sea ciento diez leguas marítimas de cuatro millas cada una, y media legua de ancho, poco más o menos, y desemboca en otro mar, al que llamamos mar Pacífico. Está el estrecho rodeado de montañas muy elevadas y cubiertas de nieve; es muy profundo, hasta el punto de que, aun estando bastante cerca de tierra, no encontraba el ancla fondo en veinticinco o treinta brazas. 
Toda la tripulación creía que el estrecho no tenía salida al Oeste, y que no sería prudente el buscarla sin tener los grandes conocimientos del capitán general, el cual tan hábil como valiente, sabía que era preciso pasar por un estrecho muy escondido, pero que había visto representado en un mapa hecho por el excelente cosmógrafo Martín de Bohemia.”  

lunes, 1 de abril de 2019

Ferlosio, el empecinado.



Ferlosio era un caso raro de literato de fama que lo dejó todo para hacerse gramático. Gramático empecinado en la etimología y la hipotaxis.
Él mismo, escribió:

"Naturalmente, la hipotaxis en que me fui empecinando más y más no se limitaba a esas fáciles construcciones con verbos, sino que se dilataba en frases mucho más complejas, poliarticuladas y de más largo aliento, hasta llegar a veces a cubrir un folio entero. De esta manera, llegó a antojárseme que sólo podía decir tal o cual cosa de un modo satisfactorio, por suficientemente preciso, circunstanciado, explícito y completo, recurriendo a largas construcciones hipotácticas." 

De ahí que sus ensayos sean a menudo una exigencia de la forma en marcha que se impone a la importancia del tema tratado. Aunque estuviera equivocado en sus tesis, la precisión gramática es tal, que no lo parece. Todo lo que escribió muestra un rango superior de la lengua española. Y si más de una vez había rechazado su pasado de literato por estetecista y sin importancia, no se libró nunca de un impulso inconsciente de búsqueda de la belleza, aun en sus más sesudos ensayos. Al contrario, ese impulso fue en aumento y alcanzó una madurez soberbia hacia la plenitud de su actividad como ensayista, cuando, según sus propias palabras, encontró la lengua. Eso es lo que hizo Ferlosio toda su vida con solitario empeño: buscar la lengua y salvarla de toda servidumbre. 

Todo lo que tiene publicado merece leerse con esfuerzo y regocijo. 
Para los despistados existe un largo artículo sobre sí mismo, ya clásico, que se publicó en el número 31 de la añorada revista Archipiélago titulado La forja de un plumífero. Que empiecen a conocerlo. Y a adentrarse en su océano.