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martes, 18 de julio de 2017

Obra maestra. "Imperiofobia y leyenda negra." María E. Roca Barea.


Recientemente se ha dicho muchas veces, pero es que este libro es mejor aún de lo que parece. De vez en cuando salen esos libros documentadísimos y a la vez transparentes en su exposición y sentido que actúan como una nueva luz. En el discurso de su autora, la profesora Elvira Roca Barea, se aúna conocimiento y sensatez de tal manera que le hace preguntarse a uno, ¿cómo es que no hay más libros actuales de historia como éste? Y no es que no los haya, pero tiene uno que buscar, a veces mucho, para encontrarlos. (Evidentemente, no abundan porque cuesta un huevo de investigación y tiempo hacerlos.) Los hay salidos, p. ej, de la plataforma creada por la escuela de Gustavo Bueno y su materialismo filosófico (estoy pensando en investigadores históricos como Pedro Insua o Iván Vélez), pero éstos como es natural presentan los presupuestos del sistema filosófico de G.B. y se pueden hacer por momentos (no siempre, ni mucho menos) más áridos y más distantes para el lector general.  No es el caso de Imperiofobia... , desde luego, obra que ha encontrado felizmente un discurso que a pesar del enorme material tratado fluye casi como una narración oral. Todo ello no sólo es consecuencia del estudio sobre el tema de la autora, sino también de su capacidad para despojarse de rémoras académicas estériles en favor de una intención: poner sobre el tapete el contraste de evidencias que en este caso se podrían resumir de la siguiente manera: ¿por qué si en el pasado fue así -y aquí están las pruebas- hoy día creemos que es asá? Esa es la herida que recorre todo el libro. Libro de obligada lectura para abrir la falsa caja de pandora que construyó sistemáticamente una buena parte de Europa sobre España (no fue la única, también trata los casos del Imperio Romano, Rusia y EE. UU.) y que aún hoy funciona como un reloj… especialmente en nuestro país por pura dejación (y diría que sobre todo por dejación política de todos). Y es que España pasó de la crítica y la polémica interna en su época imperial (Roca Barea demuestra cuánta más libertad de expresión y objetividad había en nuestro país que en el resto de Europa y no digamos en la brutal Inglaterra anglicana) al abandono a los ataques exteriores en la época posimperial. Luego, la nefasta dictadura franquista, sumidero de todas las conciencias y criterios, ha sido excusa para liarlo o vulgarizarlo todo, primero, y borrarlo casi todo, después; y cuando digo “después” me refiero a la época democrática última, los últimos cuarenta años de democracia. Increíble, pero cierto.
Hay otros trabajos, pero no tuvieron la misma fortuna que éste. Bienvenido sea.


Aquí una brillante entrevista a la autora. Las palabras de María Elvira Roca destilan conocimiento, lucidez y equilibrio. Es amable; es agradable. Sonríe. Y sabe. Tomad nota, aprendices de historiadores:




miércoles, 12 de julio de 2017

"Contra Zizek" (Gustavo Bueno X)



De todos los libros que se han escrito sobre la filosofía del ubicuo y omnipresente Slavoj Zizek, es este Contra Zizek, sin duda alguna, uno de los más estimulantes por venir de uno de los cachorros (utilizo este término por ser jovencísimo) más prometedores de la escuela materialista filosófica de Gustavo Bueno.

Lo que pretende su autor, Julen Robledo, cual basilisco que fulmina todo lo que fijan sus ojos (como se puede ver en el dibujo de la tapa) es precisamente eso: desenmascarar el pensamiento supuestamente revolucionario de Zizek desde los presupuestos del materialismo filosófico, primero observando lo que es para el joven autor la aceptación acrítica de sus  influencias (básicamente, Hegel, Lenin y Lacan); luego, definiendo la base política condicionante, para finalmente poner a prueba la consistencia de sus ideas -confrontándolas con las del materialismo filosófico- y acabar reflexionando sobre la envoltura socio-institucional que lo fomenta y su sorprendente popularidad y extensión en occidente (muy particularmente en España).

Robledo denuncia en este libro, entre otras cosas, que esa apariencia de impulso político liberador zizekiano que tanto atrae al público lector no es más que un fundamentalismo contracapitalista ineficaz (metafísico, al fin), puesto que sus condiciones materiales no son realmente analizadas por el filósofo esloveno -porque acaso sabe que la historia las ha superado- dejando así una sensación de apariencia positiva envuelta en ese estilo tan suyo entre enrevesado, efectista, digresivo y asistemático, como no podía ser de otra manera en un discípulo declarado del oscurantista Lacan.

No es fortuito que una de las frases de Zizek que utiliza Julen Robledo para abrir su trabajo sea : “I am a good Hegelian. If you have a good theory, forget about the reality.” Claro, es un caramelo demasiado tentador para un hijo del materialismo filosófico de Bueno. Así, pues… ¡Al ataaqueeeeeerl¡¡


martes, 11 de julio de 2017

Indigenismo catalanista



La corriente separatista catalana, alentada por unos cuantos políticos con vocación golpista, ha adquirido recientemente y en progresión ascendente dejes y maneras de lo que podríamos llamar el peor indigenismo. Indigenismo en este caso ciertamente peculiar (se podría denominar ‘indigenismo supremacista’) puesto que es a modo de segregación de un organismo (España o "Estado Español", como gustan decir) del cual forman parte secular desde la época visigótica (por no remontarnos a Roma) y, por consiguiente, de su posterior participación en la Reconquista y, por tanto, del germen de la evolución de un Imperio, el Español de los ss. XV a XIX.
Bien, la cuestión que quería poner de relieve fugazmente es ese esfuerzo último de segregación ideológica de los independentistas recurriendo a los más zafios argumentos primitivistas, esencialistas, xenófobos, en suma… como siempre, identitarios (porque eso es la identidad: xenofobia), que si bien hasta hace poco se medio disimulaban por vergonzosos ahora se exhiben con vehemencia sin ningún pudor. Es como una vuelta al racismo indisimulado de los teóricos de la raza del s. XIX en el que aún se apoyan ciertas retóricas de 'los pueblos'.

En efecto, el argumentario indigenista más reaccionario que en el mundo es contra el avance de la política. De la política en el sentido más digno del concepto: acuerdo, discusión, crítica y fijación de unos términos (que son las leyes) para el mayor beneficio de todos o, si se quiere, para el menor daño. 
El indigenismo no busca el mayor beneficio de todos, sino cincelar un mundo a medida de los dueños del lugar: eso es el Nacionalismo. Caciques, señores… y súbditos. El mundo sublime primitivo. El mundo de los políticos independentistas catalanes. Venga, sólo les falta ponerse plumas y bailar alrededor del fuego purificador de su mito cuatribarrado frente a la masa de fanatizados adeptos. 
Sería alucinante que, hoy día, en Occidente, Europa y como metrópoli democrática de una comunidad de casi 600 millones, España perdiera esta batalla. Vergüenza.   

viernes, 7 de julio de 2017

"Anábasis de Alejandro Magno" (XII)


La enfermedad de Alejandro y las dudas sobre la fidelidad de Filipo y su remedio que resuelve el conquistador al punto. (Aunque esa confianza ciega no iba a durar siempre con todos sus generales.):

“(…) Alejandro desciende hacia Cilicia y se acerca a Tarso. (…) Ocurrió que contrajo unas fuertes fiebres que le provocaron convulsiones e insomnio después de haberse bañado (sudoroso y acalorado como estaba) durante un rato en el río Cidno, cuyas aguas fluyen puras y frías por medio de la ciudad (…). Los médicos creyeron que Alejandro no sobreviviría, aunque Filipo, un médico acarnanio que gozaba de fama de entendido en medicina, y que era además de acreditado comportamiento en el campo de batalla, fue partidario de purgar a Alejandro, el cual se mostraba plenamente de acuerdo con el tratamiento. Pero ocurrió que cuando ya le preparaban la copa, le fue entregada a Alejandro una carta de parte de Parmenión que decía: “Cuídate de Filipo; he oído que ha sido comprado con el dinero de Darío para darte muerte mediante un brebaje”. Alejandró leyó la nota con atención y teniéndola aún en la mano cogió la copa de purgante y dio a leer a Filipo la nota, bebiéndose el purgante a la vez que Filipo leía.

Al poco rato se hizo evidente que Filipo había acertado plenamente en la prescripción del remedio. (…) Alejandro dio prueba así a Filipo de ser un amigo que da crédito a sus amigos. (…) demostrándoles a todos al mismo tiempo su valentía frente a la muerte.”