El Derecho es un
medio específico contra la arbitrariedad individual, pero sobre todo contra la
locura colectiva. El intento de destrucción general de la Ley que se está dando en Cataluña es
uno de los hechos antipolíticos más bestiales (no me sale otra palabra) que se han
dado en la democracia española de los últimos cuarenta años.
Pero cuantos más
actos ilícitos colectivos se dan, más se confirma la existencia del Derecho en,
como diría Kelsen, su validez, o sea, el deber del acto coactivo como
consecuencia jurídica de la demencia de una parte de la sociedad.
Fue una pelea
tensa pero a la vez un poco reservona. Se notaba el respeto que se tienen.
Golovkin siempre en posición de avance como un disciplinado hoplita y Canelo,
más libre, esperándole en las cuerdas y actuando a la contra para intentar
sorprender con alguno de sus demoledores ganchos. La rapidez y el buen estado
de forma de los dos impidió el KO y un excesivo castigo, pero la envergadura de
GGG hizo que sus guantes llegaran algo más al rostro del mejicano, el cual, sin
embargo, se mostró completamente entero y con capacidad de castigar a su
oponente en los episodios finales. Es posible que también se planteara la pelea como un primer contacto
de una serie posterior más definitiva. De ahí la declaración de combate nulo.
Parece que estos dos peleadores son los mejores medios del mundo y que pueden exhibir años de excelente boxeo.
Aquí el combate
en versión TV mexicana con su inefable publicidad entremetida:
Y es que J. S. Bach, cuando se ponía contemplativo, reunía más atributos propios del
Romanticismo que cualquier músico romántico propiamente dicho.
El discurso de
algunos de los preludios de su Clave Bien
Temperado está tan preñado de evasión ensoñadora que podría ilustrar
cualquier estampa romántica por muy tópica que fuera. Pero, ahhhh, la calidad
musical es tan insuperable que trasciende toda catalogación. Por eso, los
músicos posteriores a su redescubrimiento (entiéndase de Mendelssohn en
adelante) lo copiaron del derecho y del revés, absolutamente todos (y casi todos mal).
De entre los preludios de la mencionada obra destaca este n. 8 en mi bemol menor del Primer
Libro. Más que en cualquier otro, Bach se recrea en una tensa sonoridad
estática, realzada por una línea melódica angulosa y doliente que evoca un
diálogo cuyas voces disjuntas escapan de la resolución hasta que llega la fuga
y se recogen en un ámbito más estrecho y con serena marcha de metrónomo. Bien, pero a lo que iba...
Creo que
Sviatoslav Richter -que por eso traigo yo esto aquí- ha entendido más que nadie en
toda la historia de la interpretación este preludio (y fuga). Arpegia todo lo que
puede. Deja sonar las notas esponjando el discurso sin perder cohesión; al
contrario, su cohesión viene dada por el tiempo de espera y espectación entre
arpegio y nota, nota y arpegio. ¡Las texturas entre los piano y los forte!... Y de nuevo Bach se hace misterio hechizante
y emoción intemporal:
"La inmoralidad del gobernante es la última protección del ciudadano contra el creciente poderío del Estado.
Del prevaricador se puede esperar compasión, pero no del doctrinario."