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domingo, 15 de septiembre de 2019

El paraíso (en la tierra) era esto


(No puede pasar más tiempo. Tengo que hablar de este restaurante.)
El Bodegón Azoque de Zaragoza es un lugar para la felicidad. Su ambientación, de una ruralidad arcaica con colores ocres, maderas viejas y reflejos ámbar, te envuelve en un acogedor abrazo que te prepara para una extraordinaria oferta de maravillas gastronómicas. Platos elaborados. Y platos puramente caseros. Desde los tradicionales de cuchara que creíamos perdidos en restaurantes de categoría a los clásicos de pescados y carnes, pasando por todos los imaginables vegetales de temporada. La mejor materia prima. La cocina sabia sin excesivas complejidades. Los nombres claros, sin títulos que oculten su verdad. Y como no podía ser de otra manera, una gran bodega. 
En Azoque no tienes que gastar mucho para comer muy bien. Entre semana hay un menú asequible que es habitualmente grandioso: nunca he comido unas humildes borrajas tan deliciosas, tomates tan sabrosos, atún rojo tan en su punto o arroz caldoso de pescado con vegetales tan intenso; nunca he bebido vino de tanta calidad (y siempre botella entera) por tan poco dinero. Aquí he descubierto vinos de la tierra, a los cuales yo no era muy aficionado, que quedan en la memoria. Hay también postres para cualquier paladar y capricho; se lo pueden imaginar... sólo diré que tienen el mejor pastel ruso. Y, casi todo ello, repito, en el menú. 
El trato está a la altura de su calidad gastronómica; amabilidad sin afectación, simpatía discreta, acción precisa al servicio del cliente. Además, el personal es sumamente inteligente porque, por si fuera poco, nos regala -y se regala- la mejor música. Jamás he escuchado en ningún otro local gastronómico del mundo una selección de música clásica tan gustosa, ¡y de gustos hablamos! Polifonía renacentista del s. XVI, el primer laúd barroco, los conciertos más bellos de Vivaldi o Corelli, los cuartetos de Haydn más emotivos, joyas olvidadas de Mozart y Beethoven, etc. 
En fin.
Si uno tiene la suerte de ir en buena compañía experimentará la sensación de haber conocido el paraíso en la tierra. No mucho más se le puede pedir al mundo. 
Hemos sido felices en Bodegón Azoque. Lo seguiremos siendo mientras se pueda.

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