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viernes, 10 de mayo de 2013

Alfredo Landa, héroe de western.


Ha muerto Alfredo Landa. Tuvo una larguísima carrera en la que hubo de todo; pero todo, lo bueno y lo malo, fue trabajado con solvencia.
Las circunstancias lo encasillaron en exceso, aunque fue uno de esos viejos actores de marcha regular, oficio y personalidad que, a veces, mejoraba con su presencia productos aparentemente (o evidentemente) infumables.
Es inevitable asociarlo al momento del destape y a  astracanadas varias (su honesta entrega profesional también en esos artefactos ha sido culpable de que, para bien o para mal, perduren más en nuestra memoria); sin embargo, no se deberían olvidar sus colaboraciones con directores como Neville, Forqué, Bardem, Berlanga, Fernán Gómez, G. Aragón, Camus, Martín Patino, Borau, Cuerda, M. Hermoso y, claro, J.L. Garci, que lo convitió en uno de sus actores fetiche redimiéndolo de esa chusca época intermedia que tanto marcó su vida interpretativa.

Vamos a recordar aquí un momento insólito de Landa. Una de las escenas de western más químicamente puras del cine español; y es que quiere ser tan pura que casi acaba siendo grosera por exceso y fidelidad de estilo (y no vaya ello en perjuicio del resto del film).
Se trata del inicio de El Crack, de J.L. Garci, una película de cine negro con detective protagonista.
Como devoto del cine de género y más aún del western clásico, Garci abre la historia jugándose su seriedad como director al celebrar solemnemente uno de los ritos más manidos del cine del oeste: el duelo a vida o muerte en el saloon.
El protagonista (Landa) está cenando solo en un inhóspito bar de carretera cercado de negra noche;  el ‘barman’ juega a los dados con un cliente en la barra mientras otro individuo se entretiene con una máquina tragaperras; de pronto dos matones entran en el establecimiento y amenazan al barman con un cuchillo; el más curtido, barra de hierro en mano, chulea, amenaza y roba a los presentes mientras el detective solitario (Landa) sigue sereno con su cena hasta que también le reclaman la cartera. Cualquiera puede adivinar más o menos lo que pasa luego; el protagonista humilla a los ladrones sin alterarse (eso sí, con una pistola), los pone en fuga y pide amablemente un postre al agradecido barman para acabar su rutina.

Lo bueno de la escena --aparte de un montaje eficaz y de unos encuadres perfectamente clásicos (la barra del bar en perspectiva con la espalda del protagonista en primer plano)-- es la claridad prototípica del personaje; lo malo es que no nos lo acabamos de creer en un service de carretera de nuestra época y en nuestro país precisamente por esa claridad prototípica propia del western. La pureza maldita que tendría la escena en un western genuino con su siempre ominoso y emocionante reclamo de fuerza (el héroe oscuro impone su ley sin contemplaciones como quisiera hacerlo siempre nuestro imaginario ético más ansiado) chirría en el marco de una “sociedad del bienestar” hecha de pactos, cesiones, normas y convenciones cívicas bajo luces de neón. Landa, por su parte, tiene que hacer un trabajo de contención tan grande y tan contrario a su carácter verboso, gesticulante y bonachón que a la postre se nos antoja como meritorio. Con todo, la escena invita a seguir con la película, y eso ya es mucho.
Aquí está:






8 comentarios:

  1. ¿Estás seguro de que Tarantino no conocía esta película? La disposición del bar, la mesa que ocupa Landa, todo recuerda a la misma escena de Pulp Fiction (sin López Vázquez haciendo de vientre en el lavabo).

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  2. El problema es que Garci es muy buen cinéfilo, pero no tan buen director. El crack tiene mérito precisamente por salirse de lo que es habitual en él y presentar a un Alfredo Landa serio y duro, la peli no está mal, el homenaje al western en esta escena es muy eficaz y creo que el hecho que se desarrolle en un bar de carretera en los años ochenta la hace aún mejor. Muy buen homenaje para Alfredo Landa.
    Aunque, si se me permite, me quedo con el personaje de Los santos inocentes, otra de sus mejores actuaciones. Y, puestos a juntar a Landa con Garci, me quedo con lo más cursi, Las verdes praderas, my bocata of tortilla without chorizo y ¡estupendo!

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  3. No sé si sabéis que Garci, en los últimos meses, cuando le dijeron que Landa se había "abandonado", se inventó la idea de que estaba preparando El crack 3, que se le había ocurrido que Germán Areta solucionase un caso desde su despacho, en silla de ruedas; y Landa, confiado e ilusionado, le hizo sobrellevar mejor los últimos tiempos.

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  4. Cuando "los médicos que lo trataban" le dijeron..

    Joder, qué mal escrito.

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  5. cuando "los médicos que lo trataban" le dijeron..

    Joé, qué mal escrito.

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  6. Sí señor, en la columna de Gistau del sábado... Y la titula "Cowboys". Si es que ya me copian en la prensa.

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  7. ¡Ahora la he visto! Muy bien, está muy bien, pero los secundarios chirrían bastante. Oyes, ¿el atracador no es el de El crimen de Cuenca?

    Pues no sabía nada de eso de Garci, qué detalle, y eso que en los últimos tiempos había habido diferencias entre ellos, ¿no?

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  8. Sí, el jefe de la pareja de quinquis es José M. Cervino, para mí un actor muy notable sobre todo por su excelente voz y dicción, y no suficientemente reconocido ni bien aprovechado.

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