Este documental muestra lo
importante que fue la visita de Glenn Gould a la URSS; un pianista que prácticamente
nadie conocía detrás del Telón de Acero antes de su llegada.
Era curioso el interés de Gould por lo
que él mismo llamaba “energía creativa del alma rusa a pesar de la absurda censura
artística”, pero al parecer lo que necesitaban los vigilados creadores soviéticos era la
insuperable potencia con la que interpretaba Gould a Bach o su apasionada
visión de los autores de la contemporánea escuela de Viena para destaponar ese alma y liberarla un poco más de sus miedos.
Una de las autoridades del Conservatorio
de San Petersburgo, testigo directo de uno de sus conciertos afirma: “modificó
nuestro espíritu y nuestra consciencia de la música”.
Según todo lo que cuenta el documental, podríamos decir que Gould
fue el hombre que, en tan solo unos días, gracias a su genio, autenticidad,
sinceridad, entrega y total falta de afectación empezó a cambiar la estética
musical en el país de los soviets.
La figura de Gould sigue creciendo en el tiempo.
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