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miércoles, 8 de febrero de 2017

Adiós a Puente Ojea



Mientras nacionalistas, populistas, totalitarios, zafios e ignorantes de todo pelaje avanzan, marcan tendencia y se recrean en puestos de poder e influencia como un ejército de bichos infectos, los mejores se van. Se diría que por cansancio; por despecho.
Me acabo de enterar de que hace tres semanas murió Gonzalo Puente Ojea.  
Este verano perdimos al filósofo de filósofos con el cual, y desde el reconocimiento, Puente Ojea tuvo algunas complejas disputas filosóficas en cuanto, sobre todo, al origen de la religión. Sólo decir en honor de Ojea que no salió mal parado con su, tal vez, exceso de psicologismo y animismo en los debates escritos y verbales con el maestro (y que me perdone mi ignorancia).
Puente Ojea, exquisito embajador en el Vaticano, donde se le retiró el placet por su divorcio y posterior matrimonio civil, y a quien el partido socialista no se atrevió a defender, escribió algunos de los más apasionados libros sobre historia y filosofía de la religión en español. Documentados y reflexionados como pocos, siempre desde un punto de vista ateo que, acaso, en algún momento, le pesó en exceso por voluntarismo reivindicativo. Era un extraordinario conocedor de los textos sagrados y en buena medida no pocos jovenzuelos descreídos nos iniciamos en ellos gracias a él. Encantadoras paradojas del mundo lector.
Me parecen excelentes y clarificadoras (siempre desde una vehemente perspectiva laica) sus obras sobre los orígenes del Cristianismo y la génesis del pensamiento cristiano. También sus trabajos históricos sobre la fe como ideología y la formación del poder eclesiástico, que abordaba con un amplísimo dominio de los conceptos teológicos y de la historia.
Descanse en paz otro imprescindible de la búsqueda del conocimiento de verdad. No de esa “Cultura” de la que hablan sin parar y cosas así.

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