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sábado, 26 de agosto de 2017

Barcelona, de rodillas otra vez.



Veo una manifestación “unitaria” donde se observa lo deshecho y desunido que está el país por acción, especialmente, de esos ‘pacifistas’ de dirección única tan vinculados a los independentistas que se quieren adueñar del evento. Esos que llevan pancartas acusatorias contra ex presidentes españoles, contra el Gobierno, etc… ¿Cómo es posible? No veo nada contra los asesinos, contra el ISIS, contra los criminales que los apoyan o los que los justifican, contra el fanatismo religioso islamista, contra el silencio de su población. Asco, asco de una política catalana que ha fomentado el cáncer traducido en degeneración mental que padece una buena parte de su sociedad. Vergüenza y rabia por no ver el homenaje que merecían los niños, mujeres y hombres que mataron los representantes del Islam integrista.
Y uno se pregunta… ¿Si algún día asesinaran a las familias de los manifestantes portadores de esas pancartas, también saldrían mirando hacia otro lado y aprovecharían la tragedia para hacer patria y fomentar, con su paz, la estulticia y el rechazo hacia España?

Esta infeliz Barcelona arrodillada: “¿No tinc por?”. Vergüenza.  Claro que tiene miedo, y debe tenerlo… pero lo que no tiene es coraje. Y muestra, ay, otra vez, poco más que delirio e ignorancia. Como la portada de su (supuesta) revista satírica El Jueves. Pobres. Compárenla con la de Charlie Hebdo y verán la diferencia entre denuncia satírica y hacer el ridículo.

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