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domingo, 9 de diciembre de 2018

Carta de Unamuno a un socialista



El 10 de agosto de 1936, Unamuno escribió una carta a un “amigo socialista belga”; muy posiblemente el presidente del Partido Obrero Belga Émile Vandervelde, el cual apoyaba al gobierno de la II República, pero desde unas posiciones moderadas y no anticlericalistas. Unamuno, que lo conocía personalmente, lo respetaba precisamente por ser -según él- un representante de lo que ‘ya’ no era el socialismo español, al que ponderaba en esas horas de dogmático y violento.
Unamuno le escribió:

“(…) Sentí el dolor de su decadencia [se refiere a España]. Creí necesario invocar la democracia socialista para levantarla (…) Luché por esta reforma. Conocí la persecución y el exilio, pero no cejé hasta llegar al fin. Un día saludé entusiasta la llegada de la República española. España revivía. Pero España estuvo a punto de perecer.
En muy poco tiempo el marxismo dividió a los ciudadanos. Conozco la lucha de clases. Es el reino del odio y la envidia desencadenados. Conocimos un periodo de pillaje y crimen. Nuestra civilización iba a ser destruida. 
(…) Es a usted a quien me dirijo; a usted que está todavía con “ellos”. No quiero dudar de su buena fe. Pero, ¿no sentirá remordimientos el día que ardan los hogares de su país, cuando se maten los hijos de su tierra, y todo porque usted sembró el odio en sus corazones?”

Conocemos a Unamuno. Unamuno aún no veía -pronto lo haría con espanto- todo el ruido y la furia del bando rebelde a la II República. Pero lo cierto es que su primer horror le vino de las izquierdas a las que había apoyado con convicción.

No hace falta vivir en dos épocas diferentes para darse cuenta de que la historia, ciegamente, puede coquetear con tragedias del pasado. Sólo hace falta tener los ojos abiertos y estudiar un poco. 
En la misma carta, el lamento personal del filósofo de este error fundamental y reiterativo en el avatar del mundo:
“Fui uno de aquellos que deseaban salvar la humanidad sin conocer el hombre.” 

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