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jueves, 26 de marzo de 2020

La elección palpitante



Los condicionantes de la tristeza (una tristeza que no provenga de un hecho trágico insoportable) pueden ser los mismos que producen alegría: el no saber qué, el no saber cuándo, el no saber dónde, etc. Y viceversa. Cláusulas que marcan definitivamente toda nuestra vida independientemente de si queremos reconocerlo o no.

Así, Clément Rosset escribe:

“(…) Pero esto es justamente lo que tienen de sorprendente -y de aparentemente paradójico- las razones para alegrarse o deprimirse: que son rigurosamente idénticas. De modo que la tristeza y la alegría no son más que las dos caras de la misma moneda. De ahí que sean tan próximas. En efecto, la alegría real no es más que una visión lúcida, pero asumida, de la condición humana; la tristeza es la misma visión, pero consternada.”

Escoger la tristeza o escoger la alegría, se diría… Pero, en el fondo, ¿podemos escoger?

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