Otro debate
sobre el estado de la nación en las Cortes.
Otra vez
simulando que son conservadores-liberales unos y progresistas de izquierdas
otros. Otra vez haciendo ver (cada vez más a duras penas) que tienen intereses
enfrentados. De nuevo echando mano a las consignas de viejo cuño y a la vez
reprochando la falta de sentido de la realidad del contrario. Todo cual cromos intercambiables
cuando se invierten los papeles de gobierno y oposición.
Los dos partidos
principales siguen manipulando el temor de que el otro crece y es su enemigo
ideológico, y siguen jugando al enfrentamiento cuando saben que lo único
positivo sería una coalición entre los dos. Coalición de Estado para acuerdos
mínimos en los ámbitos básicos: laboral, judicial, autonómico y educativo. El
mínimo sentido común denominador. La actual dinámica política del país
-lúgubre, de gestos frentistas, repetitiva- daría un salto de optimismo. Pero
éstos tienen otra empresa. Son partidos tradicionales. Viven de la acción
aparente y la fricción ficticia. Y no se trata de corrupción; la corrupción es
lo de menos. Por un lado, el viejo partido de la izquierda sufre el largo drama
de su lento desgaste por falta de contrario real… Que se desengañen, ya no existe
‘aquella’ derecha. Por otro lado, el no tan viejo partido de la no-derecha hace
ver que conserva unas esencias cifradas en valores que en realidad son
superestructuras en crisis a la vez que habla de eficacia y se apega a la
realidad económica de un mundo en progresión globalizadora (en eso le toma
ventaja a la izquierda), pero metiendo bajo la alfombra espacios virtualmente irrecuperables
de inadaptación, ineficacia y marginalidad. No es muy difícil ver que, en el
fondo, esos dos polos son parecidos, con el matiz de que, al menos en economía
(y el debate parlamentario va sobre todo de eso), la “derecha” es más
progresista que la izquierda y la “izquierda” más conservadora que la derecha (esto
no es nada nuevo, viene de muy atrás). Unos hablan de proteccionismo y quietud
y otros de liberalismo y movimiento; sin embargo, en verdad los dos son
proteccionistas y (quizás menos) liberales.
¿Acaso son éstas
las últimas representaciones de un caduco bipartidismo? Confiemos en que no.
Mas si así fuera, y viendo casi todo lo que hay alrededor y lo que parece se
avecina, deberían llegar a un urgente acuerdo de gobierno. Porque no adivino yo
un gran pacto futuro entre Podemos y Ciudadanos.