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sábado, 14 de febrero de 2015

Allí el Mal, aquí el Bien.


Esta imagen es uno de los más extraordinarios fotogramas de la historia del cine. Pertenece a la mítica The night of the hunter (La noche del cazador), dirigida por Charles Laughton y basada en la novela homónima de Davis Grubb.
Un sueño diáfano como el corte de un escalpelo sobre el Bien y el Mal.
El Bien es una delicada abuelita en camisón aureolada con la luz de las santas que sostiene con firmeza un pesado rifle mientras habla con una niña que lleva una vela en la mano. Del fondo de la noche sale la figura que encarna el Mal; vestido de cordero, como es propio siempre en el mal más malvado.  
La abuelita es consciente de su fragilidad, pero también sabe que su inteligente determinación y su coraje son lo único que va a salvar la luz, esa frágil luz que encarna la inocente niña con su llama, del avance de las tinieblas.
Y el Mal quiere, como siempre, hablar… parlamentar; para ganar tiempo, para adormecer, para engañar. Y sólo la vigilante valentía del Bien y su decisión lograrán disolver esas añagazas.
Los centros de enseñanza, en todos los niveles decorados con vaguedades sobre paz, humanidad, hermandad y demás flores pintadas sobre arco-iris deberían tener esta foto como un recordatorio fundamental.

La Historia nos enseña que hay que apostar siempre por las dulces abuelitas fuertemente armadas.

1 comentario:

  1. Gran, gran película. Grande Robert Mitchum. Leaning, leaning...

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