Translate

martes, 21 de junio de 2016

"Tempestades de acero" (VII)



Situaciones reales que excitan una imaginación que posteriormente ha alimentado las visiones de pintores y cineastas del s. XX.

"(...) A menudo me hallaba sentado a la mesa de mi pequeño abrigo y experimentaba una sensación de agradable cobijo; las toscas paredes de madera de las que colgaba el armamento recordaban el Lejano Oeste."

Y, además, en este fragmento que sigue hay, no sé si consciente o inconscientemente, un poso visionario de la gran literatura clásica:

"(...) Con los ojos lagrimeantes volví al bosque de Vaud dando traspiés; los empañados cristales de la máscara antigás no me permitían ver, y así fui cayendo de embudo en embudo.
Aquella noche, con sus vastos e inhóspitos espacios, fue de una soledad fantasmal. Cuando en medio de aquellas tinieblas topaba con centinelas o con soldados perdidos que iban errantes de un lado para otro, tenía el sentimiento glacial de que yo no hablaba con seres humanos, sino con demonios. Me parecía estar vagando por una escombrera gigantesca, situada más allá de los límites del mundo conocido."

No hay comentarios:

Publicar un comentario