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jueves, 28 de diciembre de 2017

La tabarra de Tabàrnia



A estas alturas, al melodrama político catalán le surgen salidas de sainete tipo 'donde las dan las toman' como es la ocurrencia de Tabàrnia, en verdad interesante si los indepes unilateralistas se echaran al monte. En principio, Tabàrnia sería la vía de la Cataluña cosmopolita y constitucionalista (la Cataluña más propiamente urbana) de librarse del lastre de un régimen nacionalista alimentado por el ruralismo interior. 
Bien, pero ojo, que no sería oro todo lo que reluce. Porque Tabàrnia, con BCN a la cabeza, no sólo es representante de tolerancia, racionalidad y bienestar, conceptos que, quiero imaginar, todos los hipotéticos tabarneses sancionarían. Barcelona y paulatinamente también sus alrededores incluyen sus rotundas dosis de abuso de precios, insolidaridad y experimento financiero, empezando por uno de los ámbitos más básicos como es el de la vivienda. Barcelona es un robo. Los munícipes e inversores de toda laya de BCN han convertido la urbe en un expolio. Los munícipes con las mentiras y el cinismo que les caracteriza, y los inversores haciendo lo suyo. La marca Barcelona fashion, pura carcasa, ha sido la excusa para crear un territorio donde sus ciudadanos son exprimidos sin piedad hasta ser ahogados y expulsados de él. Por eso, Tabàrnia, que tanto podría enseñar a la Cataluña cerrada y xenófoba del interior, también debería aprender del bienestar básico de los pueblos y pequeñas ciudades tradicionalistas. Ya sé que se me argumentará que estoy mezclando churras con merinas y que es un problema de mercado y su libertad para intervenir donde le interesa y bla, bla... Y es entonces cuando uno tiene que decir que le den por culo al mercado si sacrifica el bienestar material de una mayoría de los habitantes donde opera ese mercado y sólo beneficia a los que tienen fortuna y pueden invertir provocando así una imparable escalada de precios. Estamos hablando de vivienda, no de hoteles de lujo.
Para que Tabàrnia no se convierta en una falsa Tabarra hay que decir: ¡Futuros tabarneses, reclamad una Tabàrnia libre... pero con precios gerundenses y no con precios londinenses! (Creo no ser muy insensato.) Si no, yo, antes que tabarnés casi prefiero ser un exiliado irredento de interior. 
Ojalá esto acercara a las 'dos cataluñas' y que cada una copiara lo bueno de la otra. Estamos en Navidad, ¿no? 

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