Una de las dos
lecturas evangélicas del día de hoy, segundo domingo de Adviento, remite a la
segunda carta del apóstol San Pedro, en la que a pesar de constatar la
iniquidad del mundo el antiguo pescador pide a los hombres que se mantengan
íntegros a la espera de la venida definitiva del hijo de Dios.
En el original
se leen dos adjetivos: “áspiloi” y “ámómetoi”, o sea, ´sin mácula` e ‘irreprochables’.
Aspiraciones estoicas que en su interpretación más alta significarían
incorruptible y noble para con los demás y para con uno mismo. Poder mirar a
los demás limpiamente a los ojos y poder mirarse uno mismo al espejo. Qué
valor.
¿Quién
soportaría una segunda venida con la cabeza bien alta?
El Greco pinta a Pedro sobre una roca (él mismo) junto al mar, frágil e inquieto bajo un cielo tempestuoso.
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