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jueves, 18 de octubre de 2018

“It’s too bad she won’t live. But then again who does?”, otra vez.



“It’s too bad she won’t live. But then again who does?”

Ver la película Blade Runner 2049 es como volver a una casa en ruinas. Una casa que fuera habitada por uno mismo en una apasionada juventud. 
Blade Runner 2049 no es tal vez una gran película, pero hay tal implicación con la obra maestra del año 82 que el efecto emocional es inevitable. Personajes, ambientes y música. Todo mezclado. 
Deckard viejo. Rachel, un recuerdo... una imagen. El nuevo Blade Runner que debe morir bajo la nieve lenta. La banda sonora dramatizada a puro de adensarla y exagerarla pero sin perder del todo aquel clímax original.
Toda una experiencia… el paso del tiempo… vivir con miedo, y ya sin esperanza. Inmensa melancolía. (Reconozcamos que el último minuto es una pobre concesión al optimismo made in jolibud.)

“Lástima que ella no pueda vivir… Pero, al cabo… ¿quién vive?” …






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