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martes, 27 de noviembre de 2012

Mares de Icaria


Sí, aquí un mar de Icaria, símbolo de todas las caídas, en la célebre pintura de Brueghel.
Pero, ¿dónde está Ícaro?... Está en la parte inferior derecha del cuadro, en su accidentado chapuzón. Casi no se ve. Es un escenario terciario que va detrás de las escenas de pastoreo y de trabajo agrícola. Ícaro entra así en el repertorio anecdótico de la conciencia cósmica de Brueghel. Lo hace ‘detrás’ de un campesino, un pastor  y también de un pescador (más abajo, derecha). El mítico personaje pasa en esta obra a formar parte del  mecanismo natural total. Entra en la normalidad del mundo tras haber pretendido estar por encima de él y brillar como el sol. Ascendió desde su encierro hacia el sol, más y más, a pesar de las advertencias de Dédalo, su apolíneo padre, el constructor, precisamente, del laberinto que lo atrapaba. El laberinto es a la vez depositario del juego, de la reflexión y de la violencia animal-divina; esconde lo sagrado, el secreto, la muerte. Acaso se puede vencer la trampa física de los laberintos artificiales con ingenio (el hilo que se devana allí puede simbolizar el logos)… pero a condición de saber que en vida nunca se vencerán los imperativos del indescifrable laberinto de la creación. La soberbia acaba siendo ridícula y se paga. Pero también la prístina inocencia puede ser peligrosa.
El bueno de Brueghel aúna costumbres (género), humor y devoción por el paisaje, como siempre. La pintura entra inmediatamente en el espectador. Su excepcional fusión de estilización arcaica, virtuosismo espacial y detalle preciso es irresistible para el sentido de la vista. Dejando las interpretaciones alquimistas para otro día, aquí se ama el mundo y se respeta al hombre, ya digno en sus humildes tareas cotidianas, ya ridículo y olvidable en sus orgullos y tragedias. Al cabo, será igual... Todos caeremos en el mismo mar de Icaria.
Valga esta imagen, pues, de telón para este blog.

9 comentarios:

  1. Quizás todos caigamos en el mismo mar, pero ¿quién sabe? ¿Acaso no vale la pena intentar brillar como el sol? Vivamos, pues, el futuro no existe.

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  2. Lucas Sanmiguel Cuevas28 de noviembre de 2012, 2:19

    Tú sí que eres brillo, maravilla.

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  3. ¿Icaria yo sin Brueghel?28 de noviembre de 2012, 7:59

    Oye, ¿no te subió la imagen de Brueghel? ¿O no la encontraste por ahí?

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  4. Bueno, ya ves que al final sí, pero no la dispuse como quería.

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  5. La composición repetitiva y circular parece otro de esos bailes campesinos que a El Viejo tanto le gustaba retratar.
    La danza va así:
    Se agacha la cabeza hacia el suelo, se alza la cara al cielo, se brinca en el aire y se lanza el brazo derecho en fase descendente para acabar pisando un charco.

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  6. Me gusta este cuadro. Pinta lo extraordinario, con apariencia de normalidad, en medio de un día como otro cualquiera. Lo extraordinario se parece mucho a lo ordinario, fíjate bien en el mundo porque esconde maravillas, parece decir.

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  7. Toro en Chaise Longue30 de noviembre de 2012, 1:29

    Pero eso que describe Albin... ¿no es una de esas danzas animistas de la nación sioux?

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  8. "La consciència és allunyament. (...) La ment s'enretira, pren distància, és a dir, es desenganxa de la vida, allunya la imminència del perill, no s'adhereix més a les coses, les empeny cap a l'horitzó del seu camp intel.lectual. Els paisatges empetiteixen com si fossin vistos a través d'unes ulleres de llarga vista posades del revés. (...) D'aquesta manera, la ironia introdueix en el nostre saber el relleu i l'esglaonament de la perspectiva. Alhora que s'allunya de nosaltres, l'objecte es reuneix en l'espai amb els altres objectes, que serviran per definir-lo."

    Vladimir Jankélévitch
    "La ironia o la bona consciència", 1964.

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  9. Excelente texto para este tipo de visiones pictóricas. Lo de la visión de gafas puestas al revés... y lo de la nueva reunión del objeto distanciado.

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