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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Vallotton

"Persée tuant le dragon"




Éste es uno de los cuadros malditos del suizo Vallotton. Visión prosaica y ravagé del fabuloso mito de Perseo y Andrómeda. 
Con un fascinante onirismo, obsesionante en su pulcra grafía y desasosegante por su frío colorido de teatro de feria, nos muestra una nueva interpretación de la historia. 

En una desnuda playa, el héroe, convertido en un empedernido y musculado operario de fábrica con la cara bronceada por el sol y un fino bigotito de lechuguino, mata con una pértiga al monstruo enviado por Posidón, ahora un medieval cocodrilo de tío-vivo, mientras la bella hija de Casiopea es transformada en una mollar señora de mediana edad recién salida de la peluquería y avergonzada de su desnudez.
¡ Y sus modelos vienen directamente de la escultura helenística (ella es una de esas venus agachadas que se pusieron tan de moda)!  
Se diría que no es por el monstruo por quien teme la dama de piel rosada y turgentes michelines, sino por el esforzado obrero de tez oscura, el cual, triunfador seguro, se la va a llevar como trofeo para mancillar sin contemplaciones su delicado pudor burgués. La ascendente clase trabajadora, emparentada con el valiente y generoso Perseo, aniquila los monstruos del pasado para liberar a la mujer moderna de sus miedos, de sus prejuicios y enseñarle el amor libre. Qué candorosa extravagancia anarquista decimonónica.

Y qué estilo pictórico. Heredero de las síntesis formales de un Conrad Witz, de la gran tradición gráfica helvética, de los delicados esmaltados ginebrinos barrocos o de los desasosegantes ambientes de Ferdinand Hodler, Vallotton consigue crear un mundo que merece un lugar especial en la pintura del siglo XX. Qué poco se sabe de la admiración que le profesaron pintores posteriores mucho más célebres que él, entre ellos el ahora tan celebrado Edward Hopper, en cuya pintura las escenas íntimas de Vallotton (a menudo más complejas y elaboradas) fueron determinantes.

Adenda. Deshacer dos mitos. Por un lado, que Suiza no ha dado artistas; aquí, sólo en pintura, he señalado a tres (dos de ellos de categoría universal -entérate Harry Lime de El Tercer Hombre-). Por otro, que los países ricos europeos cuidan más la memoria de sus artistas; yo estuve en la fundación Vallotton de Lausana y doy fe de que es un semisótano pequeño y sombrío. ¡Para un artista como él! Seguro que en España tendría un fastuoso palacete (endeudado).





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