No vendría mal recordar lo que nos dice Aristóteles en su Política a propósito de los excesos de los poderes populares en las democracias -hoy, precisamente, que tanto pábulo demagógico interesado y sesgado se está dando, entre unas cosas y otras, a ese misterioso 'poder del pueblo'- y sobre el peligro que representan como potenciales destructores de toda legalidad. Ahí va la selección:
"(…) Una
quinta especie (de democracia) tiene las mismas condiciones, pero traspasa la
soberanía a la multitud, que reemplaza a la ley; porque entonces la decisión
popular, no la ley, lo resuelve todo. Esto es debido a la influencia de los
demagogos.
En efecto, en las democracias en
que la ley gobierna, no hay demagogos. (…) Los demagogos sólo aparecen allí
donde la ley ha perdido la soberanía. El pueblo entonces es un verdadero
monarca, único, aunque compuesto por la mayoría, que reina, no individualmente,
sino en cuerpo. (…) Tan pronto
como el pueblo es monarca, pretende obrar como tal, porque sacude el yugo de la
ley y se hace déspota, y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un
gran partido. Esta democracia es en su género lo que la tiranía es respecto del
reinado.(…) Además, el demagogo y el adulador tienen una manifiesta semejanza.
Ambos tienen un crédito ilimitado; el uno cerca del tirano, el otro cerca del
pueblo corrompido. Los demagogos, para sustituir la soberanía de los derechos
populares a la de las leyes, someten todos los negocios al pueblo, porque su
propio poder no puede menos de sacar provecho de la soberanía del pueblo de
quien ellos soberanamente disponen, gracias a la confianza que saben
inspirarle. Por otra parte, todos los que creen tener motivo para quejarse de
los magistrados, apelan al juicio exclusivo del pueblo; éste acoge de buen
grado la reclamación, y todos los poderes legales quedan destruidos. Con razón
puede decirse que esto constituye una deplorable demagogia, y que no es
realmente una constitución; pues sólo hay constitución allí donde existe la
soberanía de las leyes. Es preciso que la ley decida los negocios generales,
como el magistrado decide los negocios particulares en la forma prescrita por
la constitución (…)”
¡Oh, oh, oh! Fantástico... Maravilloso... ¡Certero!
ResponderEliminarLucas, cada día entro en tu blog a ver si escribes algo sobre la dimisión del papa, el cónclave, el nuevo papa, con su liturgia y su fasto. Que ya sé que te gusta el tema... ¿Para cuando?
ResponderEliminarEso va por Chávez o por quién?
ResponderEliminarVeo ahora el comentario segundo... Acabo de dejar algo sorprendente (curioso) del nuevo papa.
ResponderEliminarHombre, eso atrae a cualquiera, ¿no?, estimado anónimo. Pero en verdad me impone toda esa pompa; me siento un poco abrumado ante eso.
Al segundo apreciado anónimo: No por Chávez especialmente, sino por toda idea de que 'todo es una mierda' y de que es el 'pueblo' el depositario de unas supuestas esencias democráticas. Eso es fundamentalismo democrático y desvarío.
(La verdad es que cuando se habla de 'pueblo' sólo aguanto al añorado Agustín García Calvo.)
Muy buena la selección de textos de nuestro querido discípulo de Platón. Cuanto deberíamos aprender de Aristóteles; bueno,y de tantos otros hijos de nuestra griega cuna de civilización.¿Será que quienes nos gobiernan no estudiaron a los griegos ? o ¿Que quienes nos gobiernan no estudiaron nada?
ResponderEliminarSaludos a todos,anónimos incluidos.