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domingo, 7 de diciembre de 2014

Piedad animal


Esta historia, recogida por Frederic V. Grunfeld en Profetas malditos, sí que sirve para ilustrar la impiedad, miseria moral y horror del comportamiento humano frente al comportamiento animal. Ésta sí.
Erich Mühsam fue un escritor judío berlinés que satirizó a los nazis antes de su llegada al poder. Fue acusado de participar en el incendio del Reichstag en 1933, encarcelado y sometido a torturas durante meses. Quedó casi ciego y sordo, con las manos rotas y una espantosa llaga en su oído derecho. Luego fue trasladado al campo de concentración de Oranienburg. Allí los guardias pensaron en nuevas formas de tormento: la Gestapo tenía animales requisados de laboratorios y clínicas; cogieron a un chimpancé especialmente agresivo y lo llevaron al campo de concentración, una vez allí lo encerraron con Mühsam esperando un ataque salvaje… Pero el animal se acercó al destrozado prisionero, lo abrazó y le lamió cuidadosamente las heridas; el hombre se sintió aliviado y habló suavemente al simio. Los guardias se vieron tan chasqueados que, en presencia de Mühsam, torturaron al chimpancé antes de matarlo.

Son hechos reales. La más perfecta demostración de que algunos hombres sí son capaces de eliminar de su conciencia la última reserva de piedad; la espontánea piedad animal. 

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