Tenebrae factae sunt… el responsorio V de la feria sexta de la ‘oscuridad’ de la Semana Santa de Carlo Gesualdo.
Qué mejor música
para el claroscuro desasosegante del Oficio de Tinieblas.
La polifonía del
infortunado uxoricida Gesualdo se convierte en un dolorido espasmo apenas
contenido… Su genio musical está al servicio de una expresividad disolvente,
de una búsqueda en el vacío sin descanso ni solución que se sorprende a sí
misma a cada instante, pero que milagrosamente no se aparta ni un momento de
una sobrecogida belleza… apenas humana.
Esta polifonía
se puede escuchar una y otra vez… Nunca te haces con ella. Se diría que cada
audición es una renovación penitencial que quiere borrarse a sí misma. Como
si la torturada conciencia de asesino del mismo Gesualdo quisiera desaparecer. La polifonía del escalofrío.
“Desde que los
judíos crucificaron a Jesús
las tinieblas
cubrieron la Tierra.
Y Jesús, hacia la
hora nona, gritó:
¿Dios mío, por qué me has abandonado?
E inclinando la
cabeza
rindió su alma exclamando con fuerte voz:
En tus manos encomiendo mi espíritu.”
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