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jueves, 19 de mayo de 2016

F. J. Haydn (IV). Brendel.

Haydn sugiere una lucha íntima en esta sonata como pocas veces lo hace en su extensísima producción. Un drama que alcanza un equilibrio sobrecogedor en la contención de lo patético. El segundo movimiento que aquí traemos expone con soberana elegancia el contraste entre dolor y gracia. La parte central de este adagio tripartito se va a la dominante (un angustioso si b) y despliega un diálogo de una eficacia tan transparente (¡qué belleza!) que las partes extremas del movimiento parecen casi brumas sonoras, pero son en realidad de una imaginación tan controlada y concentrada que no se puede creer. Beethoven se alimentó de esto y de aquí partió hacia sus esforzadas gravedades.
No he oído interpretación mejor que la de Brendel. La impregnación y comprensión del espíritu de esta música se muestra insuperable.



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