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viernes, 13 de mayo de 2016

"Tempestades de acero" (VI)



Ataques de gas de cloro. No fue el gas más letal utilizado en la I Guerra Mundial; en cuestión de meses, biólogos, químicos y físicos de las mejores universidades de los países beligerantes se entregaron a la investigación con agentes químicos para crear un arma definitiva. Los peores fueron el gas fosgeno y el gas mostaza. A pesar de ello, el cloro…

“En Monchy vimos en el puesto de socorro un grupo de hombres intoxicados por el gas; se apretaban los costados con las manos, gemían y se ahogaban, mientras de sus ojos fluía agua. Algunos de ellos murieron días después, tras sufrir dolores espantosos. Soportamos un ataque de gas de cloro puro, un gas de combate que actúa sobre los pulmones corroyéndolos y quemándolos. A partir de aquel día decidí no volver a salir sin llevar conmigo la máscara antigás. (…)


-¡Ataque de gas!!... Una cegadora corriente de gas iba rodando a la luz de las bengalas sobre las negras almenas de los muros. (…) A la mañana siguiente pudimos ver en la aldea, estupefactos, las secuelas dejadas por el gas. Muchísimas plantas estaban marchitas; caracoles y topos yacían muertos por doquier y a los caballos acantonados en Monchy el agua les fluía de la boca y de los ojos. Una hermosa pátina verde cubría los proyectiles y los cascos de metralla que por todas partes estaban diseminados. Incluso en Douchy había dejado sentir su efecto aquella nube. El personal civil, a quien aquello le produjo mucho miedo, reclamó máscaras de gas. El mando trasladó a aquella gente en camiones a poblaciones alejadas en la retaguardia.”

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