Ataques de gas
de cloro. No fue el gas más letal utilizado en la I Guerra Mundial; en cuestión de meses, biólogos, químicos y físicos de las mejores universidades de los países beligerantes se entregaron a la investigación con agentes químicos para crear un arma definitiva. Los peores fueron el gas fosgeno y el gas mostaza. A pesar de
ello, el cloro…
“En Monchy vimos
en el puesto de socorro un grupo de hombres intoxicados por el gas; se
apretaban los costados con las manos, gemían y se ahogaban, mientras de sus
ojos fluía agua. Algunos de ellos murieron días después, tras sufrir dolores
espantosos. Soportamos un ataque de gas de cloro puro, un gas de combate que
actúa sobre los pulmones corroyéndolos y quemándolos. A partir de aquel día
decidí no volver a salir sin llevar conmigo la máscara antigás. (…)
-¡Ataque de
gas!!... Una cegadora corriente de gas iba rodando a la luz de las bengalas
sobre las negras almenas de los muros. (…) A la mañana siguiente pudimos ver en
la aldea, estupefactos, las secuelas dejadas por el gas. Muchísimas plantas
estaban marchitas; caracoles y topos yacían muertos por doquier y a los
caballos acantonados en Monchy el agua les fluía de la boca y de los ojos. Una
hermosa pátina verde cubría los proyectiles y los cascos de metralla que por
todas partes estaban diseminados. Incluso en Douchy había dejado sentir su
efecto aquella nube. El personal civil, a quien aquello le produjo mucho miedo,
reclamó máscaras de gas. El mando trasladó a aquella gente en camiones a
poblaciones alejadas en la retaguardia.”
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