Después de tomar
Mileto, lanza Alejandro unos barcos para capturar a los que se habían refugiado
en una pequeña isla sin nombre:
“(…) Mas, al ver
Alejandro que los refugiados en la isla estaban decididos a presentar batalla,
sintió compasión de estos hombres; hombres que ante él se habían mostrado
valerosos y leales soldados, y les propuso un acuerdo con la condición de que
se unieran a su ejército. Se trataba de un grupo de mercenarios griegos en
número aproximado de trescientos. Con todo, liberó a cuantos milesios
sobrevivieron al asalto final de la ciudad, y les concedió el derecho a ser
libres.”
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