Recientemente se ha dicho muchas veces,
pero es que este libro es mejor aún de lo que parece. De vez en cuando salen
esos libros documentadísimos y a la vez transparentes en su exposición y
sentido que actúan como una nueva luz. En el discurso de su autora, la profesora
Elvira Roca Barea, se aúna conocimiento y sensatez de tal manera que le hace
preguntarse a uno, ¿cómo es que no hay más libros actuales de historia como éste?
Y no es que no los haya, pero tiene uno que buscar, a veces mucho, para
encontrarlos. (Evidentemente, no abundan porque cuesta un huevo de
investigación y tiempo hacerlos.) Los hay salidos, p. ej, de la plataforma
creada por la escuela de Gustavo Bueno y su materialismo filosófico (estoy
pensando en investigadores históricos como Pedro Insua o Iván Vélez), pero
éstos como es natural presentan los presupuestos del sistema filosófico de G.B.
y se pueden hacer por momentos (no siempre, ni mucho menos) más áridos y más
distantes para el lector general. No es el
caso de Imperiofobia... , desde luego, obra que
ha encontrado felizmente un discurso que a pesar del enorme material tratado
fluye casi como una narración oral. Todo ello no sólo es consecuencia del estudio
sobre el tema de la autora, sino también de su capacidad para despojarse de rémoras
académicas estériles en favor de una intención: poner sobre el tapete el
contraste de evidencias que en este caso se podrían resumir de la siguiente
manera: ¿por qué si en el pasado fue así -y aquí están las pruebas- hoy día
creemos que es asá? Esa es la herida que recorre todo el libro. Libro de
obligada lectura para abrir la falsa caja de pandora que construyó sistemáticamente una buena
parte de Europa sobre España (no fue la única, también trata los casos del Imperio Romano, Rusia
y EE. UU.) y que aún hoy funciona como un reloj… especialmente en nuestro país
por pura dejación (y diría que sobre todo por dejación política de todos). Y es que España pasó de la crítica y la polémica interna en
su época imperial (Roca Barea demuestra cuánta más libertad de expresión y
objetividad había en nuestro país que en el resto de Europa y no digamos en la
brutal Inglaterra anglicana) al abandono a los ataques exteriores en la época
posimperial. Luego, la nefasta dictadura franquista, sumidero de todas las
conciencias y criterios, ha sido excusa para liarlo o vulgarizarlo todo,
primero, y borrarlo casi todo, después; y cuando digo “después” me refiero a la
época democrática última, los últimos cuarenta años de democracia. Increíble,
pero cierto.
Hay otros trabajos, pero no tuvieron la misma fortuna que éste. Bienvenido sea.
Hay otros trabajos, pero no tuvieron la misma fortuna que éste. Bienvenido sea.
Aquí una brillante entrevista a la autora.
Las palabras de María Elvira Roca destilan conocimiento, lucidez y equilibrio. Es amable; es agradable. Sonríe. Y sabe. Tomad
nota, aprendices de historiadores:
Admirable. Había oido del libro, pero no conocía a la autora. Lástima que esté tan sola.
ResponderEliminarTan, tan sola no está. Os recomiendo el libro vivamente.
ResponderEliminarSaludos, queridos.
¡Con esta reseña dan ganas de empezar ya a leerlo!
ResponderEliminarMuy interesante! Realmente dan ganas de empaparse bien de ese libro.
ResponderEliminarYo ya lo he leído y me parece un libro maravilloso para ir despojándonos de mitos y leyendas inventadas por los extranjeros.
EliminarLa pregunta del millón es por qué nuestras élites asumieron las mentiras de los extranjeros ( franceses, alemanes, británicos, etc.).
Leer el libro de Roca Barea te cambia la perspectiva, te hace reflexionar, te hace mirar hacia adentro y empiezas a ver las cosas de otra manera. Te hace plantearte muchas cosas. Recomendadísimo. Me ha encantado.
¿ alguien conoce la inquisición alemana, francesa,británica, holandesa,etc.? ¿ sólo existió la inquisición española? ¿ qué sabemos del imperio inglés o del francés ? ¿ para cuándo los historiadores españoles se van a dignar a investigar la historia de las inquisiciones e imperios de estos países europeos ?
Tenemos la historiografía europea desde la visión británica o francesa por ejemplo pero ¿cuál es la visión de nuestros historiadores sobre estos y otros países eurepeos?
Cierto, Juan. Hay que desperezarse, pues, y empezar a tener otras perspectivas más cercanas a la realidad. No queda más remedio que investigar un poco (o un mucho).
ResponderEliminarGracias
L