No lo sabía. Me acabo de enterar de que
Isabel Escudero murió el mes de marzo pasado.
Ya diré mucho recordando que fue la
inspiradora del largo poema Bebela,
de Agustín García Calvo, al que amó, irritó y apasionó, y con quien pasó los
últimos años de su vida. Y Bebela es
mucho, puesto que se trata de uno de los poemas-libro de amor más hermosos del
s. XX. Si alguien lo duda, que lo lea y verá.
Sí, ‘pareja’ de Agustín, tal como él era,
parece un imposible, pero aun así lo fue. Y no es poco mérito.
Pero Bebela
(Isabel) era una poetisa auténtica que captaba al vuelo la inteligencia
popular, aquella de la que sospechamos que antes por lo menos existía y que no
se dejaba atrapar por las ideologías ni por la Cultura, y que cantaba con
gracia y sencillez verdades, acertijos y misterios, y nos dejaba una sonrisa
limpia en el alma. Así era la poesía de Isabel.
Descanse en paz esta mujer despierta y
libre. (No, Isabel, parece que las feministas sindicadas no han hablado de ti;
qué esperabas, ni te conocían, libre tú.)
Si hay Cielo, afortunados ángeles de ver
el encuentro de Isabel con Agustín.
“Yo sé de mí
que moriré algún día;
si no lo supiera
no moriría.”
brv
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