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jueves, 15 de febrero de 2018

Un detalle salvable



El sábado pasado se me acercó en la calle una señora de edad avanzada, me detuvo cogiéndome por el brazo, me miró con unos ojos vivos y hermosos y me dijo expresiva:

-Dios te ama.

Yo sonreí y contesté:

-Supongo que nos ama a todos puesto que todos somos sus hijos, ¿no?

Respondió:

-No lo dudes, pero hay que llevarlo en el corazón.

Y yo seguí (viendo claramente la variante cristiana-evangélica de la señora):

-Es que yo soy de tradición católica.

Y ella, encantadora, dijo bajando la voz en tono revelador:

-¡Es igual... también te ama!

Geniales, esas señoras evangélicas.








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