Una de las mejores noticias editoriales actuales es la reedición de La sinagoga vacía, de Gabriel Albiac.
Yo no la había leído. Cuando uno recién se mete en esta obra se da cuenta de sus exigencias y dimensiones en cuanto a documentación, redacción, reflexión y ambición intelectual. Historia y filosofía, filosofía e historia.
Albiac es radical. Nos dice que de la debacle del mundo
barroco y sobre todo de la peripecia y desarraigo descomunal de los judíos
hispano-portugueses (los llamados marranos) y en general de toda la comunidad judía
europea surge un pensamiento filosófico moderno (Spinoza con sus predecesores
judíos) que conforma la manera de pensar posterior. Luego, o hay Spinoza o no
hay filosofía, nos recuerda el autor siguiendo a Hegel.
Spinoza sería la materialización racional de una
enloquecedora pérdida total de identidad y de la puesta al desnudo del sujeto.
Sólo queda el conflicto ético y su palabra. Ni verdad ni conocimiento.
En fin , yo aún voy por la página ochenta y pico en un libro
de cerca de setecientas en letra bien apretada. Pero su pasión, rareza,
originalidad y acometida verbal te atrapan.
La obra fue de referencia (mundial) cuando se publicó, allá en los
ochenta. Y aún lo es para todos aquellos que se acercan al tema.
Durante muchos años fue considerado un libro francés en
EE.UU y en algún país europeo. Lo cual, dicho sea de paso, también demuestra el
nivel de información de muchos de los que se dedican a la filosofía y a la
historia en esos lugares.
Bueno, es posible que sigamos informando sobre el tocho albiacciano.
Joé, qué prolificidad. De Albiac no sé nada. Sólo que de vez en cuando lo citan en los sitios que frecuento, o gente que sigo en Twitter. En fin, lo comparto allí y en Facebook, como siempre.
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