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lunes, 2 de septiembre de 2013

Más dura será la caída. El Golden boy.

Aquí tenemos el contrapunto más claro que va del cuento a la realidad, de la novela a la verdad.

Óscar de la Hoya, primero, como cantante en un video tan chusco y exitoso como los miles de vídeos románticos chuscos y exitosos que corren por ahí estilo kitsch melódico de saldo adolescente (que la canción original sea de los Bee Gees es indiferente). Galán, campeón, contemplado, famoso, deseado, creído, mimado:



Y luego, el mismo hombre, en el final de un boxeador de genio, fuerte, pegador, noble, valiente, de perfecta defensa; uno de los púgiles de más brillante progresión, más reclamados y mejor pagados de la historia. Su último combate; contra un demoledor Paquiao en sus mejores momentos. De la Hoya, el Golden boy, el muchacho fino, el guapo del ring, el que siempre mantuvo milagrosamente el rostro incólume para sus miles de incondicionales admiradoras… ahora con la cara rota, deforme, agotado, caído… rendido en el octavo asalto frente a la pujante furia del filipino. Hacia el retiro y los recuerdos de gloria que se irán borrando de la memoria como una canción cualquiera: 

Es el boxeo, es la vida. Cuando el destino nos alcance.

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