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lunes, 23 de diciembre de 2013

Tiempo de Navidad. ¡Comamos y bebamos!



Tenemos una idea muy asentada según la cual la Navidad (fiesta del nacimiento de Nuestro Señor) es un momento de excesos, especialmente durante esos eventos familiares tan señalados en los que comemos y bebemos sin tino.
Y la mala conciencia, sin duda extendida en el mundo occidental, no llega tanto por la parte de los 'castigos' que infligimos al cuerpo, con sus inevitables malestares físicos, sino más bien por la vieja imaginación cristiana que nos coloca de forma automática frente a la visión de un Cristo austero, de severidad básicamente pobrista, comiendo chuscos de pan y bebiendo agua de los caños.
Pero abstención y ayuno eran más bien prácticas habituales de numerosas sectas y grupos de la época de Cristo, entre ellos, claro, los fariseos, y no tanto del supuesto fundador y líder del Cristianismo ni de sus bullangueros seguidores.
Por eso, es muy pertinente recordar ahora cómo llaman a Jesús los muy formales fariseos y los admiradores de Juan el Bautista según nos cuentan los evangelistas Mateo y Lucas; nada menos que:
                        “φάγος καὶ οινοπότης” (‘fágos kaí oinopótes’)
Lo cual significa, literalmente, “comilón y bebedor de vino”. Sí, exactamente eso que les provoca mala conciencia cristiana en estas fechas… a los que no han leído con atención los Evangelios.
Si el Mesías y sus seguidores fueron acusados de los típicos excesos que nos fustigan desde un equivocado imaginario pobrista cristiano, ¿quiénes somos nosotros, infelices mortales del orbe neotestamentario, para envanecernos y creer que debemos tener mala conciencia por comer y beber en estas fechas?
Ayúdense a sí mismos, pues. Coman y beban sin remordimientos durante estas fiestas… a imitación de Cristo.
(En la imagen: Las bodas de Caná, de Veronés.)

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