Me entero de que justo ahora
hace un año se impidió la presentación del libro del español Rafael Cerrato Le point du jour à la Higuera. Les secrets
de la mort du Che Guevara (Amanecer
en la Higuera. Los secretos de la muerte del Che Guevara) en La Maison de l'Amerique
Latine de París.
El acto prometía ser
interesante pues tenía prevista la presencia de Ismael Rodríguez, agente que
planificó la captura del revolucionario; de Daniel Alarcón, lugarteniente del
Che que salió vivo de aquella última aventura y después huyó de la dictadura
cubana; así como de la escritora exiliada Zoe Valdés.
¿Por qué se anuló el evento?
Según la carta de la Maison de l’Amerique fue por motivos de seguridad y de
orden público. O sea, que cedieron a algún tipo de presión o de chantaje de gente que se oponía a un acto no exaltatorio de la célebre figura.
Uno se pregunta que si eso
pasa en París, ¿qué no pasará en otros lugares?
Pero, no, quizás no, ¿por qué extrañarse
tanto? Siempre caemos en el mito de la libertad de expresión europea sin
atender miríadas de hechos que informan sobre los sectarismos asumidos u
obviados de nuestras sociedades abiertas; y lo peor, su poder.
Sin ir más lejos, ahí, en
Francia, según explica J.F. Revel, hubo una clara mayoría de manuales escolares
de historia de tipo pro-estalinista, ¡entre 1946 y 1982!, (existe un análisis detallado
de Maurice Decrop). Manuales al parecer tan indisimuladamente tendenciosos que silenciaban hechos como la revuelta de Cronstadt durante la Revolución
soviética o que afirmaban que el muro de Berlín fue resultado de la
política de... la República Federal Alemana. (En fin, por no abundar ahora sobre el descarado discurso histórico-conmemorativo relativo a la Revolución francesa o la "heroica" resistencia colectiva al invasor nazi.)
Y esto ha pasado en la supuestamente objetiva y
prestigiosa instrucción pública republicana francesa.
Hélas, hélas!
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