Parece que se está empezando
a poner de moda el boxeo en los gimnasios urbanos. Pero no el boxeo, sino la
ficción del boxeo sin contrincante; esa cosa para señoritos y señoritas
guapitos que necesitan ponerse en forma (¿cómo se han vuelto tan expertos en formas,
y por qué necesitarán eso?); o sea, para mequetrefes de gimnasio que no quieren
hacerse pupa, sino quedar chulis mientras tensan sus músculos contra un saco de
juguete o lanzan directos contra el aire frente a un espejo con expresión de
cabreo. Quieren gustar-se (¿cómo podrían saber que se gustan sin un amo que lo niegue o apruebe?), quieren ser dueños de sus cuerpos y quieren modelarlos como está
mandado, que para eso son suyos y una imagen vale más que mil palabras, o sea
que su imagen vale más que todas las palabras que salgan de su boca (de eso
estamos seguros).
Qué lejos está el boxeo de
todo eso.
El cuerpo de un boxeador casi nunca es bonito. Puede llegar a ser
hermoso por la acumulación de heridas, castigos y sufrimientos que muestra
estando aún en pie.
Los cuerpos de los boxeadores
son inarmónicos, forzados, retorcidos; sus músculos sarmentosos y, en algunos
casos, la fibra joven ha cedido el paso a volúmenes amorfos, derrumbados, a
veces fofos.
Los rostros son lacerados
allá donde más duele; pómulos, cejas y nariz. Es como retroceder miles de años
en fisonomía: caras excesivas de seres primitivos que ya no existen; caras que
habíamos olvidado, pero con la mirada inteligente y asustada de un
superviviente y el brillo temible de un depredador que está acostumbrado a
mantenerse cerca de la sangre.
No son agujetas pijas de gym lo que tienen los boxeadores. Son
dolores de convalecencia que duran semanas y acaso meses; ese tipo de dolor que
te despierta por la noche cuando te mueves para cambiar de postura y te dice lo
solo que estás, la locura de tu sacrificio y lo pronto que vas a caer
definitivamente.
Pues yo sé de uno al que le gustaría apuntarse a un gimnasio de boxeo-ficción, ejem...
ResponderEliminarJa, ja… Te equivocas si o dices por mí. Mala interpretación. Y si así fuera, sería mi parte de idiota.
EliminarAunque sería peor, a estas alturas, subir a un ring para que me mataran.
Llévate un saco a Escalona, y lo colgamos de una encina en lo alto de un altozano; y al crepúsculo se verá una sombra moviéndose a saltitos a su alrededor, y la gente no sabrá si es un apache que baila pidiendo lluvia al gran dios-tótem Manitú.
ResponderEliminarPortentosa y descalabrada imagen, proclamo.
ResponderEliminarVa, si lo subes, yo me rapo al cero y me compro un sombrero de copa.
ResponderEliminar¡Ya tengo el saco preparado!
ResponderEliminar¡Y yo sin smartphone ni iphone pa las foticos! Oye, Bea, me tiés que aconsejar en la compra, ¡questoy mu perdío!...
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