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lunes, 17 de agosto de 2015

Poemas al box (III)


Y un día,
sin saber muy bien cómo,
subiste a la palestra.
Llevabas todavía,
sin saber muy bien cómo,
un triste querubín en la mirada
que un demonio nocturno
te quería arrancar
como se roba un sueño
bajo el sol de la infancia.
Te sentías muy fuerte;
sin embargo,
sin saber muy bien cómo,
acabaste, sin sentido, en el suelo.
Y en tu jardín fue invierno.
De tu mirada huyó
el querubín alado,
la caricia y el verso,
y una sombra de zarzas
y de silencio frío,
sin saber muy bien cómo,
hizo crecer el miedo
y ese sabor extraño
a sangre y a ceniza
que ya nada ni nadie

limpiará de tu boca.

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