Otra espantosa masacre.
Hay cosas que se olvidan o simplemente no
se saben. La emergente Yihad islámica es un fenómeno resurgido en el s. XX,
pero que hunde sus raíces en ‘teóricos’ muy anteriores. Esto se ignora a menudo
en Occidente, pero no así en el mundo islamista, donde siempre ha estado
latente la interpretación belicista (e intelectual, tradicional, filosófica) del Corán.
Uno de los ejemplos paradigmáticos es el
del eminente filósofo hispano-árabe Averroes (nacido en Córdoba en 1126).
Averroes está considerado en círculos académicos como el último gran pensador
árabe, nada menos (algunos lo consideran, incluso, como la cima del pensamiento
del mundo musulmán). Y de Averroes se ha destacado mucho su aportación a la
obra de Aristóteles (sobre todo) y Platón. También son célebres sus escritos
científicos y médicos. Especialmente discutida es su visión de la teoría de la doble verdad, de la que aún se sigue hablando en el ámbito filosófico, y a partir de la doble verdad del problema del entendimiento agente único (una única verdad superior), donde se
encuentra o se deriva la parte más espinosa y oculta de su pensamiento, y
con la cual se podría relacionar una obra aparentemente menor que nunca se ha considerado, pero que
para él mismo y sobre todo para el mundo islámico ha sido fundamental: El
libro de la Yihad (o del Yihad). Vaya sorpresa... En esta obra el filósofo habla de la
obligación de la guerra santa para todo buen musulmán. A lo largo de todo el
escrito se va cotejando la doctrina coránica de Mahoma y su consideración de
los infieles y “politeístas” (o sea, los cristianos creyentes en Padre , Hijo y
Espíritu Santo). En suma, se dice que todo musulmán debe combatir al politeísta
cristiano (o cualquiera otro) que no acepte el Islam y su monoteísmo
espiritualista puro (con el correspondiente pago, además, de los tributos, impuestos y demás), etc, etc…
Bueno, quizás todo ello queda dormido a lo largo de la
historia con la postración islámica y el dominio del imperio otomano; pero
resurge en el s. XX a raíz de la descomposición de ese imperio, con la aparición de
Los Hermanos Musulmanes en 1928, con la descomunal importancia del petróleo,
con la caída (luego) del comunismo real (el imperio soviético fue una barrera
fundamental para la proliferación islamista) y, en fin, con la recomposición de
los nacionalismos musulmanes interrelacionados.
Si todo un Averroes, monumento aparentemente
racionalista, da la base… ¿Qué no hará un fanatizado ayatolá de mezquita con jóvenes ignorantes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario