Podríamos contemplar, seguramente entre
otros muchos, dos tipos muy enfrentados de ficción novelesca: el tipo que
expone la realidad sin mentir sobre sus detalles y sus coordenadas
histórico-políticas y presenta peripecias existenciales que intentan interpretar
el mundo (o una parte de él) desde un punto de vista filosófico, y el tipo que obra torciendo hechos y tergiversando detalles sobre la realidad para conformar una ideología.
Del primer tipo serían, entre las mejores novelas, El Quijote o La Montaña
Mágica. Del segundo, buf, mares de ficciones tediosas, pero también
excelentes, reconocidas y alabadísimas ficciones de talentos literarios como
los de Dickens y Victor Hugo. Dos de los novelistas más leídos en el mundo
desde la publicación de sus obras hasta hoy.
Pero qué manera de conformar la visión
del mundo contemporáneo a partir de sus prejuicios de clase y sus fobias políticas
anti-progresistas y anti-industrialistas que se mueven, sin perjuicio de su
calidad expresiva, entre el folletón inverosímil y el panfleto grosero:...
Para urdir el potente patetismo de Los Miserables todo está sacado de
quicio (para empezar, la condena de Jean Valjean era imposible en su época
porque a la sazón su delito no estaba perseguido por la justicia y sí
reconocido y registrado como robo por hambre; una falta completamente atenuada).
Asimismo, para diseñar el paisaje sentimentalista de masas de obreros alienados
y, sobre todo, muy, muy sucios y ennegrecidos Dickens pensó antes en cómo tocar la
fibra sensible de las señoras solidarias y de los conspiradores profesionales de nuevo cuño, denigrando
de paso la Revolución Industrial, que en la estricta observación de la
realidad (la mejora de las clases pauperizadas en la Inglaterra de la época fue
sustancial, y especialmente en lo que respecta a la higiene, a pesar de la dureza del trabajo). Dos visiones caricaturizadas del
mundo que han quedado en el imaginario colectivo… y que son, básicamente, falsedades. Eso sí, como dicen, maravillosamente escritas.
No te metas con Dickens, ¡a mi Dickens ni tocarlo! Que él trabajó en fábricas siendo niño y su padre estuvo en la cárcel por deber dinero. Su retrato de la sociedad inglesa está basado en su experiencia personal y su visión del mundo, claro, no era historiador, pero no dejaba de ser un reflejo de la época pasado por sus prejuicios y opiniones personales. ¡Dickens era muy progresista!
ResponderEliminarNo digo nada de los culebrones que inventaba, porque claro, culebrones eran... Pero, ¿y lo maravillosa que es su literatura?
Gran, grandísimo Dickens...