Un político que encarnaría la dignidad del
‘centro’ sería el protodemocrático Solón. Legislador y poeta ateniense de los
ss. VII y VI a. C. Sus medidas políticas, económicas y sociales fueron
extraordinarias. Su arcontado empezó iniciado el s. VI y se caracterizó por la
generosidad, el sentido práctico, la eficacia y la ecuanimidad. Fue un
adelantado y por tanto un incomprendido. Él mismo decía que fue un hombre “del
medio justo” (admirado por ello por Aristóteles) y seguramente ése fue su
drama: todos los partidos acabaron yendo contra él. Y se fue. Y después llegó
una tiranía.
En sus poemas encontramos versos muy
sustanciosos como los siguientes exhortando a los ricos “a no ser ambiciosos”,
tal como escribe el pseudo Aristóteles en La
Constitución de Atenas:
“Vosotros, sosegando en el pecho
vuestro fuerte corazón;
los que de muchos bienes
hasta la saciedad llegasteis
poned en su medida
vuestra arrogante mente
que ni nosotros seremos obedientes
ni a vosotros os irá todo bien (…)”
Y sobre todo los que siguen, donde,
dignamente, como hombre independiente, sensato y corajudo, advierte de la
ecuanimidad y la distancia mantenidas tanto con los nobles como con el pueblo (¡el
pueblo!!):
“Al pueblo yo he honrado tanto cuanto le
basta,
sin quitarle su estima ni ensalzarlo
tampoco,
y a quienes eran fuertes y ricos en
extremo
he también indicado que razonables
fueran.
De pie en alto sostuve fuerte escudo
entre ambos
sin que injusta victoria consiguiera
ninguno (…)”
Esto sí es poesía seria. Y que tomen nota
los populistas.
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