Hace unas décadas le encargaron a un herrero
riojano de Bañares una reja nueva para una capilla de la catedral de Burgos. Le
pagaban bien y no le pusieron fecha límite. Pero pasaba el tiempo y no acababa
la tarea. Siguió transcurriendo el tiempo y, aunque el artesano trabajaba
entregado por completo a la obra, ésta no veía su fin. Al final fueron unas
personalidades enviadas por el cabildo catedralicio a ver qué pasaba. Le
preguntaron que cuándo iba a acabar la reja y el artesano respondió: “¿Yo?...
lo que pida el hierro.”
La entrega al trabajo, el gusto por lo
bien hecho, el olvido de sí, el aprendizaje constante, el no dar nada fácilmente por acabado… “Lo que
pida el hierro”. Qué gusto; qué digno.
Genial.
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