Uno de los peores dolores de cualquier mudanza
es que unos desconocidos manoseen cosas, un montón de cosas, que para ellos no
significan nada, pero que para ti están impregnadas de vida y sentido… Y,
encima, tengas que pagarles. Mucho. Demasiado.
Lo sé. Estamos en el lado rico del mundo, pero: Señor, Señor... si pudieras librarnos de las mudanzas por siempre.
¿Os bajáis a Vilanova, verdad?
ResponderEliminarNo me importaría. En primera línea. O junto al recoleto, gracigordo, decimonónico y cuerniveleto museo.
EliminarHay ahí como mínimo dos adjetivos inventaos.
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