En la feria de hoy se presenta la lectura del Evangelio de
Mateo (9: 18-26). En ese fragmento hay una resurrección:
“Así les hablaba cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá.
Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos.
(…) Al llegar Jesús a casa del magistrado y viendo los
flautistas y la turba alborotada, decía: Retiraos, que no ha muerto la niña,
está dormida. Y se burlaban de él.
Y una vez despejada la gente, entro él, la tomó de la mano,
y la niña se levantó.”
[Puede sorprender lo de los “flautistas”: efectivamente, el texto original griego dice ‘auletás’, o sea, tocadores de ‘aulos’, la típica
flauta griega que se utilizaba tocada por parejas o en grupos más numerosos en
los momentos de duelo y cortejos fúnebres.]
En Ordet (La Palabra), de Theodor Dreyer, vemos la
resurrección de una mujer gracias a la inocencia de una niña y a la fe de un
loco:
En esta escena, tras la vuelta a la vida, hay un detalle
fundamental. Un joven de la familia pone en hora un reloj que estaba parado. O
sea, el tiempo vuelve a contar (se oye la maquinaria del reloj). Es un tiempo, sin
embargo, en el que se ha dado la superación de la muerte. No es que no vayan a morir, van a morir, lo
saben. Pero a partir de ahora es un tiempo nuevo porque, al fin, les ha sido otorgada la fe. Se han
resignado a la muerte, o sea, a la vida, y ya no tienen miedo. Es una vida que
van a vivir de verdad por primera vez. No hay resurrección sin muerte. El
milagro es como un destello fenomenal del Reino, no la revocación de la
realidad y del destino.
Vaya, Jesucristo en modo más perroflauta que nunca.
ResponderEliminarA ver si al final la figura del perroflauta fue un invento de Dreyer...
ResponderEliminar