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jueves, 4 de julio de 2013

Contra Wert se vive mejor


No voy a entrar a valorar seriamente (¡ni en broma, vamos!) la nueva reforma educativa (LOMCE), entre otras cosas porque no he leído los 600, o más, folios que la exponen.
Sin duda, habrá cosas negativas, decisiones equívocas, errores, arbitrariedades, falsas correcciones, omisiones… ¿perversidades? (Todo eso se intuye, se adivina, se ha leído un poco, se va viendo.) También habrá algún acierto, tal vez no pequeño. Algo más de exigencia, de que los alumnos demuestren su instrucción de vez en cuando, de que ésta sea efectiva, ¿no? Algo de freno a la atomización pueblerina (no es broma, cada pedanía cree que puede exhibir una historia de corte universal aislándose del vecino).
Por otra parte, no parece prometedor el futuro que le espera a la filosofía como asignatura tradicional en la secundaria; tampoco el de las clásicas. Esto ya valdría para descalificar (bajo mi estrecho punto de vista) la ley en bloque (en fin, hay que verlo). Es muy discutible, asimismo, la nota superior exigida para los becados universitarios (surge un inevitable agravio comparativo)… La subida exagerada de tasas en la enseñanza superior parece severa (eso es lo que dicen). ¿Injusticia, segregación?... (‘Hablo’ muy de oídas.)

Pero no, ahora, simplemente, frívolamente, quisiera esbozar la imagen que transmite y la imagen que 'transmiten' del hombre que aparece como principal responsable de la dichosa ley. Y digo “hombre”, quizá en su honor, porque no digo ‘político profesional de partido’, a tenor de sus últimas declaraciones contra la posibilidad de perpetuarse en el poder del cargo que ocupa. Ha dicho que cuando acabe su tarea se irá. Que lo haga. Y que aprendan otros.

Las formas, sí, las formas.
He oído a pocos políticos que hablaran tan correctamente (sintaxis y dicción) como él (no es Demóstenes, vale). He visto a pocos responsables de gobierno u opositores que mantuvieran unos ademanes tan suaves como él. He contemplado a pocos profesionales de la cosa pública tan dispuestos a la dialéctica como él. Conozco a pocos cargos (¿a ninguno?) mantener el tipo tan bien ante los desplantes: le han insultado, le han difamado, le han liado (lo de “españolizar” salió de un diputado socialista, no de él; él recogió la expresión), se han querido burlar de su persona hasta niñatos  ensoberbecidos que han recibido becas y premios del Estado (de todos nosotros), le han criticado demagógicamente consejeros/as de las ya indisimuladas satrapías regionales que ni siquiera saben distinguir los verbos “recurrir” y “recorrer” (una señora muy orgullosa, en concreto). Yo lo he oído. Esos no se avergüenzan de nada, es curioso, pero creen que pueden avergonzar a otros desde la ignorancia. Individuos/as semejantes  (¡ocupando puestos directivos en el ámbito de la educación!; ¡cobrando -y no poco- a costa del enorme esfuerzo de los ciudadanos!) se han atrevido desde el primer minuto a denigrar a una figura pública que puede equivocarse en algunas medidas demasiado importantes (¡a por él en ese caso, bien y sin piedad!), pero que, por lo que hemos observado, les da mil vueltas en conocimientos y formación.

Bueno, los conocimientos y la formación no garantizan la sensatez, es cierto, y ante las vacilaciones, correcciones, enmiendas y marchas atrás del ministro se podría decir que esto es otra desdicha que le va a caer encima a la educación pública española. Es posible. Pero recordemos que las reformas de las últimas décadas fueron todas socialistas. Ojalá pudiéramos decir que buenas, regulares o neutras, pero no, no nos queda más remedio que constatar que han sido puta miseria y que han sumido a la educación en una sima de desconcertante vulgaridad… vulgaridad ‘moderna’, eso sí, ¡juventona, simpática, social, sensible y psicopedagógica!

Si el ya prematuramente, anticipadamente, caído Wert tuviera un punto más de independencia política y un punto menos de poder casi se le podría cubrir con aquel verso de Rimbaud que dice:
“Por delicadeza, yo perdí mi vida”  (entiéndase, ‘mi cargo’).

2 comentarios:

  1. (viz)condesa de (em)prendedor10 de julio de 2013, 6:38

    Qué casualidad. No hace ni tres días que comentaba por ahí precisamente la ágil sintaxis y dicción de Wert, lo agradable que resultaba escucharlo en una perorata larga como la que me encontré el sábado a media mañana, en un acto del PP sobre educación en Alcalá, con maestros y profesores, retransmitida íntegra por TVE canal 24 horas. Y cómo, dos frases entresacadas de esa digresión para emitirlas en un telediario posterior, arruinaban su espíritu constructivo (que lo tenía).

    Llega un momento en que acabo pensando que, aquello o a quienes todo el mundo insulta, difama o desprecia, debe tener necesariamente algo bueno.

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  2. Gracias por el comentario. Es grato comprobar que hay gente que sabe ver y escuchar... Y que sabe discernir.
    (¡Qué tiempos aquellos, vizcondesa!)

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